Hace unos días, medios locales y nacionales se hicieron eco de un caso de Bullying que afortunadamente no terminó en desgracia. Una menor de 13 años intentó tirarse del puente General Manuel Belgrano luego de sufrir hostigamiento de sus compañeros.
Cada vez, el flagelo es más frecuente en la provincia y cada vez más generalizado en las escuelas. En este sentido, bajo el lema «La escuela, el segundo hogar; el hogar, la primera escuela», EL LIBERTADOR lanzó notas especiales los martes de julio con la intensión de ayudar en la lucha contra este gravísimo problema.
Para esta tercera entrega, se entrevistó al equipo de orientación del Instituto Privado San Benito de la Capital, que se encuentra conformada por la licenciada en Psicopedagogía, Norma Sánchez y la licenciada en Psicología, Antonella Medina.
Las especialistas puntualizaron sobre la conflictividad escolar, el rol importante de los adultos educadores, la relación con las redes sociales y la franja etaria más vulnerable de la problemática.
¿Cómo observan la creciente problemática?
-Norma: Siempre lo tomamos como una conflictividad escolar dentro de este ámbito. Lo vemos primero haciendo recortes de situaciones problemáticas desde el ciclo básico o ciclo orientado. Se detecta más desde el ciclo básico, porque son los más chiquitos lo que están comenzando a desarrollar su caudal social, de interacción con el otro. Se detecta más de ahí estos modos de poder relacionarse y donde pueden estar vulneradas ciertas situaciones que de a poco se van notando, y de cómo se trata en el ámbito áulico a cómo se puede demostrar ciertos comportamientos a través de las redes y cómo los afecta a nivel de rendimiento académico, emocional, de motivación y conexión en venir a la escuela, en su alimentación, el sueño. Se va notando en diferentes situaciones y el impacto a cada individualidad afecta o repercute más en los chicos.
Y no veo una diferenciación entre público y privado, porque eso está en la sociedad y es un modelo y cultura que lo practican los jóvenes. Pero atendiendo a las franjas etarias, porque en los chicos de 16 y 17 años no se ve tanto como en los chiquitos de 13 y 14. Apuntaría más a una franja etaria que diferenciando contextos públicos o privados. Es un modelo cultural que se está practicando.
¿Cómo se da la prevención en esos ciclos?
-Norma: La prevención se da primero a través del trabajo con los profesores de tutorías; ellos son los que están en contacto directo con el grupo de alumnos. Se socializa en todo momento, de cómo va el crecimiento, qué cosas están haciendo, cuáles son las redes que más usan, qué prácticas son las que están desarrollando entre grupos sociales. Así que la prevención, primero desde el profesor tutor con el grupo de alumnos. Si se detectara alguna situación que empieza a preocupar, a notarse en los alumnos ¿qué es lo que se hace? Nos comunica al equipo de orientación y de ahí empezamos a ver qué instructivo vamos a manejar, qué protocolo se desarrollará; siempre mirando lo que nos enmarca la Ley 26.061, de Protección Integral de la Niñez y de los Jóvenes. Es una ley básica por la cual apuntamos a la protección en todos los ámbitos de su crecimiento, y de ahí ver qué es positivo cuando vamos a ir desarrollando entrevistas individuales y grupales, llamar a los tutores, ver si hacemos derivaciones externas, seguimientos, articulación con profesionales que empiezan a atender a los jóvenes.
-Antonella: Como parte de la prevención, también intentamos promover espacios de escucha, tanto dentro del gabinete como en el aula, y que la institución pueda brindar esos espacios de escucha para poder contenerlos, para poder conocerlo, para saber qué es lo que le preocupa, qué es lo que le genera malestar.
Y en el caso con los hostigadores, ¿cómo se desenvuelven?
-Norma: Con talleres, implicándonos todos, porque desde que se detecta una vulneración en los derechos, como el Bullying, como el hostigamiento, siempre con talleres de sensibilización, implicándonos todos en esta situación, que a todos nos afecta de alguna manera. Siempre con espacios de diálogo, de escucha, hablando con los papás también, haciendo orientaciones. También es importante lo que nos dice el Protocolo ante la detección de una situación de acoso u hostigamiento y conflictividad. Tres momentos: revisar el antes, el durante y el después de esta problemática, y hacer un seguimiento, monitoreo permanente en estas situaciones.
¿Ante casos extremos?
-Norma: Considerando lo que dicen los profesionales que están atendiendo a ese joven y la familia, y no desde nosotros, desde el equipo de orientación, decir: «Bueno, no hay otra situación, más que hacer así y sugerimos que cambie esto…». Siempre nos movemos en función de los profesionales tratantes del menor y la familia.
¿Es importante que la escuela sea el segundo hogar?
-Norma: Es verdad, es como que acá buscan mucho la palabra del adulto educador, buscan la guía, la orientación y tratan de poder relacionar y diferenciar qué pasa con sus adultos primarios, mamá y papá, en relación a lo que los adultos educadores le pueden ofrecer, brindar y orientar. Todo el momento están en esa búsqueda de guía, de marcar lo debido y no debido, necesitan que les marquen esos bordes emocionales o límites para poder diferenciar.
-Antonella: Y asimismo, las consecuencias que pueden tener algunas acciones, palabras y comenzar a tomar un poco de dimensión en relación a estos límites puestos por los adultos, qué consecuencia tiene lo que digo y hago con mis pares, con los docentes, con los adultos.
La relación de casos con las redes sociales y el impacto con la pos pandemia.
-Norma: Se notó más en post pandemia; es verdad. Además porque los chicos están muy vinculados con las redes; al estar vinculados, tienen mayor información, mayores modos de acosar o vulnerabilizar a distintos compañeros. Con todo lo que es el sticker, de una forma más escondida, impune, porque no me dejo notar y ver quiénes son los que están molestando y con diferentes dispositivos que ofrecen las redes, y de esa manera hostigan.
-Antonella: Notamos que las instancias de diálogo se perdieron bastante justamente por el uso abusivo de las redes. De hecho, cuando ellos quieren comunicarse, generalmente lo siguen haciendo de esa forma, utilizando estos dispositivos y aplicaciones. Y aun en presencialidad cuesta mucho más y se ven esas dificultades de poder entablar un diálogo y un vínculo con el otro más personal e insistiendo esto a través de los dispositivos tecnológicos.
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