En una emotiva ceremonia el Instituto Superior del Profesorado I.28 de Monte Caseros «Pbro Dr Alfredo Ramón Meyer» celebró los 50 años de profesores egresados en Castellano y Literatura e Historia.
La Primera Promoción de Profesores de Castellano y Literatura está compuesta por Sara Trinidad Budini, Lucía Teresa Clossa, María Cristina Franco, Nilda Ester Iztueta, Raquel Obieta, Hilda Leonor Olazarri, Haydee Ester Rodríguez, María Teresa Schiro, Beatriz Leticia Silva, Rosa Hilda Silva y Nora Herminia Vega.
Mientras que los primeros profesores de Historia son: Marta Guiot, Nelly Susana Luna, Hugo Ortiz, Ángela Guillermina Pareja, María Cristina Piotto, Hugo Alberto Rico, Ana María Roverano, Dora Inés Squarzon, Roberto Orlando Yacobino y Juan Carlos Vischi.
El encuentro de este viernes 18, contó con la presencia de las autoridades, docentes, alumnos y familiares.
El Intendente felicitó a los egresados de oro y manifestó su orgullo por su padre que fue el primer docente del instituto.
En representación de los profesores la profesora Sara Budini indicó que para todos ellos es un día muy especial ‘’tanto para esta casa de estudios como para nosotros los que cumplimos cincuenta años de haber dejado esta institución como estudiantes. Nos convertimos orgullosamente en profesores. Nos sentimos felices de llevar este título, Palabra que suena a campanillas cuando alguien por la calle, o donde sea nos dice “profe, tanto tiempo”… eso les aseguro es un mimo al alma’’.
Comentó que hace 55 años un grupo de personas, visionarias todas crearon la Comisión Promotora que puso en funcionamiento la comunidad del Meyer y ‘’a ellos que imaginaron esta realidad les estaremos eternamente agradecidos’’.
De igual manera indicó que va el agradecimiento de las primeras promociones a los profesores que hicieron el esfuerzo en un primer tiempo de viajar todas las noches para darnos clase, a esos hombres y mujeres que apostaron y no fue en vano. Además, recalcó el acompañamiento del profesor Juan Carlos Álvarez.
Recordó también a los rectores que se pusieron el Instituto al hombro y trabajaron para que esto continuara, que acompañaron la formación académica el profesor Kosisaci, la profesora Alba María Ferré y el presbítero Alfredo Meyer.
Agregó además que ‘’Padre Meyer fue doctor en Teología leía el latín y el griego antiguo, también el sanscrito, el arameo, el cirílico entre otras lenguas. Era autodidacta del alemán, el italiano, el francés, el inglés y en los últimos tiempos el japonés, como lo revela su biblioteca personal que custodia esta casa de estudios. Fue un eximio orador, traductor y un gran escritor. Sabía de medicina natural, de antropología, y del tema que casualmente se iniciara en una conversación. Sus alumnos y sus colegas valoramos más que todo eso, su sentido humanitario’’.
Sostuvo también que son medio siglo de experiencia, “algunos de nuestros compañeros se nos adelantaron, pero vivir en los recuerdos bien guardados en el corazón, no es morir’’.
Egresados de Oro
Por su parte la abogada Ana Verónica Pérez, remarcó que le sobraban los motivos para sentirme de fiesta en esta noche, ya que no pudo no ver entre ellos a su madre e imaginar una larga noche de estudios juntas entre libros, carcajadas, mates y crianzas.
Agregó además que pensar en ello que los hace únicos, y los destacó en ser los primeros que confiaron en esta casa de estudios. Los que comenzaron a marcar el camino para que cientos de jóvenes de toda la región pasaran por las aulas del Instituto.
Resaltó que fueron los primeros que creyeron, pusieron el cuerpo y el alma para concretar con su decisión el proyecto de ese grupo visionario de hombre que pensaron en el futuro de los jóvenes de la región
Dijo además que fueron los primeros que disfrutaron de las clases de Don Álvarez y de Alba, y ni hablar de la fortuna que tuvieron de ser los primeros en tener al Padre Meyer como profesor y consejero, disfrutaron no solo de su sabiduría sino también de ese consejo certero que todos los jóvenes estudiantes necesitaban, cuando creen que el mundo se nos viene abajo. Fueron los primeros que salieron y enseñaron a muchas generaciones de futuros profesores, legado marcado por Alfredo Ramón.
Por último les agradeció por el camino marcado, ‘’por su presencia permanente en el Instituto, por compartir sus libros y anécdotas, por levantar nuestras copas en cada cumpleaños, por brindarnos su tiempo arreglando espacios, gracias por abrir las puertas de sus casa para seguir creciendo, gracias por ser testigos de nuestros triunfos’’.