«A ese hombre no se le podía dar la mano, aunque uno terminara por sentirse su amigo». El mítico escritor y periodista Rodolfo Walsh resumía así el estigma que significaba, hasta no hace mucho, ser diagnosticado con lepra. Quienes la padecían, estaban condenados. Se tenían que aislar o ir lejos para no contagiar a los demás. Hoy, los avances en la medicina derribaron todos los mitos sobre este mal que tiene cura y que, sin embargo, todavía carga con muchos prejuicios.
En Corrientes, la Ley Provincial Nº 5.031, que data de 1995 declaró a octubre como Mes de la lucha contra la Lepra. Es una normativa que impulsa la concientización sobre esta enfermedad que aún no está erradicada, pero para la cual se demostró que existe un tratamiento eficaz en un cien por cien y que, además es proporcionado por el Estado, de manera gratuita.
La doctora María Dalurzo, directora del Dispensario Dermatológico Hersilia Casares de Blaquier de la Capital, dio a conocer a EL LIBERTADOR la situación de la provincia en cuanto a la incidencia de esta patología también llamada Enfermedad de Hansen. «Estamos bien con respecto al resto del país», confirmó.
PARA SABER
La lepra es uno de los males más antiguos de la historia, pero los conocimientos que ayudaron a encontrarles una cura se dieron recién a mediados del siglo pasado. Hoy, con el paso del tiempo, se sabe que mucho de lo que siempre se temió de esta enfermedad, no eran más que prejuicios.
En primer lugar, que tiene cura y el tratamiento va de los seis meses al año para sanar por completo al paciente. Luego, que el contagio no se da de la manera que se sostuvo por tanto tiempo. «Este se produce a través de las vías aéreas superiores y la piel, por contacto directo y prolongado entre un enfermo no tratado y una persona sana susceptible, esto es, con una predisposición especial para enfermar, lo cual puede ocurrir luego de tres a cinco años o más», explican en la página del Ministerio de Salud de la Nación.
Otra de las creencias que se mantuvo por mucho tiempo apuntaba a que sólo en las provincias del Norte, Corrientes incluida, se registraban los casos. Cuando en realidad las migraciones internas hacen posible que la enfermedad esté presente en cualquier parte del país.
También se decía que era un mal hereditario. «De una madre o padre enfermo nace un hijo sano. La mejor protección que se le debe dar al recién nacido es que el padre o madre afectado realice y complete adecuadamente el tratamiento, el cual no se debe suspender durante el embarazo», agrega el sitio web de Nación.
Ahora también se sabe que los síntomas no aparecen de forma inmediata, sino que pueden tardar hasta 20 años en mostrarse. «Es por eso que es importante que las personas que estuvieron o están en contacto directo con enfermos de lepra se controlen periódicamente. La clave para detener la enfermedad y evitar discapacidades es el diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno y adecuado», recuerda el organismo nacional.
Según los últimos registros, hasta el 2020, en Corrientes el promedio era de nueve pacientes nuevos al año. La lepra no es una enfermedad del pasado, pero tomar conciencia es clave para que alguna vez se pueda alcanzar esa meta.
El Leprosario de la Isla del Cerrito, símbolo de una era
En 1966, Rodolfo Walsh visitó la región y sus crónicas sobre el viaje son una radiografía de la cultura regional para los ojos de los porteños. Uno de sus relatos más sobresalientes es el que hace referencia al Leprosario de Isla del Cerrito, en el Chaco. «La isla de los resucitados», fue el título de la crónica en la que da cuenta de la dura realidad a la que eran confinados los enfermos de lepra de la región.
El nombre de esta institución que hoy se convirtió en un atractivo turístico era hospital Maximiliano Aberastury. Funcionó desde 1939 hasta finales de la década del ’60 y se lo llegó a considerar centro modelo en el país para el tratamiento de enfermos del Mal de Hansen.
La construcción tenía pabellones para alojamiento de los enfermos, consultorios, una capilla y hasta parcelas para vivienda y cultivos. Esto se debía a que, una vez que en un paciente era enviado allí, se sabía que no iba a volver con los suyos.
Para los que no querían ir a internarse de por vida alli, el destino era mucho peor. Las personas los evitaban, los echaban de los pueblos y los trataban con total desprecio.
Con más rechazo que aprobación, el Leprosario fue durante décadas, el único lugar en el que los enfermos podían estar y padecer juntos.
Síntomas para prestar atención
Los organismos de salud, explican cuáles son los síntomas a los que se debe estar atento en caso de sospechar de un caso de lepra. «Estos incluyen manchas en la piel que persisten y tienen adormecimiento, o donde no se siente el calor o dolor. También puede haber hormigueos en pies y manos o pérdida de la sensibilidad en alguna parte del cuerpo. Cuando se tarda en el diagnóstico puede haber hemorragia nasal, heridas y deformaciones», indica el Ministerio de Salud de la Nación.
.