La entrega de jóvenes y también de otras edades a la consagración de sus vidas al servicio de Dios y la Iglesia en el Sacerdocio se produce permanentemente en todo el mundo, con un registro floreciente ultimamente en países del Sudeste asiático, así como sigue en la Argentina en general.
Ejemplo de ello es Indonesia, donde hay muchos seminarios repartidos por todi el país que reciben cientos de jóvenes que desean alimentar su vocación al sacerdocio y a la vida consagrada. Llegan de la provincia de Sumatra del Norte, Yogyakarta y Java Central, pasando por Yakarta y hasta Papúa. En una de las últimas Jornada Mundial dedicada a los religiosos y las vocaciones, el embajador indonesio ante el Vaticano, Amrih Jinangkung, manifestó en ese momento en una entrevista que «sólo en el día de ayer monseñor John Liku Ada, arzobispo de Makassar (Célebes meridional), ordenó siete sacerdotes en Tanah Toraja, una zona donde han florecido numerosas vocaciones en los últimos años».
Mientras tanto en la provincia de Corrientes, en la Diócesis de Goya, el año pasado dos jóvenes dieron pasos previos a la consagración final, que es la del Presbiterado; uno de ellos fue admitido al Orden Sagrado, como primero de los escaños, y el otro en el segundo de ellos, la recepción del Ministerio del Lectorado, quienes actualmente de descanso de los ciclos lectivos, volverán para continuar su formación en el Seminario La Encarnación, en la ciudad de Resistencia, Chaco.
ADMISIÓN
El obispo de la Diócesis de Goya, monseñor Adolfo Ramón Canecín, presidió en noviembre en la parroquia Nuestra Señora de Itatí de la ciudad, la misa de Admisión del seminarista Lucas Rubén Manchini, a quien acompañaron seminaristas, familiares, amigos y una nutrida participación de la comunidad.
El joven goyano tiene 23 años de edad, egresó de la Escuela Técnica «Francisco Pinarolli» e ingresó luego al Seminario Interdiocesano La Encarnación y finalizaba el 1° año de Teología.
Mediante el rito de la admisión, el seminarista manifestó públicamente ante el Obispo su propósito de recibir en su momento el Orden Sagrado del Sacerdocio, ceremonia en la que participaron además el vicario general de la Diócesis, Juan Carlos Mendoza; el rector del Seminario La Encarnación, Abel Rubén Taibo; el vicario diocesano para la educación, Pablo Stortti y los formadores del seminario, los sacerdotes Ramón Felipe Espinoza y Lucas Alderete.
«Este hermano nuestro, Lucas Rubén, que hoy se presenta ante nosotros para ser admitido al Orden Sagrado, ha de ser encomendado por nosotros al Señor», dijo en su homilía monseñor Canecín, quien animó a los fieles a «ser obedientes y crear la cultura vocacional», porque «Cristo mandó rueguen al Señor que envíe trabajadores para la cosecha, y Lucas conociendo la preocupación del Señor por su pueblo y teniendo en cuenta la necesidad de la Iglesia, se siente preparado para responder con generosidad al llamado del Señor».
Luego, señaló que por medio del Orden Sagrado, «Lucas, oportunamente, será destinado para continuar el oficio que Cristo realizó en el mundo».
Dirigiéndose al Seminarista le dijo: «Es necesario que continúes viviendo de acuerdo a las exigencias del Evangelio, que te afiances en la práctica de la fe, la esperanza y la caridad» e invitó a un seminarista compañero de formación y al padre Abel Rubén Taibo, como Rector del Seminario, a expresar sus testimonios.
LECTORADO
El obispo Canecín, en diciembre pasado, instituyó además en el Ministerio del Lectorado al seminarista Guillermo Josué Cañete, en el santuario de Santa Lucía, en la localidad homónima.
«A través de este Ministerio, Josué seguirá su camino al Sacerdocio, integrando su corazón con los sentimientos de Jesús» remarcó el Obispo, quien en la homilía de la Misa, concelebrada por sacerdotes de la Diócesis, destacó «la alegría por este acontecimiento tan importante a las puertas de la Navidad».
«Son pocos los seminaristas», reconoció y pidió orar por las vocaciones, reiterando su llamado a «crear la cultura vocacional» y sobre todo encomendó su oración por los jóvenes que se están formando en el Seminario Interdiocesano e instó a los fieles a orar por «este hermano Seminarista para que, animado por el Espíritu Santo, desempeñe con fidelidad el Ministerio para el que ha sido llamado por Dios en la Iglesia».
Josué, como es conocido, es oriundo de la ciudad de Esquina. Fue bautizado por el presbítero Rubén Cattay en la parroquia Santa Catalina y transitó su infancia en el barrio Mancini. Sintió su atracción por la vida sacerdotal desde muy niño, durante una misión que se realizó en la plazoleta de su barrio donde se erigió una ermita a Nuestra Señora de Guadalupe, misión que encabezaba el obispo de entonces, Luis Stöckler con los entonces seminaristas, ahora ya sacerdotes, Ariel Giménez, Adolfo Gutiérrez, Juan Carlos Mendoza, quienes se formaban también en el Seminario Interdiocesano La Encarnación.
En esa misión se fundó una Comunidad de Base, con muchas actividades y en especial con los niños, entre ellos Josué, donde compartían la Palabra de Dios, con dinámicas grupales, juegos infantiles y cantos religiosos. «Eso caló mucho en mi corazón», el ahora flamante lector de la Palabra sagrada.
Cursó sus estudios primarios y algunos de la Secundaria en el Colegio Divino Salvador y a los 13 años de edad se trasladó con su familia a vivir en una provincia del Sur del país, donde fue animador del grupo de Infancia y Adolescencia Misionera, donde sintió mayor atracción por la Iglesia.
Cuando ya tenía 20 años, regresó a Esquina y se integró a un grupo misionero donde sintió con mayor fuerza el llamado a la vida sacerdotal y recientemente egresó del Seminario La Encarnación.