El ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández alzó la voz luego de conocerse la estrategia del sector oficialista que comanda Cristina Kirchner, blanqueando la postulación de «Wado» de Pedro como presidenciable del Frente de Todos, un adelanto exclusivo de EL LIBERTADOR hecho hace casi un año, siendo el único medio del país que advirtió la entente electoral, teniendo en las últimas horas la ratificación de la especie de parte de Clarín, el diario de mayor tirada del país.
Algunos, en su momento, lo calificaron como información de primera agua; y otros, como una operación de prensa coherente con aquello de que las realidades se construyen.
En este escenario, con el Ministro del Interior ungido como la figura a establecerse frente al electorado, salió a la luz la consecuente interna entre «cristinistas y «albertistas». Es que, con Wado en carrera, el núcleo que reporta al Instituto Patria decidió marcar la cancha, imponiendo dentro del Frente de Todos un requisito excluyente para participar de las Primarias: conformar las grillas de todas las variables que competirán en octubre con candidatos propios.
Así, Alberto Fernández quedó enclenque, puesto que deberá conseguir dirigentes que vayan hasta de concejales y que no sean kirchneristas, debilitándolo en el armado para su intención de ser reelecto.
Es que, en definitiva, la ingeniería electoral no es para principiantes. Algo que se da en el orden nacional y se replica en Corrientes, donde, con alegre liviandad, se sale a hablar de la posibilidad de un tercer frente, sin tener en cuenta que ello demanda el esfuerzo de armar una grilla competitiva en los 64 municipios que votan el 11-J, y tener además la financiación asegurada que no pasa sólo por la recurrente y penosa tarea de juntar dinero para disponer de las boletas necesarias en cantidad suficiente y con la debida antelación.
El tema de los recursos alcanza también a la principal oposición que, aun teniendo la caja del Gobierno nacional y teniendo el justicialismo de Corrientes nada menos que tres diputados nacionales y un senador, ha hecho penar a la militancia peronista que debió enfrentar en 2019 y 2021 a la poderosa maquinaria del oficialismo provincial.
ANÍBAL NO AFLOJA
NI BAJO EL AGUA
Fue el Ministro de Seguridad de la Nación quien defendió la intención del Presidente, sosteniendo que debería ser el único candidato del oficialismo de cara a las próximas elecciones.
Quedó en claro que las tensiones no son sólo entre el oficialismo y la oposición, sino entre los que conforman el Gobierno central.
Aníbal Fernández lanzó un fuerte mensaje para Eduardo «Wado» de Pedro y Andrés «Cuervo» Larroque. «El Presidente no tendría que presentarse como candidato, tendría que ser el único candidato sin problemas. Todos los que no trabajaron nunca o los que se la pasaron tirando piedras desde la otra vereda, como lo hicieron el Cuervo o Wado, tendrían que haber sido los que acompañaban esa posición», expresó el funcionario sobre su par, el Ministro del Interior.
«¿Por qué llegamos a este tema? Porque se cansaron de hacer un montón de cosas tratando de ver si le doblaban las piernas al Presidente y el Presidente aceptaba correrse voluntariamente para que fuera otro el candidato», aseveró Aníbal.
«Me parece que no corresponde. El Presidente tiene todo el derecho del mundo, como todos los presidentes del mundo, que normalmente buscan su reelección», sostuvo.
Consultado acerca de si consideraba que Alberto Fernández era la mejor opción del oficialismo para ganar las elecciones presidenciales, respondió: «No lo sé, es mi visión. No estoy dando órdenes o diciendo qué tiene que suceder. Estoy diciendo lo que veo yo, desde mi óptica, que tengo todo el derecho del mundo de analizarlo».
NO AZAROSO
La consideración de Aníbal sobre Alberto evita ahondar en un detalle para nada nimio, en el sentido de que no se trata de postular a alguien por decantación o por ser quien se ubica en un sitial que, en la mayoría de las veces, merece la posibilidad de la reelección.
Hay un sinfín de variables que hacen del Presidente una figura desgastada. La gestión del poder central nunca le cupo, teniendo sobre sus espaldas una de las peores gestiones que se recuerden del periodo democrático. Una certeza no sólo remarcada por la oposición, sino también por los funcionarios nacionales activos y aquellos que dieron un paso al costado. También los números hablan por sí, en cuanto a los inconvenientes de la gestión Fernández, con la pobreza por las nubes, la inflación victoriosa ante una «guerra» que hace un año declaró el primer mandatario.
A todo esto hay que añadir otra viñeta: la figura que representa mayor aceptación en el electorado nacional. Justamente, no es Alberto, sino Wado de Pedro. Y más que eso, es el único dentro del universo del oficialismo con aptitud de enfrentar una segunda vuelta, quizás si no el mejor para salir primero, pero con la clasificación asegurada para el ballotage que es dónde se dará la pelea de fondo.
El Ministro del Interior tiene un vínculo asiduo con los gobernadores de todos los signos políticos. Es una canal de diálogo para peronistas y kirchneristas, así como para los socios que integran el Frente de Todos. Es reconocido por el círculo rojo empresarial, local e internacional y tiene llegada directa con el Vaticano, un dato que no es menor en este tipo de lides.
Por ello, la opinión de Aníbal no se torna en otra cosa más que una manifestación de apoyo sectorial, alejada de los guarismos que, en definitiva, son los que definen las estrategias electorales.
Todo ello sin perjuicio de que la línea dura del kirchnerismo quizás no ha ponderado que es el Presidente quien tiene la birome y quizás la línea discursiva, claramente humillante, de Larroque o de Máximo no se compadece con la inteligencia necesaria para situaciones de esta naturaleza, si de tener resultados se trata. Algo asimilable a la mala praxis que se vino siguiendo con la Corte Suprema que, guste o no, es quien tiene el poder y lo seguirá teniendo. La política en este caso seguida por el kirchnerismo duro no se compadece con el análisis de la realidad de lo que son y representan los factores reales de poder.
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