El cierre de alianzas no deparó sorpresas mayores. A partir de ahora, las expectativas están centradas en la conformación de las grillas de candidatos, con muchos dimes y diretes propios de las tensiones que se generan. En la alianza gobernante tiende a confirmarse la dupla Colombi-Cassani; en tanto que, en la oposición, más allá de operaciones de prensa, todo está por verse. Zabaleta apostó a una jugada inteligente en dos tiempos, con la idea de sumar a la mayor cantidad de partidos. Es consciente de que no tiene «un cheque en blanco» y que, el margen de acción es algo más que exiguo. Preocupa particularmente el armado de Capital y de Goya, donde está el 46 por ciento del padrón. El tema Canteros hace mucho ruido puertas adentro. No está para nada cerrado. Y la definición de quién encabezará la lista de senadores trae al recuerdo la errada estrategia en las elecciones nacionales de 2009, que precedieron a las provinciales y cuando un error de cálculo, al apelar a un buen Intendente con alto grado de desconocimiento, dejó al peronismo fuera de la segunda vuelta frente al acierto de los dos sectores del radicalismo que apostaron, uno, a Nito Artaza; y el otro, a Josefina Meabe, que polarizaron el electorado.
La decisión del Gobierno de allanar la candidatura de Ricardo Colombi a la reelección no fue un trago fácil de tragar, más que nada porque la visualización que le otorga ser la principal figura de este turno electoral lo posiciona para lo que más quiere que es la candidatura a la Gobernación.
Con todo, Valdés logró algo no menos importante que es ubicar a Cristina Garro -su esposa- como segunda senadora, lo cual la proyecta de lleno al plano político. Un paso necesario en lo que puede ser interpretado como una estrategia que apunta más lejos.
La pregunta de si el radicalismo podía negarle a Colombi su reelección no pareciera tener otra respuesta que «no» ¿Cómo se puede deslegitimar no sólo a quien preside el partido, sino al hacedor de lo que hoy los radicales disfrutan desde el poder? No podían los correligionarios ni tampoco el propio Valdés, quien fue el elegido, hace seis años, en desmedro de figuras de peso como «Checho» Flinta, el «Mono» Vignolo o «Peteco» Vischi, a quienes les costó digerir la decisión del mercedeño.
Definida la oferta electoral de ECO en el binomio Colombi-Cassani, las miradas necesariamente se posan en quiénes estarán en la vereda de enfrente como rivales, que representen por sí una alternativa con identidad y peso propio, que genere el acompañamiento del peronismo y del Frente de Todos, pero que además tenga anclaje en el cuerpo electoral.
Con el correr de los días se formó opinión, en el justicialismo, de que ambas grillas debían ser encabezadas por peronistas que muestren la opción opositora. A la vez, que una de las grillas tuviera una mujer al frente, no quedando margen a la Intervención partidaria, sino de optar por el Senado, que corre el riesgo de quedar sin representación de la mujer, lo que implicaría tornar letra muerta el espíritu de la ley de paridad e incumplir con el mandato de la carta orgánica partidaria.
La definición del perfil de quién se ponga frente a Colombi
Hasta el día del cierre de las alianzas, las miradas estaban puestas en la Vicepresidente segunda del Senado. De hecho, la figura con mayor jerarquía institucional que tiene el peronismo en el esquema de poder provincial.
Juega a su favor el nivel de conocimiento, el hecho de haber mostrado en términos parlamentarios un manejo adquirido en los diez años en la banca y la circunstancia, no frecuente, de generar una atracción mediática en las localidades que visita, que no son fáciles de lograr.
En las últimas horas, se echó a rodar el nombre de la hermana del Intendente libreño, Celeste Ascúa, un puntal del Jefe comunal con ascendiente determinante sobre él. Promovido por el propio «Tincho», su nombre generó escozor en quien se consideraba con derecho a lograr su reelección, el caso de Miguel Arias.
Lo que queda para el análisis, puertas adentro del PJ, es de qué forma se puede enfrentar al poderoso aparato del Gobierno provincial, y a una figura de la talla de Ricardo, si se apela a quien está varios escalones abajo del tres veces Gobernador que, más allá de esta circunstancia, de por sí determinante en términos electorales, carece de experiencia parlamentaria en orden a que aún no logró siquiera una concejalía en su propio pueblo.
Para el peronismo, en franca desventaja en ambas cámaras, el tener legisladores con cintura, manejo y experiencia es crucial a la hora de recuperar el espacio perdido.
En este contexto, «Juanchi» Zabaleta juega un partido difícil. No tiene frente a sí a improvisados. En política, como en todos los órdenes, se puede hacer cualquier cosa menos dejar de pagar las consecuencias. En su análisis estará determinar hasta dónde está dispuesto a tensar la cuerda, con tantos cabos sueltos y un cúmulo de contradicciones irresueltas que pueden hacer crisis en la recta final de cincuenta días que sobrevendrán al cierre de listas.
Hasta ahora, Juanchi la viene remando. Ha mostrado tener cintura y un alto sentido práctico. Además de saber establecer límites como se los fijó a Gustavo Canteros, cuando le bajó el pulgar a la pretensión de poner el nombre de Nuevo País en el casillero de la grilla de Diputados. Con un desafío mayúsculo en, donde tiene enfrente a La Cámpora, Zabaleta es consciente de que 6 interventores que le precedieron salieron con más pena que gloria, por la puerta de atrás.
Para muchos, la calma que precede a la tempestad. Lo cierto es que en el peronismo no hay margen para los operadores de superestructura que una vez más intentaron entornar en el Hotel de Turismo al Interventor y hasta fueron difusores de listas de supuestos candidatos que hicieron crujir a los militantes que son quienes deben aportar los votos y conseguir los fiscales.
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