Me quedo con sus sonrisas de los años ’70 y también con sus otras sonrisas. Emma Andrea, con aciertos y errores propios de la vida, es ya parte de la rica historia de Corrientes en general y del peronismo en particular. Muchas cosas se dirán sobre ella. Seguramente se escribirán muchas palabras. Yo me quedo con su sonrisa de siempre y su trato amable y maternal. Con las recorridas de campañas electorales. La última, ya con Jorge enfermo, peleando por la precandidatura de senadora nacional. Con sus pasos en el Congreso nacional, como Diputada de la Nación. Con sus charlas largas o breves, ya sea en su casa en la calle Yrigoyen o en San Martín de Tours. En las nostálgicas tardes asunceñas o las de Punta del Este, o en su oficina en el tercer piso del diario Época, que ayudó a fundar junto a don Julio. Me quedo con los bellos recuerdos de la querida doña Emma. Sólo eso.
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