Matías Eduardo Sosa es un joven artista correntino con discapacidad visual. Hoy tiene 21 años y desde los 12, cuando le detectaron una enfermedad autoinmune que afectó sus ojos, prácticamente tuvo que aprender otra vez a movilizarse solo en las calles. En ese proceso, un elemento fue fundamental para él y teniendo en cuenta que hoy se conmemora el Día Mundial del Bastón Blanco, decidió contar su experiencia a EL LIBERTADOR para ayudar a educar a la sociedad sobre estas herramientas inclusivas que le permiten a las personas con ceguera o disminución de la vista volver a caminar en vía pública de forma independiente.
«Cada 15 de octubre se conmemora el Día del Bastón Blanco. Esta fecha se declara por la Unión Mundial de Ciegos en París en el año 1980. Se celebra, más que nada, para recordar a todas las personas la importancia del uso de este elemento y para normalizar en la sociedad, justamente, la inclusión de todos aquellos que tienen alguna discapacidad visual. Y, que de esta forma tengan igualdad de oportunidades y puedan movilizarse sin problemas en la vía pública», contó Matías.
También quiso dejar en claro que el blanco no es el único color para estos bastones. «Algo que mucha gente no sabe es que en Argentina se utilizan tres tipos de bastones: el blanco que es para personas con discapacidad visual, ceguera; el verde que es para personas con disminución visual (lo que yo tengo); y el blanco con franjas rojas, para las personas sordo-ciegas, que son hipoacúsicas y también tienen ceguera», detalló.
«Estos instrumentos tienen distintos colores para diferenciar, justamente, las distintas patologías. El objetivo es que la sociedad los reconozca y así puedan ayudar a las personas con discapacidad visual», dijo Matías y recordó que el pasado 26 de septiembre fue, precisamente, el Día del Bastón Verde.
«Este elemento es para las personas que tienen un alcance muy limitado de su campo visual. Por lo general son quienes no ven de un lado, mientras que del otro, tienen una capacidad muy reducida. Esto se da más para que las personas con baja visión como es mi caso, nos podamos movilizar sin estar chocando todo a nuestro paso», describió y fue en este punto que mencionó también su experiencia particular cuando los demás no saben distinguir entre los colores de los bastones.
«Normalmente cuando las personas ven a alguien con un bastón piensan que es un ciego. Pero difundir esta clase de información sirve para que se reconozcan que, dependiendo del bastón que uno use, se sabe que tiene su determinada discapacidad visual. A mí me pasó muchas veces que, por ejemplo, cuando voy en colectivo y de golpe saco mi celular para responder un mensaje o mirar la hora, los otros me ven y se me quedan viendo con desconfianza como que no soy un ciego y estoy fingiendo. En realidad no soy ciego, pero tengo un alto grado de disminución visual y por eso tengo que usar mi bastón», relató.
«Hay mucho desconocimiento y eso tiene que cambiar porque la ignorancia es un arma de doble filo porque no solamente ataca a la persona que tiene un problema, sino también a toda la sociedad. Todos necesitamos saber y aprender muchas cosas, todavía más sobre la discapacidad que es algo que debe todavía normalizarse más para que haya más inclusión», insistió.
OBJETIVOS
A ALCANZAR
Matías dijo también que uno de sus objetivos es ayudar a tener una sociedad más inclusiva. Y trabaja mucho para lograrlo. Por ejemplo, en la elaboración de dos proyectos de ley para las personas con ceguera o disminución visual.
«El primero apunta a que en todos los transportes públicos se pueda poner una pegatina donde se explique con información sencilla, todo lo que se pueda acerca de los tres tipos de bastones que se usan, para que las personas puedan ir aprendiendo. Y, el segundo, que cada persona con discapacidad visual que estudia en la universidad o en algún instituto terciario pueda disponer de una junta evaluadora para que su diseño curricular pueda ser adaptado. Hay muchas formas de discapacidad y con cada una hay diferentes formas de aprender. Es muy importante que la igualdad de oportunidades se dé también a la hora de contar con un materia de estudio acorde», explicó sobre las propuestas que elaboró con la colaboración de la diputada Albana Rotela.
«Lo que más queremos las personas con discapacidad es aprender y poder sumar. Queremos sentirnos útiles y poder ayudar a los demás. Como dije, no existe una sola discapacidad, hay muchas y si lo pensamos un poco, todas las personas estamos un poquito rotas y remendadas con alambre. Por eso necesitamos ser escuchados y el educar hace a la sociedad más inclusiva».
Muy agradecido
Con alguna que otra dificultad, Matías dijo estar muy agradecido con muchas personas que estuvieron presentes cuando él y su familia más lo necesitaron.
«Yo le quiero dar las gracias siempre a todas las personas que me ayudaron, en particular con los profesionales del Centro de Rehabilitación Valentín Haüy. Son personas que día a día se ‘juegan la camiseta’ con el solo objetivo de ayudar a los demás. Ellos me enseñaron, me ayudaron y me mostraron que podía movilizarme solo. Con eso me dieron algo muy lindo que es poder ser independiente. Les voy a estar eternamente agradecido», dijo.
También nombró a Juan Enrique Braillard Poccard por la ayuda que le dio a él y su familia cuando más necesitaron. «Es una persona muy importante para nosotros. Fue él, el que me consiguió mi bastón porque acá no había y eso no puedo dejar de decirlo», remarcó.
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