Los asientos de los aviones de Aerolíneas Argentinas se han convertido en un tema de la alta política nacional, pero también transcurren en la conversación de bares, mesas de tallarines familiares de domingo y obviamente, redes sociales. Para algunos, la gran mayoría de los argentinos, ese debate tiene un condimento particular: el precio. Para otros, especialmente para la dirigencia sindical que maneja el sindicato de pilotos, es un derecho, que debe ser gratis, o a poco valor, prácticamente indiscriminado y, además, debe contemplar el traslado cómodo. Para aquellos, la clase ejecutiva es un pasillo que los lleva a los asientos de atrás. Para los otros, el hábitat.
Ahora bien, la pregunta a contestar es la siguiente: ¿Cuántos pasajes por año tiene un piloto de la empresa estatal? La respuesta corta, que merece ser explicada por lo particular, es la siguiente: un juego gratis por año para toda la familia directa. ¿Eso es todo?, preguntará el lector. Pues no. Además de ese pack vacacional, si paga el 10% del precio, la empresa le da un talonario infinito, siempre que haya lugar en el avión. Y si cancela el 25% de aquella tarifa, pues también podrá disfrutar los que quiera para su familia ampliada, un concepto que incluye a la parte política o a quien desee, siempre y cuando lo acompañe. Es decir, si aporta un cuarto (de la tarifa no del precio final), puede pedir los pasajes que quiera. Al infinito; y más allá.
Una más antes de explicar cada uno de los beneficios de los comandantes: una vez jubilados se mantiene la posibilidad de pedir boletos gratis. Hay restricciones, pero no tantas. Es decir, un derecho perpetuo que no se agota con la jubilación. Y antes de que el lector pierda su capacidad de asombro: los pasajes gratis de los pilotos alcanzan a los padres, en caso de que el comandante sea soltero. Y si es casado también, siempre que no ocupe las plazas otorgadas a los hijos.
LA NACION accedió a un trabajo que la gerencia de Recursos Humanos preparó el 1° de diciembre de 2020 y que se actualizó el 10 de marzo de 2023 y, recientemente, el 24 de mayo de 2024. “Pasajes al personal” se titula. “Los pasajes son otorgados como un beneficio social para el personal en actividad, su “Grupo Familiar” –clasificado, de acuerdo a su cercanía y estado civil del titular, en Grupo Familiar Básico (GFB) y Grupo Familiar Habilitado (GFH)–, y también para el personal jubilado en la empresa y/o pensionado”, empieza el documento.
Lo primero que hay que contar es la diferenciación entre los grupos familiares. El básico, a su vez, se divide en dos. Los pilotos solteros, viudos, separados o divorciados, podrán entregar un pasaje sin cargo a padres (naturales o adoptivos); hijos (propios, del cónyuge o concubino/a actual y los considerados a cargo) siempre que sean menores de 21 años, y hasta los 25 si acreditan algún tipo de estudio.
Los que tengan vínculo matrimonial, suman, además, al cónyuge, sea legalmente o que se pueda probar con algún certificado de convivencia, y los hijos de la pareja. Todo este universo de familiares del piloto acceden a un pasaje “vacacional” por año, con reserva y lugar asegurado. Hasta ahí, más allá de la extensión de la familia, son beneficios de mercado. Claro que “ese mercado” no necesita un millón y medio de dólares diarios para compensar las pérdidas.
Pero luego, vienen los pasajes por los que se paga muy poco: apenas el 10% de la tarifa, no del precio al que lo compra un pasajero que ya tiene aplicado impuestos sobre una base imponible más alta. El afiliado al gremio de pilotos podrá pedir si ningún límite pasajes a ese precio de oferta para sí, para su pareja, para sus hijos menores de 24 años y para sus padres. Que se entienda: sin límites.
Hay otro paquete más con el que se podrá conseguir un boleto aéreo a cambio del pago del 25% de la tarifa. Tienen hasta 9 pasajes de los cuales como máximo 6 pueden ser usados para tickets “no name” (personas fuera de su grupo primario y que integran el Grupo Familiar Habilitado). Acá los beneficiarios pueden ser, además de los del grupo directo, yernos, nueras, sobrinos, cuñados suegros y abuelos.
Luego, los comandantes podrían pedir un ticket para cualquiera -sí, para cualquiera-, siempre y cuando ambos viajen juntos. Para el final la frutilla: en estos convenios los pilotos y su familia viajan con clase ejecutiva confirmada, nada de estar sujeta a que haya disponibilidad.
No todos tienen la misma cantidad de boletos gratis. El resto de los trabajadores tienen pasajes vacacionales, uno por licencia para el empleado y su grupo familiar (máximo 4, excepto que tenga más de 2 hijos menores) y la plaza puede ser sujeta a espacio en clase económica, o confirmada o con upgrade dependiendo de su categoría y convenio. La gran mayoría son solo económica, la principal diferencia con los pilotos, que viajan a puro champagne con clase ejecutiva confirmada.
Obviamente, la única limitación que hay respecto de los destinos es que sean servidos por Aerolíneas Argentinas. De acuerdo a números de la empresa, los vuelos más pedidos son Miami, Madrid, Bariloche, Cancún y Punta Cana, en ese orden. Un dato que sirve: los pasajes pueden ser ida y vuelta o circular, y se pueden usar hasta cuatro tramos por pasaje.
Ahora bien, tanto en la compañía como en el sindicato de pilotos que maneja Pablo Biró saben que estos acuerdos están firmados. No se trata de un capricho de nadie, sino de continuas concesiones que la gestión de La Cámpora le hizo durante muchos años al gremio. Todo está firmado. Nadie duda de eso, el punto es que siempre se pagaron con la billetera automática del Estado. Ahora, el nuevo dueño de ese objeto de deseo, el presidente Javier Milei, dice que hay que arreglarse con menos. No se trata de discusiones respecto si está o no firmado, sino de que en este tiempo, esa clase de beneficios, no son prioridad de la Casa Rosada.
Además, hay otros temas que distinguen a los hombres de Biró de gran parte de la industria. En promedio, los comandantes de la línea aérea estatal vuelan 40 horas contra 80 del mercado. En ese mundo competitivo, los pilotos llegan por su cuenta a trabajar, siempre y cuanto el servicio empiece en la ciudad donde vive. En empresas colegas, la jornada se computa desde ese momento en que llegan a su trabajo; en Aerolíneas Argentinas, los pasan a buscar en auto de alquiler y las horas se calculan desde que les tocan bocina.
Los asientos de los aviones que ofrece la aerolínea estatal se convirtieron en tema de debate. Para unos, un privilegio; para otros, un derecho. Para los argentinos, un costo más a pagar con impuestos.
FUENTE: LA NACIÓN