Argentina es un país no apto para cardíacos y menos para los encuestadores! Lo que ocurrió este domingo 22 en las elecciones presidenciales rompe con todos los análisis y deja en offside a los aventureros que pusieron en marcha sus vehículos para la gran caravana libertaria que no pudo ser.
El mapa de nuestro país tuvo un nuevo retoque de color. El lila que sorprendió en las Primarias nuevamente dejó paso al celeste gobernante y un nuevo escenario se abre camino hasta el 19 de noviembre.
El electorado correntino tampoco desentonó con esta nueva visita a los cuartos oscuros y sumó su granito de arena al desconcierto general, prolongando el estado de sorpresa e incertidumbre hasta la segunda vuelta. Los teléfonos de varios Intendentes deben estar al rojo vivo y con la batería recalentada por estas horas.
¿Pero qué pasó en realidad?
Evidentemente (y a la luz de los resultados), el primer turno electoral fue un llamado de atención muy duro para un gobierno que, amén de las simpatías o rechazo que genere, estuvo rápido de reflejos y tomó nota de ello: la devolución del IVA y el nuevo piso de Ganancias les renovó el oxígeno. También podríamos suponer, a la luz de los hechos, que el rugido de los leones no venía acompañado de un mensaje claro y fue desvirtuando su contenido en el fragor de la batalla.
Cuando los ánimos se calmen, seguramente los libertarios tendrán que analizar su afrenta con el Papa, los ataques a la Iglesia y su ¿errático discurso económico?
Se confiaron mucho en el chicotazo de las Paso, pero olvidaron quizás que el lomo peronista es una lonja dura de roer y sabe gestionar el orgullo herido y demás yerbas. Lo cierto es que a propios y extraños, este turno electoral dejó atónitos.
En el búnker amarillo, por cierto, la cosa preocupa más, ya que la sangría de votos fue extremadamente sensible. Tanto que hasta las sonrisas de Caba y Entre Ríos se esfumaron con el correr de las horas.
El nuevo «capitán del barco» oficial hizo los deberes: esperó que hablaran los perdedores; salió al palco solo y aprovechó la euforia del triunfo de Axel (Kicillof) para mirar a la multitud. Eligió con cuidado cada palabra en un discurso milimétricamente calculado y profundizó la herida en los derrotados: habló de la educación pública y gratuita; de la salud y remarcó que es mejor una computadora en la mochila de los chicos, antes que una pistola. Quienes deban hacerlo, recogerán ese guante.
Quizás no habló del dólar ni de la pobreza, pero sí se acordó de los votantes cordobeses, de la izquierda y de los buenos radicales que comulgan con los principios de la salud y escuela pública y gratuita. La foto con Malena, Rossi y las familias unidas cierran una serie de golpes bien calculados para el reinicio de campaña para una segunda vuelta que será brava.
Mientras tanto, se sucedían los elogios para los radicales, Patricia remarcaba que JxC no apoyaría al Gobierno, pero también lidiaba con sus asesores, que no tenían una respuesta para tremenda pérdida de piso electoral. Un mal momento imposible de disimular.
En fin, no hay burro que no se empaque ni tiento que no se corte, pareciera ser el pensamiento del Ministro presidenciable. Ahora, la «mbopa» está en los que perdieron.
Javier Milei sabe que con un beso de Fátima no alcanza. Tampoco firmar billetes de 100 dólares a sus fans le trajo más votos. Tendrá que decidir si le da una vuelta de rosca a su discurso confrontativo o salir a buscar los votos de la casta. Soñar con la remontada épica tiene sus costos y un alto riesgo de caer en una gran contradicción. De cómo administre sus emociones dependerá el éxito de su proyecto o comprarse un boleto al Vaticano para confesarse con Francisco el lunes 20. Por ahora, el campo de batalla dejó muchos heridos y la sangre puede llegar al río. Lo que ocurra el 19 de noviembre dependerá de las habilidades de cada pescador.
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