ace muchos años funciona el refugio Mi Cristo Roto, aunque en su momento fue un lugar que albergaba a personas en situación de calle en las noches de frío, ahora se convirtió en un hogar en el que pasan sus días ocho hombres en condiciones vulnerables.
En diálogo con EL LIBERTADOR, la encargada Mariela Revidatti manifestó que por cuestiones de protocolo cuenta con una ayuda reducida y que cambiaron las condiciones para evitar problemas de convivencia.
«No tenemos la asistencia de antes, no se reciben más, tenemos solamente los nuestros. Además subimos la edad a partir de los 40, porque en años anteriores tuvimos muchos inconvenientes con los jóvenes que venían, que en su mayoría eran drogadictos y causaban peleas», admitió.
Agregó: «Ahora tenemos ocho hombres que están todo el día, con la pandemia nosotros convertimos el refugio en un hogar de nuevo».
Indicó que reciben ayuda del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia y también en cuestiones de otras necesidades como cuidados y atenciones médicas.
«Toda nuestra gente grande con problemas de salud, algunos tienen diabetes, úlcera en la pierna», señaló.
En cuanto a la situación de cada uno de ellos, si bien se respeta la privacidad, en algunos casos tienen familia pero están muy distanciados.
«Hay tres hombres que estaban en la calle y ahora están en el refugio. Uno de ellos era el que estaba atrás de Aguas, que ahora está postrado porque tuvo un coma alcohólico y el Hogar, los otros muchachos lo ayudan», reveló.
En este caso por ejemplo, la encargada contó que una hermana y un amigo suelen visitarlo, «no tiene hogar porque no quiere, el quiere vivir en la calle», explicó.
«Otro hombre que también estaba en la calle y que ahora está con nosotros es una persona que muchos lo habrán visto pidiendo plata en el Banco»; contó.
APOSTOLADO
La encargada Mariela Revidatti señaló que el terreno pertenece al Arzobispado, es el apostolado La Mendicidad, que inició con un grupo de jóvenes y que luego quedó ella al frente.
Relató que no es fácil estar al frente del albergue, que a veces es complicado manejarse con personas que vivieron en la calle y que no está acostumbrada a convivir.
«Algunos tienen carácter muy feo o son egoístas. Y en esos casos se trata de charlas, de poner reglas y buscar la manera de que puedan estar bien», sostuvo.
A todo esto contó que son muchos años al frente, más precisamente desde el 2000 y con ahora es «mi misión, mi llamado de Dios, mi apostolado, mi camino al cielo», dijo.
Si bien cuenta con asistencia oficial, señaló que las personas interesadas en colaborar lo pueden hacer con comida y materiales de limpieza y lo pueden acercar en Niño Jesús 829.