Un informe elaborado por el diario La Nación dio cuenta de una realidad que envuelve a Corrientes históricamente y que recrudeció con la peor sequía de la historia, en medio de un constante tironeo entre administraciones de gobierno políticamente influenciadas que derivan en una aletargada burocracia que perjudica sobremanera a la gente.
Un ejemplo claro, los productores; que ruegan hace meses que Provincia determine la extensión de la emergencia agropecuaria (que vence en junio), conscientes del agobiante trajín administrativo que deberá transitar el decreto (en caso de que Valdés decida firmarlo) ante el Gobierno nacional, desde donde se puso a dormir el sueño de los justos la primera medida decretada en diciembre último, que se rubricó recién (mediante Sergio Massa) el ante último día de febrero de este año. Así, con el campo en caída libre o «frenado», repercute colateralmente en cientos de miles de familias que forman parte del circuito local de la economía.
Este contexto demanda acciones expeditas, puesto que además se enmarca en una jurisdicción que, de acuerdo a los datos arrojados por el Indec, es el cuarto aglomerado urbano más pobre del país (lugar que comparte con Gran San Luis) con el 45,2 por ciento de las personas en esa condición. Sólo están en peor situación Concordia, Resistencia y Santiago del Estero-La Banda.
«Son números que no nos gustan, pero estamos trabajando en consecuencia. Primero hay que asumir que tenemos esta situación. Por supuesto que nos preocupa, pero fundamentalmente nos ocupa, y por eso estamos llevando adelante todo tipo de intervenciones. El Estado provincial está haciendo un esfuerzo enorme, pero la política económica del país no la manejamos nosotros y lamentablemente las provincias del NEA o NOA siempre fueron las más complejas ¿Cómo puede ser que haya provincias que todavía no tengamos cloacas en todas las ciudades o el gas natural? Es la brecha que todavía tiene que ver entre el federalismo que tanto pregonamos y queremos», manifestó el ministro de Desarrollo Social de Corrientes, Adán Gaya sobre la coyuntura.
ANSELMO,
EN LA MIRA
Es preciso mencionar que la consulta se hizo a este funcionario y no a Claudio Anselmo, ministro de Producción, debido a la necesidad de exponer el impacto socioeconómico de la sequía y de las decisiones de gobierno. Además, se debe señalar el desgaste que sufrió la imagen del titular del área productiva ante los diferentes sectores agropecuarios con los que debió interactuar en todo este tiempo de desastre.
Las declaraciones de Anselmo habrían colaborado con enervar el ánimo de polos como el ganadero, con estocadas virtuales como la que realizó la Sociedad Rural de Sauce, que además expuso la falta de precisiones respecto a las ayudas oficiales anunciadas. A la vez, varios distritos como el sauceño, el de Monte Caseros, el de Curuzú y Mercedes que recibieron hace tiempo el reconocimiento del funcionario de que la situación imperante cumplía con las condiciones necesarias para ser declarados como zonas de desastre. Algo que no se supo hasta el momento.
Actualidad atroz
La sequía se instaló hace dos años en la provincia (y en todo el país) y las lluvias intermitentes no alcanzan para salir de la emergencia. Los ecosistemas de los bañados y de los esteros sufren. Los cultivos también. Los animales (yacarés, ciervos de los pantanos, carpinchos y aves de todo tipo) buscan desesperados un charco de agua para calmar la sed.
Esta escena se repite y pareciera no asomar una solución inmediata. Con ello, también se resienten las actividades del ser humano, ya que la situación climática puso en riesgo la alimentación de las familias más vulnerables: la falta de agua las dejó sin la posibilidad de sacar sus propias verduras de la tierra y la mala calidad de las pasturas para los animales puso en jaque su ya frágil sustento.
Se trata de una variable a considerar como prioritaria de parte de Nación y de Provincia, al momento de tomar la decisión de establecer la vigencia de una Emergencia Agropecuaria o de Desastre. Cada medida accesoria a este tipo de declaraciones se torna vital. El acceso al crédito, así como la merma o quita de la presión impositiva, entre otras son literalmente «como agua en el desierto». Puesto que se pueden afrontar los escenarios futuros en medio de la debacle con cierta previsibilidad, algo que en la actualidad no ocurre.
«Hay muy poca agua y eso impacta en la producción porque tenemos poco pasto. Va a ser un invierno difícil para los animales», advirtió Rodolfo Leiva, cacique de la comunidad guaraní de Yahaveré, lugar donde las familias se mantienen gracias a la cría de vacas, corderos, cerdos y gallinas.
Según un relevamiento de la Coordinadora de Entidades Productivas, las pérdidas por la sequía en Corrientes ascienden hasta el momento a 130.444 millones de pesos en arroz, citricultura, forestación, yerba mate y ganadería.
DANTESCO
Como si no faltaran condiciones adversas, no se debe olvidar que a la ausencia de precipitaciones que enfrenta la provincia, se sumaron los incendios. Por lo que se debe recordar que desde la Estación Experimental Agropecuaria del Inta, publicaron en febrero de este año, que se quemaron 100.566 hectáreas, que representan el 1,13 por ciento del territorio provincial. El 91 por ciento de la superficie identificada corresponde a esteros, bañados y malezales con 90.161 hectáreas y el departamento provincial que registró la mayor superficie quemada fue Ituzaingó.
«Hemos tenido unos incendios tremendos que nunca se registraron en la provincia y terminamos en la peor sequía de los últimos 60 años. Si bien empezó a llover, apagamos los incendios y se empezó a recomponer de alguna manera el sistema hídrico y las pasturas, por supuesto que todavía siguen las consecuencias ¿Qué hicimos? Hemos trabajado con los intendentes y estado presente en cada una de estas ciudades acompañando en lo inmediato. Cuando empezamos a salir, hemos dado capacitaciones en huerta y tenemos programas de semillas para impulsar esta línea», remarcó Gaya.
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