Esta semana generó gran impacto social la noticia que un alumno del Instituto Robineau fue armado a la escuela generando preocupación en estudiantes, docentes, padres y tutores. Si bien la institución educativa siguió un protocolo para este tipo de casos, la situación generó alarma y reflexión.
En diálogo con EL LIBERTADOR, la licenciada en Psicología (MP 492) e integrante del Centro de Salud Mental, María Manonelles, se refirió a que en episodios extremos es necesario el abordaje a partir de distintas aristas.
Recordó que dentro de los establecimientos escolares hay reglamentos, normas de convivencia, donde llevar un arma al colegio puede ser una medida de expulsión y eso debe estar en conocimiento de los tutores y del alumnado.
«Es una circunstancia muy compleja, no son hechos que se puedan pensar de manera lineal, donde sacamos el arma, sacamos al chico del colegio y ya está resuelto el problema. Aunque es verdad que se tienen que tomar diferentes medidas para ir garantizando el cuidado de los niños y adolescentes, y no sean vulnerados», señaló.
Agregó: «En este caso, no se resuelve nada de manera definitiva. Debería hacerse un seguimiento psicoterapéutico integral del joven, en cuanto a su estado de salud, a su psiquis; debería hacerse un acompañamiento a las familias, que son quienes están poniendo el cuerpo. Por supuesto, que no se resuelve sacando el chico de la escuela, y como quien diría, llevando el problema a otro lado, porque el problema lo tiene el joven y necesita que se lo resuelva y que los adultos responsables lo acompañen en todos los estratos».
«El caso no queda en la evaluación del gabinete psicopedagógico, tiene que trascender a un equipo interdisciplinario que lo pueda abordar y contener de manera sostenida hasta que este chico pueda volver a tener recursos que le permitan actuar de una manera más sana. Y son los partes quienes tienen que garantizar que esto se sostenga», continuó.
La profesional consideró la razón por la cual el joven llevó el arma y cuál era su idea «sólo él sabe».
«Se pueden hacer muchísimas hipótesis, pero alguien que ejerce semejante conducta es alguien que está sin defensas. El riesgo que eso conlleva, hay que hacer un seguimiento psicoterapéutico para futuros casos, también en este grupo escolar. Hay que estar atento a quienes, en cierta forma, podrían haber ejercido un acoso porque quien ejerce el acoso escolar también está sin recursos y resuelve situaciones de manera disfuncional y agresiva. Las víctimas no sólo son quienes sufren bullying sino también quienes los ejercen porque son niños o adolescentes que son vulnerables y que probablemente sean víctimas de otras circunstancias que, lamentablemente, los llevan a tener ese tipo de conductas sobre sus compañeros», analizó.
Consideró: «Si hay un adolescente que llega a un a un nivel de estrés y de cierta forma, agotamiento de su defensa física que lo lleva a tomar una determinación así, y a pensar que esa, erróneamente, puede ser una medida es porque todos los adultos alrededor le fallaron. Osea, esto que sucedió no es responsabilidad del joven de 17 años que no tiene la maduración necesaria para pensar situaciones de estrés tan límites».
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