La comunidad católica de San Luis del Palmar fue protagonista de una jornada histórica, el domingo 15, con la inauguración de la segunda torre campanario de la parroquia San Luis Rey de Francia, un sueño anhelado durante más de cien años. El acto estuvo presidido por el gobernador, Gustavo Valdés y el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, quienes destacaron la importancia de esta obra como símbolo de fe, unidad y progreso.
El templo, ubicado frente a la plaza principal, es un ícono neocolonial diseñado a finales del siglo XIX por el ingeniero Juan Coll, quien también proyectó la Catedral de Resistencia (Chaco). La construcción de la nueva torre completa el diseño original de la iglesia, inaugurada en 1919, y dota al edificio de una monumentalidad única.
La nueva campana, fundida por los artesanos Gonzalo y Miguel Bellini, lleva grabada la frase: «Cada vez que suena mi dulce voz, es la voz del pueblo peregrino alabando y suplicando al Señor». Este mensaje simboliza la profunda religiosidad de San Luis del Palmar, conocido por su fervor y tradición peregrina.
Durante la ceremonia, Valdés destacó el esfuerzo colectivo y gubernamental detrás de la obra, que incluyó no sólo la construcción de la segunda torre de 30 metros, sino también la restauración integral del templo. «Hemos cumplido con la promesa de darle a este pueblo un lugar renovado», dijo el Gobernador y resaltó que la comunidad pudo superar adversidades como inundaciones, sequías y la pandemia, con esfuerzo conjunto y fe.
Por su parte, monseñor Stanovnik enfatizó que las torres campanario apuntan al cielo, recordando el compromiso de los creyentes de compartir su vida con los demás. La jornada incluyó la bendición de la nueva torre, la entrega de homenajes y un emotivo repique de campanas.
El ministro de Obras Públicas, Claudio Polich detalló los trabajos realizados, que abarcaron desde la restauración de pisos, escalinatas y altares, hasta la instalación de nuevos sistemas de iluminación, refrigeración y sonido. Para el funcionario esta obra, que no sólo enriquece el patrimonio cultural y religioso, sino que también fortalece la identidad correntina.
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