El proyecto Helios no es nuevo. Es una idea concebida en las aulas de la escuela técnica Doctor Juan E Martínez desde hace unos años y que se busca perfeccionar con el aporte de cada generación de estudiantes próximos a graduarse, guiados por los profesores Lucas Lattar y María de los Ángeles Herrera.
En diálogo con EL LIBERTADOR, Bruno Palavecino, de Química y Rodrigo Retamozo, de Informática explicaron la problemática que abordan con esta iniciativa y las automatizaciones introducidas al dispositivo para conseguir la visualización -y de manera remota- de los parámetros de temperatura y humedad, así como la regulación térmica.
«El proyecto consiste en un secador automatizado desarrollado a partir de la necesidad de un dispositivo eficaz y económico para secar la cantidad de alimentos que se producen en la zona, especialmente, la batata», explicó Palavecino.
Comentó que es uno de los métodos más antiguos que existen para la conservación de fruta y que quita la humedad a través de la transferencia de calor y masa, y de esta manera «elimina microorganismos y reduce la oxidación, alargando la vida del alimento».
Retamozo contó que fueron tres los objetivos planteados al rediseñar el dispositivo para su automatización. «Primero, poder visualizar los parámetros de temperatura y humedad que hay dentro del secador, para ello ocupamos un sensor que proyecta estos parámetros en un módulo que tenemos fuera», dijo.
«Segundo, contar un potenciómetro a través del cual el usuario puede ir graduando la temperatura, y para eso, empleamos un rele que sirve para abrir o cerrar circuitos, en este caso, al circuito que va conectado el secador. Si yo selecciono los 45 grados, llega a esa temperatura y se apaga, y cuando baja, se vuelve a encender», precisó.
Así, es posible el ahorro de energía y contar con una temperatura estable que permite estimar el tiempo de secado, por ejemplo, saber que la batata tarda dos horas a 60 grados.
Por último, se buscó visualizar de manera remota los parámetros. «Esto es posible con una placa que tiene un módulo wifi integrado, en el que nosotros programamos el nombre y la contraseña. Ni bien se enciende la placa, busca ese wifi, se conecta y empieza a enviar los datos con un sensor al servidor web al que nosotros podemos acceder con una computadora o un celular», detalló.
«Este proyecto fue pensado porque hay un gran desperdicio de batata en nuestra zona. Algunas no llegan a cumplir los controles de calidad y no pueden ser comercializadas, por ejemplo, por ser pequeñas o tener una mancha negra. Lo que nosotros hacemos es tomar eso que el productor antes tiraba y lo convertimos en un nuevo producto: la harina. Sacando cuentas, de cada kilo de batata que antes se tiraba, se puede ganar alrededor de 50 pesos», concluyó Retamozo.
.