En la barriada capitalina, que se viene desarrollando en los últimos 5 años con constantes edificaciones particulares, se viene acusando un escenario de constante inseguridad.
En 2023, la cosa parecía haberse desmadrado, con constantes robos en los domicilios, muchos de ellos con obras en pleno desarrollo. Y por ese entonces, reclamaban mayor presencia policial.
Fue así que, en mayo de este año, se inauguró una comisaría (para muchos mal ubicada), que se encuentra al lado del predio del Centro de Jubilados de Corrientes.
Sin embargo, a pesar de ello, en las últimas semanas, los delincuentes arremetieron con fuerza. No sólo retomaron las andanzas de ingresar a terrenos con edificaciones en pleno desarrollo, donde se llevan materiales de construcción, bombas de agua, y demás objetos que puedan trasladar. Le agregaron la variable del ataque.
Un hecho de características alarmantes sucedió en la calle Pitogüé y El Zorzal, donde tumbaron parte de un muro para ingresar a una vivienda. Es más, dentro de la residencia había una señora sola que pudo advertir la «entradera».
Los gritos y la solidaridad de los vecinos permitieron ayudarla y provocaron que los ladrones huyeran.
«VIEJOS» Y JÓVENES
CONOCIDOS
Uno de los condimentos que colaboran para esta coyuntura de inseguridad tiene que ver con la edad de los malhechores y las leyes vigentes. Prácticamente todos los que fueron atrapados en pleno acto delictivo o que fueron vistos en la huida no superan los 18 años.
Eso se traduce en la ya conocida «puerta giratoria», cuestionada por la ciudadanía desde hace años en todo el país y que se traduce en escenarios como los que la gente padece en El Perichón.
La gente sabe quiénes son y también los policías, pero estos últimos reconocen a los propios residentes que tienen las «manos atadas» a la hora de actuar.
COMISARÍA
De esta manera se abre otra variable que influye en el contexto. La nueva dependencia favoreció la presencia policial con constantes recorridas de los patrulleros. Aunque después esa iniciativa cesó.
Según comentaron los vecinos en distintos grupos de Whatsapp, que conformaron para colaborar en advertirse entre ellos y a los oficiales, hubo un cambio en los mandos de la dependencia, con una impronta más pasiva de la nueva autoridad policíaca.
Esto, sostienen los damnificados, se advirtió de inmediato, porque los patrullajes dejaron de tener la constancia que había mostrado no bien se inauguró el edificio de la fuerza.
Aunque no son pocos los que hicieron hincapié en un detalle: la ubicación de la comisaría. Es que la mayoría de los ladrones -tal como manifiestan las víctimas en las redes- remarca que, al encontrarse en el «fondo» del barrio, no ofrece ninguna resistencia logística para los delincuentes.
Para muchos, debería haberse instalado en el camino principal (de acceso), puesto que quienes cometen los robos provienen de otros lugares, siendo esta la única conexión vial con la que cuentan para huir.
Sin embargo, la dependencia está emplazada a metros del camping del Centro de Jubilados, lindante al río Paraná. Lo que hace observar desde atrás todo lo que sucede. Obligando al patrullaje constante hacia los domicilios que se encuentran hacia la ruta 12. Lo que hace una extensión considerable al momento de actuar de la fuerza pública, perdiendo la ventaja del tiempo que, en todos los delitos, es vital.
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