La interna dentro del Gobierno central se había adormecido luego del abroquelamiento provocado por el atentado contra Cristina Kirchner; sin embargo, las tensiones nunca se disiparon, lo cual quedó expuesto con la renuncia presentada por la ahora ex titular del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta.
20-CONTRATAPA-8El presidente, Alberto Fernández se vio obligado a pensar un reemplazo de la funcionaria que pareció perder la brújula en medio del conflicto con los mapuches, que pone a prueba la fortaleza del Gobierno en un momento en que la sociedad pide gestos de autoridad. Esta situación habría servido de ventana para el primer mandatario para, a la vez, realizar algún otro reacomodamiento de piezas dentro de su mesa chica de gestión.
En Olivos, se estaría pergeñando el regreso de Santiago Cafiero. Una razón más para barajar en varias oficinas, puesto que la figura del ahora Canciller siempre representó un puntal clave para Alberto, en medio de funcionarios que, en su mayoría, son funcionales a Cristina.
Su gestión en la Cancillería ha distado de ser aceptable, algo previsible si se tiene en cuenta la falta de pergaminos para un área de tanta envergadura. En los hechos, Alberto no se ha destacado por el nivel de las designaciones en los encargados de la política exterior, al punto de que ninguno de sus dos ministros sabía inglés. Una condición excluyente para una función de esta naturaleza. Felipe Solá terminó mal, anoticiándose de su cese en pleno vuelo, en una misión en el extranjero. Su sucesor tampoco pudo hacer pie. Algunos hablaron de un pasante en la Cancillería, como para pintar la falta de millaje de quien funciona como secretario todo terreno de un Presidente que siempre lo apañó, al punto de estar dispuesto a volver a él, a pesar del incordio que significa para su compañera de fórmula.
La llegada de «Cafierito» no se daría a cualquier repartición y, claro está, no sería en la oficina que deja Gómez Alcorta. Lo de esta ahora ex funcionaria sólo fue la excusa perfecta para un movimiento de piezas que va a alterar el tablero político en momentos en que Sergio Massa se las ve en figurillas para comandar la economía, en medio de las tensiones subyacentes de la alianza gobernante, y donde la eventual suspensión de las Primarias, así como el control de las variables económicas es un desafío de primer orden.
En el Ministerio de la Mujer, lo más probable es que Fernández se incline por la secretaria del área en cuestión, María «Marita» Perceval, para reemplazar a la renunciante. La ex Senadora mendocina, a la vez, goza de la confianza de la vicepresidente, Cristina Kirchner. O sea, en este caso, sería un cambio de piezas, pero no de pertenencia interna.
Al Presidente, además, se le abrió otro casillero, puesto que el ministro de Desarrollo Social e interventor del PJ correntino, «Juanchi» Zabaleta dejaría su poltrona la semana entrante, decidido desde hace tiempo atrás a retornar a su comarca en Hurlingham, donde, más allá del enfrentamiento con La Cámpora, cuya cara visible es Rodríguez, la pareja de la Interventora en el Pami y su coequiper en la conducción del organismo, hoy -a un año de las elecciones- Zabaleta sigue siendo quien tiene los votos y el control territorial de esa localidad que, aunque pequeña, es emblemática en el Conurbano bonaerense.
«Juanchi» es uno de los pocos funcionarios que sale bien considerado del Gabinete, con resto como para desafíos mayores, más allá del siguiente turno electoral en el que estaría decidido antes que nada a revalidar títulos en Hurlingham.
Reforzar el entorno
Con todo esto, Alberto observa la necesidad de reforzar su entorno de cara a lo que viene el año próximo. Así reflota la necesidad del retorno de su alfil, Santiago Cafiero.
Algunas versiones lo señalan como el próximo Jefe de Gabinete, puesto que allí se daría una jugada de ajedrez perfecta en la lógica del Presidente. Un enroque de alto riesgo. Esta analogía es oportuna, puesto que se tata de un movimiento defensivo. Manzur tampoco nunca le cerró. En este caso, la maniobra incluiría al tucumano, ofreciéndole la oportunidad de que asuma como senador y que su compoblano, Pablo Yedlin, sea reemplazante de Juan Zabaleta en el Ministerio de Desarrollo Social. Una ecuación válida para los estrategas de Presidencia, pero difícil de plasmar, porque la segura candidatura del Vicegobernador de Tucumán a la Gobernación genera un escenario distinto en la Provincia, en el cual a Manzur no le sería fácil lograr la renuncia del actual Senador nacional.
De todas formas, hay otras versiones deslizadas desde Buenos Aires que señalan otros candidatos a ocupar dicha dependencia ministerial, como a la diputada albertista, Victoria Tolosa Paz; el legislador bonaerense, Mariano Cascallares -con apoyo de Martín Insaurralde y de La Cámpora- y Ariel Sujarchuk, ahora cercano a Sergio Massa.
Desde el ultra kirchnerismo también apuntarían a convencer al Presidente de un recambio en el Ministerio de Trabajo, a cargo de Claudio Moroni. Se trata de uno de los eternos señalados por el cristinismo entre los «funcionarios que no funcionan». Si el Presidente entrega la cabeza de Moroni, su situación pasaría a ser complicada en términos de poder. Ello, representaría otra variable de reencasillamientos dentro del Gabinete. Una constante que pareciera acrecentarse conforme se va acercando el 2023. Una señal clara de que Alberto sostiene con pinzas su poder de maniobra dentro de Balcarce 50, recluyéndose en Olivos, donde hasta el momento encuentra el apuntalamiento de su cada vez más raleada mesa chica.
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