Noelia Irene Barrios
EL LIBERTADOR
Los que saben dicen que el lapacho florece para anunciar que ya no hará frío. En Corrientes, esto suele ocurrir entre finales de julio y principios de agosto, con un estallido de flores rosadas en la Costanera, las plazas y las calles. Disfrutar de este espectáculo hoy en día es posible gracias a una persona que, en un gesto de gratitud hacia la ciudad, la embelleció con los colores de este árbol. Se llamaba Higinio Primo Schiffo y fue quien trajo, plantó y cuidó los primeros ejemplares en la provincia.
Don Higinio nació el 8 de mayo de 1927 en la localidad italiana de Fagagna. Con siete años, llegó a la Argentina junto a su madre y al año siguiente arribó su padre, Pedro Schiffo. Fueron a Reconquista, Santa Fe, donde los asignaron al cuidado del vivero municipal.
Higinio hizo la primaria y parte de la secundaria en esa ciudad y luego completó sus estudios como perito agrónomo en la Escuela Agrotécnica de Casilda, Santa Fe. «Con esos estudios, se viene para Corrientes a estudiar en la Universidad del Litoral. Llegó con una bicicleta y un colchón. Se conoció con un grupo de estudiantes y dormía bajo una escalera. No tenía ni para comer», contó a EL LIBERTADOR, Alberto Schiffo, uno de sus tres hijos.
Fue por ese entonces cuando consiguió trabajo en la Municipalidad de Corrientes y con el sueldo que ganaba pudo costearse los estudios con los que se recibió en 1951 de doctor en veterinaria. «Mi papá empezó trabajando como operario en el área de Parques y Paseos, de donde luego fue el director», relató Alberto.
También dijo que cuando se recibió, en un acto de gratitud a la Municipalidad que le dio trabajo cuando más necesitaba, Don Higinio decidió hacer algo para darle una nueva impronta a la ciudad. «Trajo las semillas de lapacho y otras especies del vivero municipal de Reconquista donde trabajaba mi abuelo y los plantó en lugares estratégicos como la Costanera, y varios espacios públicos».
DEDICACIÓN
El amor y compromiso por su trabajo lo llevó a hacer un recorrido de tres veces a la semana por cada uno de los lugares en los que plantó las semillas de los futuros árboles. «Lo hizo todo a pulmón. Iba, controlaba que no tengan hongos u otras cosas, marcaba la tierra y los regaba si no llovía», agregó Alberto. Gracias a esa dedicación es que los ejemplares crecieron tan bien y la mayoría permanece hasta hoy.
Pero este hombre no se conformó con darle a la ciudad su impronta característica él solo. Como veterinario reconocido, fundó la Sección Antirrábica de la Comuna. «En siete años erradicó ese mal de la ciudad», remarcó su hijo, señalando el empeño de su padre en las labores que realizaba por la comunidad.
Otro espacio en el que tuvo gran reconocimiento fue en la Facultad de Agronomía y Veterinaria, donde ejerció como docente en diferentes cátedras y se destacó en su rol como académico. De hecho, en 1976, llegó a ocupar el cargo de Decano Interino de la Facultad de Ciencias Veterinarias.
MEMORIA
Don Higinio se casó con Elda Pozzi. El matrimonio tuvo tres hijos, Nilda, Alberto e Hilda, quienes recuerdan a su padre con mucho cariño.
Lamentablemente, el doctor Schiffo murió de manera trágica el 30 de marzo de 1987, cuando regresaba de Buenos Aires. Tenía 59 años.
Tras su repentino fallecimiento, distintas acciones se llevaron adelante para que este ilustre personaje, correntino por elección y adopción, fuera reconocido por las futuras generaciones.
Se destaca por ejemplo, la instauración de su nombre en una calle del barrio Cremonte. También, la aprobación en el Concejo al lapacho como el «árbol típico» de la Capital.
En la ciudad de Monte Caseros, instauraron la fecha de su natalicio como el Día del Lapacho. «A través de la ordenanza N° 2.377/16 la Municipalidad de Monte Caseros declaró a la especie de árbol Lapacho como el árbol representativo de la ciudad y en este contexto ,se instituyó que se conmemore su día el 8 de mayo, en memoria de Don Higinio Schiffo, quien sembró los primeros ejemplares en Corrientes», precisa la normativa.
Todos, reconocimientos necesarios que aún así no alcanzan para agradecerle a Don Schiffo, un regalo que cambió para siempre el paisaje correntino.
.