El legislador nacional, Jorge Vara valoró en declaraciones a EL LIBERTADOR, los pronósticos que aparejó el fenómeno de El Niño, con lluvias en la totalidad del territorio provincial, aunque consideró que los mismos no serán suficientes sino se prolongan como mínimo hasta llegar el verano.
No obstante, dijo que nada de todo ello será escenario de recuperación para la economía agropecuaria, si el Gobierno de la Nación no actualiza el tipo de cambio y reduce la carga fiscal sobre los productores.
¿Las últimas lluvias cambiaron las perspectivas magras del campo para 2023?
-Es la mejor noticia que tenemos, por lejos, que ha llovido en lugares clave, luego de años de lluvias atrasadas. Los niveles se están recuperando en toda la provincia. Estas lluvias metieron mucha agua en las represas, principalmente en las zonas productoras. Lamentablemente Sauce y Curuzú Cuatiá están muy mal, y va a costar que se recuperen, pero en el área de Mercedes ha llovido mucho. La mayor cantidad de las represas están en Mercedes. El río Corriente ha crecido mucho y también ha llovido mucho en la zona del Iberá, y, aparentemente esto se va a sostener, es decir, se espera que no sea una creciente momentánea, y coincide con la necesidad de nuestros productores que reclaman aguas abundantes también para los meses próximos. Esta es una sequía como no se veía en Argentina hace 60 años. Pero estas lluvias ya fueron de El Niño. No es normal que en localidades correntinas haya lluvias arriba de los 200 milímetros. Eso es mucho, es una anormalidad, es El Niño, que venía pronosticándose, y atrasándose, y que después de tantos años de seca llega en tiempo y forma para dar buenos pronósticos. Se lo anticipaba en septiembre, y en octubre, una gran novedad para nosotros, los correntinos, no sólo para los productores de arroz, sino para toda la provincia. También para los humedales, los esteros y las aguadas, para los ecosistemas naturales, en general. Está claro, las dos áreas más favorecidas son la arrocera y la ganadera, porque llueva lo que llueva, todo sirve para que los campos se pongan verdes, porque no todo el mundo está preparado para sacar agua del suelo.
Amainó los efectos del invierno.
-No tuvimos un invierno tan bravo, y por suerte, los esteros y los bañados aguantaron, y los canales de agua que estuvieron secos, gracias a Dios, no se combinaron con el frío. Este fue más un veranillo que un invierno. Fue una buena temporada para la recuperación. El río Empedrado está sacando agua, las zonas de Caá Catí, Lomas de Vallejos, fueron mejorando. En la cuenca llovió mucho. Itá Ibaté también está mucho mejor. El río Miriñay, que estuvo seco, comenzó a circular, de nuevo. Es la mejor noticia que podemos tener esta semana, me parece. En materia de carne, sí, está claro, en cuanto a precios, hubo una suba importante; es un efecto rebote, porque no volvió a su precio original, bajó el consumo. Otro de los problemas del sector sigue siendo la ausencia de frigoríficos aptos. El caso de Muralla China es un caso testigo. Nunca lo habilitaron. Es una vergüenza. Pero también, en los que están en la zona de Buenos Aires la actividad se cayó a la mitad. En Corrientes, el frigorífico es un sector importante. Es un sector que emplea, y que, a full, en el caso de Muralla China, llega a tener hasta 400 operarios. Pero lamentablemente, no se pudo sobrevivir. No pudo hacerlo por los precios, no pudo contender la reducción del consumo. El consumo bajó, y los costos no bajaron, y lejos de beneficiar a todos, la escalada terminó siendo un problema clave. Ahora, el precio de la hacienda va a mejorar. El precio del arroz mejoró mucho.
¿Hay condiciones políticas para superar el problema climático?
-El problema climático no es sólo de Corrientes, de Argentina, es un problema del Mercosur, del Litoral, de toda la región. Es sudamericano. Pero hay que sembrar, sembrar lo que se pueda sembrar, e ir viendo los problemas que se puedan sortear, en el camino de la siembra, y cosechar, sembrar mientras haya agua, y cosechar. Trabajar la tierra. Y evaluar, constantemente, el contexto internacional. Ahora el precio internacional subió, pero el tiempo de cambio para alcanzar el mercado internacional está atrasado. El tipo de cambio atrasado está matando a la producción. El tipo de cambio atrasado mata. No exagero. Mata porque aleja la producción de la compra de insumos que son esenciales seguir trabajando. Ese es el mayor problema que tenemos los productores argentinos. Se rompe algo y no lo podemos reparar. Y las máquinas paradas se estancan, se estanca la producción, y se estanca el país. Un dólar al precio de hoy es insostenible. El costo de financiación es demasiado alto. Es un problema real. Se supone que el sistema monetario está para dar equilibrio y flotación al intercambio de bienes y servicios necesarios para la producción. Pero en este país, esa función de la moneda siempre es una incógnita. Está muy claro, el problema, y afecta directamente a la producción, y de la producción se traslada al consumo.
¿El mercado interno es favorable a la inversión?
-Es otro sector con problemas. En consumo, en la situación económica interna, se supedita a medidas que sirven de tope, de control, por un tiempo, y nada más. Es como el tipo de cambio. La presión fiscal sigue siendo alta y es otro tema que no se resuelve. Y lo más triste es que contra esa presión fiscal, y esa gran recaudación el servicio de Estado, el servicio es deficiente. El nivel de los países bálticos, Dinamarca, Suecia, Noruega, donde el servicio del Estado es otro, mucho mejor, excusa mayor presión fiscal. Pero acá hay problemas de salud, de seguridad, y en el Estado algo está pasando. No hay calidad de vida. Por otra parte, todos los indicadores apuntan a una reducción en relación con el producto bruto interno. Es otra arista de lo mismo. Y lamentablemente la política está tardando encontrar la respuesta, en solucionarlo. La gente empieza a creen en salidas mesiánicas. Y la política empieza a reflejarse en planteos incoherentes, como los que se votaron en las Primarias: propuestas que no tienen fondo, base, ni sentido. Los planteos como la dolarización parecen buenos, pero son insustentables. Hay propuestas más o menos concretas, pero lo peligroso es que la gente les cree, porque está harta.
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