El PJ nacional sigue sin asumir la necesidad de abrir un debate puertas adentro y de establecer un mecanismo de funcionamiento orgánico que habilite el análisis del rumbo partidario. En los bloques legislativos se repite la falta de liderazgo. En el caso del Senado, que durante cuatro décadas manejó a mano firme el justicialismo, se aprecian distintas vertientes que vienen errando en decisiones trascendentes. La primera fue la pérdida, más que de la Presidencia provisional, del control mismo de la Cámara frente a una mayoría de 39 a 33 que sacó ventaja sobre el bloque mayoritario. Sobre llovido mojado. En las últimas horas, Unión por la Patria volvió a quedar «en offside». Aún con las diferencias dentro del espectro contrario, la mala praxis del bloque justicialista contribuyó a que terminen cerrando filas, con lo cual se quedaron con la presidencia y el control de todas las comisiones, incluyendo la que analizará el DNU donde la relación es de 5 a 3.
Una vez más, el bloque, que formalmente conduce José Mayans, volvió a tensar la cuerda. Logró el efecto contrario al buscado. Al pretender redoblar la apuesta, luego de la primera derrota en las sesiones preparatorias, el último jueves sufrió un nuevo revés, para muchos inesperado, porque las públicas diferencias que se vinieron ventilando en lo que fue Juntos por el Cambio, y bloques que nacieron de esa vertiente, sumadas a las diferencias de la UCR y del PRO, hacían presumir que el kirchnerismo estaba en proceso de reposicionarse luego de la derrota en el balotaje y en la primera escaramuza fuerte en la Cámara alta, donde se terminó dando lo inesperado: que el PJ, después de cuatro décadas, pierda la llave del Senado, con el correlato que ello tiene en distintas áreas, particularmente en el plano de la Justicia, donde la Presidencia de la estratégica comisión de acuerdos quedó en manos de un senador vinculado a Horacio Rodríguez Larreta.
No dejó de llamar la atención la embestida de los últimos días de personajes como Juan Grabois, o el propio Aníbal Fernández, sugestivamente callados por mucho tiempo, que fueron a fondo en la búsqueda de sacudir al PJ nacional. Grabois cargó contra Alberto Fernández poniendo en evidencia que está fuera del país alejado de una responsabilidad que nunca asumió, que fue la presidencia del PJ nacional, así como apuntó al último candidato presidencial, que si bien no milita en el peronismo orgánico es uno de los aliados que conformó la última oferta electoral. Grabois también apuntó, de lleno, a Máximo Kirchner, como lo hizo Aníbal Fernández, que extendió sus críticas señalando que era hora de que el justicialismo entrara en un proceso de recomposición superador dejando atrás al kirchnerismo, al que consideró una etapa agotada. «El fuego amigo» también provino de un exponente del Instituto Patria, en los hechos su Vicepresidente, el intendente de Avellanesa, Ferraresi que, en la misma línea que horas después lo hizo el ex intendente de Hurlingham, Juanchi Zavaleta, cuestionó, en severos términos, al presidente del PJ bonaerense Máximo Kirchner.
Lo cierto es que la grieta volvió a manifestarse, en beneficio del Presidente, que sacó ventaja, corriéndose de la línea de fuego al dejar de un lado al kirchnerismo y del otro, abroquelado, aún con intereses difusos, a distintos exponentes que, por varios días, se dedicaron a cuestionar las medidas de gobierno, sea el DNU o el megaproyecto que ingresó hace poco a la Cámara de Diputados.
La defensa de las instituciones y del republicanismo, el cuestionamiento a las formas seguidas por el Gobierno nacional, parecían conducir a un realineamiento de las fuerzas políticas dejando de un lado el espíritu transgresor de Milei y del otro lado a un conglomerado difuso de dirigentes vinculados a la UCR, al PRO, a la Coalición Cívica y al peronismo que parecían hacer causa común con la ofensiva del kirchnerismo.
El alto perfil que asumió Mayans desde el Senado, así como Axel Kicillof desde la Provincia de Buenos Aires, tuvo un efecto revulsivo en el escenario político nacional donde pareció reavivarse y pasar a primer plano la grieta que, en los últimos años, dividió a la sociedad argentina.
En este marco, el beneficiario pasaría a ser el propio Milei, aunque este no deja de tener en cuenta que el cálculo que hacen los que no votaron a Sergio Massa en el ballotage es que el líder libertario es la punta de lanza para la configuración del escenario electoral de cara a 2027.
Quienes esto piensan señalan que, una vez más, se daría aquello de que la revolución se come a sus promotores. En este caso, Milei quedaría en el camino y, en 2027, nuevamente la torta electoral se dividiría casi por mitades donde cobra importancia quien queda con la franquicia del cambio.
De ahí la necesidad de recalcular. De rebobinar. Las formas pasarían a segundo plano y se apostaría a que no sería malo que Milei haga el trabajo sucio de esta transición para recuperar la estabilidad económica y un país gobernable.
Paradójicamente, no pocos señalan que el mismo pensamiento, aún con motivaciones y objetivos finales distintos, se daría en parte del peronismo, y en el propio cristinismo al que mucho no le cerraba la posibilidad de un triunfo de Sergio Massa y el cual tendría una línea fina de relación política entre el propio Milei y la ex Vicepresidente.
En el peronismo no kirchnerista, la línea de pensamiento pasa por aquel apotegma del general Perón de que «primero la patria, luego el movimiento, y por último los hombres». Consideran que, para el país, y para el propio peronismo, el triunfo de Milei ha sido positivo. Impide que el país hubiera estallado en una eventual gestión de Massa, perjudicando el aggiornamiento del justicialismo, especialista en «reinventarse» en su larga vida política. Para quienes piensan esto, efectivamente Milei está llamado a hacer el trabajo sucio, de una transición compleja, corrigiendo la suma de desaciertos que acumuló la gestión Massa.
En este contexto, se entra en 2024. Un año en el que, contrariamente a lo que se espera en el Gobierno, no se logrará ni completar la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ni designar al Procurador General de la Nación vacante desde hace casi una década. Habrá que esperar a 2025.
Todas las miradas están puestas en la economía. En la pulseada del Presidente con los factores de poder, en la negociación con el FMI, y en cómo progresan las medidas impulsadas por Milei en el ámbito del Congreso Nacional y de la Justicia.
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