El pasado lunes 4 comenzaron las clases en la Escuela Tarragosera en la Casa del Bicentenario de Curuzú Cuatiá. Este espacio municipal ofrece clases gratuitas y abiertas a todo público.
El profesor a cargo es el músico y acordeonista Rubén Rodríguez quien, en diálogo con EL LIBERTADOR, habló de los primeros cimientos sobre los que se construyó la misma.
«La idea surgió de Antonio Tarragó Ros, hijo del maestro, que en un festival federal dijo que le gustaría que funcionara una institución que continuara transmitiendo el legado de su padre a otras generaciones y salieran nuevos músicos«, comenzó.
«Y así fue que, en aquel momento, se recogió el guante y las autoridades municipales decidieron crear esa institución», contó alegremente.
Destacó el acompañamiento de la Municipalidad de Curuzú Cuatiá, a través de la Dirección de Turismo y Cultura, «para darle a la gente este servicio tan lindo, como es un lugar donde puedan aprender a interpretar el chamamé».
CHAMAMECERO
La escuela abrió sus puertas en 2013 y ya son 11 años en funcionamiento. «Por nuestra escuela pasaron muchos alumnos y algunos ya con vuelo propio. Tenemos gente que está recorriendo los escenarios: Ezequiel Fernández, Milagros Dalmasso, Julián Báez y tantos otros que interpretan no sólo el acordeón, sino también guitarra. Se les enseña parte de canto y recitados, que es lo que hace a la música tarragosera», detalló.
«Tenemos como profesor adjunto al músico Juan José Coty Estigarribia. Realmente para nosotros es un compromiso y un orgullo poder seguir transmitiendo a las futuras generaciones el legado que nos dejó don Tarragó Ros, y más en este momento en que el chamamé fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad«, expresó.
«Lo que nos obliga a, con mucha seriedad y con respeto, enseñar no sólo la parte musical sino también la personalidad que tiene que tener un músico chamamecero cuando se presenta en los escenarios y en su cotidiano andar entre la gente y el público», apuntó, como un detalle interesante y particular de esta institución.
MI HIJO, EL MÚSICO
«Por eso decíamos que estamos contentos, porque son 11 años en los que venimos sembrando y estamos cosechando las semillas», manifestó Rodríguez.
Destacó el interés juvenil en la música y, contrario a otras épocas, el apoyo que reciben desde sus familias.
«Nos sentimos felices de ver que hay tanto interés en los ‘gurises’, porque las cosas cambiaron. Hace 40 o 50 años atrás, la palabra músico era algo prohibitivo», señaló.
«Los padres se asustaban y cualquier papá decía: ‘No, no quiero que mi hijo sea músico, quiero que trabaje’. Y hoy, es todo lo contrario, muchísimos padres quieren que los ‘gurises’ vayan a la escuela musical, justamente para alejarse de tantos peligros que hay en la calle y que estén entretenidos en algo que es tan noble como interpretar un instrumento«, enfatizó.
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