Gustavo Valdés viene bien en materia de gestión y en su estrategia política. En cuanto a la primera variable, aún le quedan dos años para concluir mandato, por lo que su plan de mediano y corto plazo tiene que ver con lo partidario y, si se quiere, aliancista, que pasaría a ser la segunda vía de análisis.
Respecto a ésta, desde el principio, EL LIBERTADOR anticipó -hace varios meses y en soledad- la intención del Gobernador de ir por el control de la Unión Cívica Radical (UCR) Nacional.
Una jugada que mostró ser inteligente fue la prescindencia en la interna del PRO, en la disputa entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Apuntó a la identidad del radicalismo, en un sesgo marcadamente orgánico que la mayoría del arco dirigencial ucerreísta obvió.
El tiempo pareció darle la razón, no siendo un hecho menor que Corrientes fuera el único distrito radical que quedó exceptuado del alcance de la «ola violeta» que alcanzó provincias tradicionalmente ucerreístas como Mendoza y Salta, a las cuales pertenece el anterior titular del Comité Nacional y el actual, que quedaron deslegitimados por la derrota a manos del libertario.
Su discurso, marcadamente anti kirchnerista, está inscripto como una marca registrada dentro de Juntos por el Cambio. En contraposición con Ricardo Colombi que, en las últimas horas, sorprendió a propios y extraños con su renovada fe kirchnerista, de la que supo ser puntal en tiempos pasados.
Sus pares de todo el país ya reconocen a Valdés como un peso pesado no sólo por sus números electorales, sino también por su performance en las grandes ligas, algo que al ituzaingueño no le disgusta. Desde hace tiempo tiene en claro que las luces de Buenos Aires no le son indiferentes, también en contraposición con su predecesor, declarado aspirante a su sucesión.
Ricardo se ha revelado como un actor de cabotaje, que conoce el paño y le gusta pelear en la aldea, con la motivación propia de quien busca una revancha a partir de considerar que ésta es una carrera de resistencia, llena de obstáculos.
AVANZADA
La avanzada territorial que el mandatario correntino inició este año, de alto voltaje político en todas las jurisdicciones de la Argentina, lo expuso como una figura relevante en términos de referencia opositora nacional con la ventaja objetiva de que potenciales oponentes no han surgido en este tiempo de profundas transformaciones.
Su primera oleada apuntó puertas adentro del radicalismo. Y, como se detalló en otras oportunidades desde este medio, Valdés supo ubicar varias cabeceras de playa, aprovechando la coyuntura electoral. Lo hizo -primero- a escala regional. Formosa, Misiones, Chaco, Santa Fe y Entre Ríos fueron las primeras zonas en las que invirtió para apuntalar su imagen entre los correligionarios.
Después pasó a Córdoba, donde jugó fuerte y sobre lo cual tomó una medida en Corrientes, ungiendo a un amigo personal, oriundo de la provincia mediterránea, al frente de Lotería. El caso de Javier Bee Sellares, quien hace las veces de privilegiado operador político no sólo en territorio cordobés.
El tiempo
dirá
Con esta cintura de jugador gambeteador, manteniendo la elegancia en sus formas y «metiendo» cuando hay que «meter», ya prepara su andamiaje que le permita llegar a 2027, cuando se jueguen otra vez los destinos de la Argentina, en una posición fortalecida ya a escala país.
A esta altura, tampoco descuida el 2025, donde, por lo menos hasta ahora, parece decidido a bendecir a su hermano, Juan Pablo, quien corre con ventaja respecto a otros tres oponentes cercanos al valdesismo, sin contar con un Colombi que hace la suya, jugando con los tiempos, y esperando que Massa pueda dar una sorpresa.
El caso Entre Ríos
Este viernes, Gustavo Valdés pasó por la vecina provincia para apoyar al candidato, un peso pesado si los hay, de gran cintura política: Rogelio Frigerio. Lo acompañó en actos realizados en las ciudades de La Paz y Santa Elena, afirmando que «junto a Rogelio en nuestras provincias y Patricia Bullrich en la Presidencia de la Nación, trabajaremos por el desarrollo del Norte argentino, así como por la construcción de una Argentina más federal, con orden, seguridad y oportunidades».
«Rogelio Frigerio va a ser el próximo gobernador de Entre Ríos, porque tiene la capacidad y la dignidad que hoy demandan su pueblo para hacerse cargo de los problemas más apremiantes. Ratificamos nuestro total apoyo a él y su equipo para cambiar la provincia», manifestó.
Este caso combina la subvariable mencionada «ut supra», en cuanto a no sólo apostar por quedarse con el sello radical, sino también para sostenerse en la mesa chica de Juntos por el Cambio. Lugar al que lo dejaron ingresar recién después de su aplastante reelección al frente de la Provincia.
Desde entonces, supo gravitar, evitando chocar con su ex padrino correligionario, Gerardo Morales, actual presidente de la UCR, de quien se fue distanciando progresivamente, manteniendo a la vez tensas relaciones con Ricardo Colombi, titular partidario provincial, pero relaciones al fin que muchos aún interpretan como una jugada en paralelo, de la cual sólo ellos pueden dar cuenta. Con todo, Valdés siguió sumando simpatías con los del PRO que, aunque con un capital limitado, son parte de la realidad, al menos por estos tiempos.
El Gobernador jugó por Losada, en Santa Fe. Y aunque le salió mal, ya que la periodista perdió, fue un gesto coherente con su proyección territorial al ser la Senadora la pareja de su referente en Formosa que, por estas horas, libra una encarnizada lucha para mantener la banca en el Senado, algo que tiene final abierto frente al crecimiento libertario.
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