José Encina hace perpetuar uno de los oficios más antiguos: lustra zapatos. Con su cajita de madera, se lo ve diariamente recorrer confiterías, organismos oficiales y judiciales del microcentro.
En diálogo con EL LIBERTADOR, afirmó que, junto con su hermano Juan, son los únicos que se dedican a la noble tarea de limpiar el calzado, en general de los hombres con mocasines.
«Lo que hago se llama master zapato, y me dedico a esto desde los 13 años. En pandemia dejé la actividad y ahora volví porque estoy desocupado», relató.
Describió que todavía hay muchas personas que continúan con la costumbre de tener los calzados impecables: «Tengo casi diez clientes todos los días, entre ellos abogados, jueces, o gente de los bares», dijo.
Siempre se lo puede ver por calles como San Juan, Pellegrini, 25 de Mayo, con su cajita de madera, y no puede faltar la pomada, cepillo y el líquido para el brillo.
«Yo les renuevo el zapato. Una vez que le lustro, puede mantenerse limpio durante una o dos semanas», señaló José a lo que dijo que cada sesión dura aproximadamente diez minutos.
«Cuando yo empecé, había muchos lustrabotas pero lamentablemente se fue perdiendo. Tuvo mucho que ver la modernización, en muchos casos visten de zapatillas y también tiene que ver la economía», sostuvo.
Lo cierto es que el oficio se resiste en desaparecer y por más que los tiempos cambien, todavía hay quienes se aferran de las viejas y sanas costumbres y apuestan a una imagen con calzados brillosos e impecables.
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