Por Noelia Irene Barrios
EL LIBERTADOR
De todas las batallas que tuvieron lugar en el territorio argentino, la de Caseros del 3 de febrero de 1852 es considerada la más grande. Ese conflicto es conocido por muchos historiadores como «la batalla por la organización nacional» y se estima que enfrentó a alrededor de 50.000 soldados, entre unitarios y federales. Según los registros, 5.500 de esos hombres fueron correntinos y uno de ellos fue fotografiado 65 años después, en 1917, para el semanario más leído del país. En ese entonces, el que supo ser un valiente guerrero, pedía limosnas para vivir y el cronista había quedado impresionado por su caída en desgracia. Así fue el efímero recuerdo de Juan Manuel Fernández, al que alguna vez llamaron «Yaguareté Corá».
La fotografía de Fernández data de 1917, se publicó un año después en la revista Caras y Caretas y es uno de los documentos visuales que compartió el Archivo General de la Nación. Según se menciona al respecto, la imagen era parte de la sección «A través de la República» y el breve artículo que la acompañaba, estaba firmada por el doctor Augusto Vaccari.
Se trataba de una breve crónica que el autor había hecho a la localidad de Villaguay, en Entre Ríos, donde se encontró con el correntino que entonces tenía 95 años. «Volviendo a los servidores de la patria me impresionó aquí un pobre viejo ciego, que encontré sentado delante de la entrada del hotel con un chico que le servía de guía», comenzaba la nota.
Lo que hizo después de esa presentación, fue transcribir lo que habría sido su conversación con el ex soldado correntino. El veterano hizo un repaso de su vida y en pocas palabras le resumió su suerte al caer en la ancianidad.
Cuando Vaccari le preguntó por su nombre, él respondió: «Juan Manuel Fernández, señor. He nacido en el año 23 (1823), el día de San Juan, así que he cumplido 95». Inmediatamente después, consultado por si fue soldado, el anciano le hizo un breve repaso de su pasado como valiente defensor de la patria.
«Sí señor. Empecé en el año 40 (1840) a servir a la patria, estuve en Cepeda y en Caseros, serví con Crispín Velázquez, Joaquín Gamarra, Laureano López, Ventura Goró. Sabían llamarme ‘Yaguarete Corá’, soy correntino pues».
A LA ESPERA
DE LA CARIDAD
Luego, el cronista le consultó por la condición en la que entonces vivía. «¿Y cómo se la pasa, amigo?», le preguntó y el correntino le contó sin dar muchas vueltas que vivía de la caridad. «Ya lo ve: pidiendo limosna, ciego, inútil, sin un medio, sigo viviendo mientras haya quien no se canse de darme de comer».
La entrevista con el veterano termina con una consulta de cómo llegó hasta el lugar en el que se encontraba el cronista. Fernández le comentó que le habían dicho que una persona buscaba hablar con «los viejos» y que por eso se acercó hasta allí. «Me mandó la jefatura. Dicen que hay un señor que se interesa por nosotros los viejos. ¿No será usted?», y el cronista le respondió: «Soy yo. Bueno, hoy tendrá usted cómo vivir: sírvase».
El final de este hombre que supo servir a su patria es similar a la de muchos valientes que defendieron a la nación y luego pasaron al completo olvido para la historia. Él lo resumió así: «Mañana puede que Dios vuelva a acordarse de mí, de Yaguareté Corá».
«Enseñad al mundo que sois invencibles»
Como Yaguareté Corá, eran muchos los argentinos que se sintieron identificados con las ideas de la Confederación. El líder era Justo José de Urquiza, quien luego de Caseros iba a convertirse en el primer presidente constitucional de la nación.
Una proclama antes de la batalla decisiva fue recuperada por el Archivo General de la Nación y allí se expresa una arenga hacia los soldados que iban a enfrentar al ejército de Juan Manuel de Rosas.
«Soldados: si el tirano y sus esclavos os esperan, enseñad al mundo que sois invencibles…», clamaba y así lo hicieron los valientes, entre ellos, el valiente Juan Manuel Fernández.
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