El 11 de febrero de 2023 seguramente quedará marcado para siempre durante el resto de su carrera deportiva y de su vida también, porque ese día se metió en un laberinto del que aún hoy no encuentra escapatoria. Pero parece estar más cerca. Parece que ahora sí se ve luz al final del camino. Luego de varios meses de mucha incertidumbre, de mucha angustia y de momentos de profunda tristeza, todo parece indicar que la vuelta a las canchas de Marco Giordano está cada vez más cerca. Pero eso no es lo importante, o no tanto en realidad, porque ya lo estuvo en otras ocasiones, lo que ahora sí es distinto es que ahora parece que sí es real.
La historia cuenta que Giordano, una de las jóvenes joyas del básquet argentino, tuvo una lesión en su cadera hace varios años, la que le demandó un par de operaciones. Luego de las intervenciones, el resultado fue favorable y pudo volver a jugar. Pero con el tiempo, varios años después, apareció una lesión un poco más grave: una tendinopatía en el tendón rotuliano de la rodilla izquierda.
El rosarino dio sus primeros pasos en su amado Temperley de su Rosario natal. Regatas Corrientes vio con buenos ojos sumar al joven a su cantera y se lo llevó cuando todavía era chico. Empezó a dar sus primeros pasos en el Remero, le llegó la chance de vestir la camiseta de Argentina y lo hizo de buena manera en el Premundial U18 de 2018. Allí fue uno de los principales referentes de un equipo con nombres importantes de la prometedora camada 2000, como Leandro Bolmaro, Francisco Cáffaro, Juani Marcos y Juan De la Fuente. Además, participó de los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2018 que se desarrollaron en Buenos Aires y ganó la medalla de oro con Argentina.
En Regatas fue ganando protagonismo, se metió en la rotación y jugó durante 7 temporadas en la institución. Pasó su lesión de cadera, volvió a jugar, recuperó sus minutos, entró nuevamente entres los principales miembros del plantel, hasta que una nueva lesión detuvo de nuevo su crecimiento. Hoy, próximo a cumplir 24 años, lejos de esperar salir campeón o ganar, tiene un solo deseo: volver a jugar.
Hace unos meses nos comunicamos con Marco para saber cómo estaba de salud y si quería contar su actualidad. Pero en ese momento nos pidió tiempo, que lo esperemos. Hace algunos días nos contactamos de nuevo y su respuesta fue, ya con otro semblante: “Estoy mejor, todavía me falta para poder volver a jugar, pero estoy bastante mejor a la última vez que hablamos”. Su futuro está lejos de Argentina. En los próximos días se irá a Italia para continuar con la última etapa de su recuperación y sumarse a un equipo que juega en la Serie B.
-¿En qué situación estás en este momento?
. Estoy en lo que sería la última etapa de mi rehabilitación. Estimamos que aún me faltan alrededor de dos meses para poder estar al ciento por ciento y poder jugar. Estoy haciendo tres estímulos intensos de cancha semanales, algo que hace mucho no podía hacer. Aparte todos los días hago gimnasio. La idea es que a partir de la semana que viene sean cuatro entrenamientos en cancha. Me costó llegar hasta este punto pero veo que voy progresando, algo que antes me costaba más.
-¿Cómo se originó? ¿Es algo crónico?
. Es una disfunción del movimiento, sin dudas, y de la fuerza. También me dijeron que se originó por sobrecarga y de todo esto que te comentaba, la mala estructura que tenía mi cuerpo, por llamarlo de alguna manera, las secuelas de la operación de cadera y otras disfunciones más. Al estar tanto tiempo parado y con dolor, ese dolor se hizo crónico. Pero no me va a doler toda la vida, sino que tiene solución.
-¿Hay forma de contrarrestarlo ahora o ya lo pasaste?
. El dolor sigue estando y va a seguir estando tal vez un par de meses más. Lo importante es que yo pueda convivir con ese dolor y pueda jugar. En este momento sigo sintiendo alguna molestia, pero me deja hacer cosas.
-¿Cómo hiciste para convivir durante todo este tiempo con el dolor? Tenés 23 años, 6 como profesional, y cuando tendrías que estar en la cúspide de tu carrera, tuviste que parar un año y medio.
. La verdad que fue bastante complicado en cuanto a lo psicológico. En muchas situaciones me encontré perdido y sin solución. Pasé por muchos kinesiólogos, muchos médicos, muchos traumatólogos y a mi lo que más me quemaba la cabeza es que todos me decían que no era una lesión grave o que no era una lesión que te llevaba más de un mes y medio de recuperación. Cuando estaba en Regatas y me estaba tratando, en un momento no me sentía cómodo y no veía un norte en cuanto a la recuperación, entonces decidí hacer la rehabilitación en Rosario. En ese momento, que era febrero de 2023, me dijeron que me iba a llevar un mes o un mes y medio, entonces quedé con el club que pasado ese tiempo yo volvería ya recuperado. Pero ese tiempo se convirtió en un año y 6 meses. Estaba estancado. Nunca me sentía mejor. Al contrario, me sentía peor, entonces no entendía qué pasaba y me costaba procesarlo. Pasó esa temporada, fue bastante frustrante no poder volver, porque sentía mucha culpa de no haber podido cumplir con mi palabra, responder a esa confianza que me dieron. Igual creo que lo peor vino después. En ese tramo cambié de kinesiólogo también. En julio del año pasado, durante las vacaciones, tampoco encontraba respuestas, no me sentía cómodo. En un momento estaba haciendo básquet, pero no sentía que la rodilla me respondiera bien y tuve que volver a empezar de nuevo. Encima, en la temporada pasada, yo había arreglado con Regatas de nuevo porque supuestamente iba a estar listo para octubre. Fui al club para terminar de recuperarme, porque en teoría me quedaban dos meses de rehabilitación, pero tampoco pude terminar de hacerlo ahí. Entonces me volví a Rosario a principios de la temporada pasada y ahí fue cuando sentí que no iba para ningún lado, como que no tenía solución. Iban unos seis meses de la lesión. Porque si vos me decís que tenés una lesión de rotura de ligamentos, sabes que te lleva 9 meses volver a jugar, en cambio en mi situación era un mes y medio, llegaba ese mes y medio y me decían dos meses más, entonces se iba estirando la situación sin saber cuál era el tiempo que me iba a llevar la recuperación. Además, tenés una organización, ciertos pasos. Lo mío era avanzar, avanzar, llegar y ahí decir, ‘no, me parece que por acá no es’ y retroceder. Así varias veces. Encima sentía mucha culpa de comprometerme con Regatas porque pensaba que me iba a recuperar, eso no pasaba y era una carga extra. Me pasó dos veces lo mismo.
-¿Te sentiste retirado o pensaste en retirarte en algún momento?
. Si, me sentí re contra retirado. Fue bastante duro. Siempre pensé en un plan B. En un momento me costó aceptar que no iba para ningún lado, que quizá no funcionaba, que no había solución. Y empecé a pensar en opciones B para ver por dónde encarar las cosas, porque era totalmente impensado para mi a esta edad dejar de jugar. Juego desde muy chiquito y era un golpe duro, grande. Pienso que lo sería para cualquier jugador. Sí, lo pensé y hasta llegué a pensar: ‘ya está, no juego más. Me voy a seguir rehabilitando para tener calidad de vida, pero no piso más una cancha de básquet’. Pero Gracias a Dios hubo mucha acá en Rosario, en mi casa, que me ayudó y que además me hizo despejarme y eso fue fundamental.
-¿Qué importancia tuvo el hecho de estar en Rosario?
. Muchísima. Tener esa contención familiar y de los amigos fue fundamental. Me dio fuerzas y energías para seguir.
-¿Tuviste ayuda profesional en la parte psicológica?
. Al principio no. Además, es como que no tenía fin. En realidad, no tiene fin. Todavía me falta, pero por lo menos ahora siento un norte, que avanzo, que estoy bien psicológicamente, motivado. Hubo momentos en los cuales no tuve ganas de hacer nada sinceramente. Ni entrenarme, rehabilitarme… no tenía ningún tipo de entusiasmo. Vivir ese momento de decir ‘yo no quiero hacer más esto’ fue duro. Pensé que eso no iba a pasarme nunca, más que nada porque para mi el básquet es mi vida y que me pase eso y estar peleado con el básquet, fue una sensación rara. Si, tuve ayuda. Me costó porque no soy una persona muy expresiva, me cuesta abrirme y también me costaba con el psicólogo. Hasta hace no mucho me costó, pasé por varios y como que no me sentía cómodo con ninguno. Cuando pasó lo de la cadera arranqué con uno en Corrientes. Con él me llevo muy bien y trabajamos varios años, pero llegó un momento en que dejamos de trabajar porque yo me sentía bien, no lo necesitaba. Ahora con este tema de la lesión es como que quise ir por otro camino, pero no me sentía cómodo con ningún psicólogo, por mi principalmente, por mi forma de ser. Hasta que hace unos meses encontré una con la que me siento cómodo, puedo expresarme y trabajar sobre lo que me pasa.
– Hablabas recién de que desde muy chico estás ligado al básquet. Sos jugador profesional y se habló mucho de vos por tus condiciones, ¿sentís que por ahí lo que se dijo, las expectativas, te influyó psicológica y físicamente?
. Sí, puede ser que sí. Yo también soy una persona que me exijo demasiado, me autoexijo y tal vez he pasado algunos límites. La verdad es que no tengo una respuesta concreta pero puede ser. Soy consciente de que el hecho de haberme puesto el nombre de promesa me jugó en contra. No te lo puedo asegurar, pero puede ser. Quizá fue solo por las caderas, o por otras cosas, pero puede haber sido un factor. Me pesó un poco y también lo pude trabajar. Ahora estoy más liberado de esa carga y me importa menos. Hoy en día mi único objetivo es volver a jugar y disfrutar adentro de la cancha. Eso es lo que busco y, si lo logro, seguirá siendo lo más importante, más allá de dónde llegue o dónde juegue. Volver a disfrutar del básquet. Creo que en los últimos meses me olvidé de eso.
– Hoy, desde tu situación y tu lugar, ¿pensás que podés darles algún consejo o recomendación a otros chicos?
. Sí. Primero por el lado del estudio. En un momento pensé que no iba a poder jugar más y dije, ‘¿ahora que hago?’. Algo que me arrepiento es no haber estudiado y eso me pesaba. Ahora voy a empezar a estudiar. Uno piensa que el básquet no se corta nunca o muy de grande. Por otor lado, el cuidado del cuerpo: la alimentación, el descanso, el ejercicio, porque es el elemento que utilizamos para trabajar. Y, obviamente, la cabeza, que es más que importante.
Crédito: Federico Radulovich / [email protected]