El mensaje puede parecer reiterativo, pero qué le hace una mancha más al tigre, o en este caso, al gallo malo: es raro que San Martín de Corrientes tenga alguna deuda con su juego, con su compromiso, e incluso, con su gente. Porque está en su filosofía, está en su idea, está en su química. Está en la propuesta de Vadell. Está en cada acción. Está en el correr, en pasarse el balón, en jugar, en tirar, en defender, en ayudar, en dejar todo en cada pelota. Está en la esencia de un equipo que tiene la vara alta, por todo lo que fue construyendo en los últimos años.
Con la mezcla justa de experiencia y aire fresco, con piezas importantes tanto en el perímetro como en la pintura, San Martín de Corrientes empezó la Liga a un nivel superlativo. En cuatro partidos, acumuló cuatro victorias, luego de lo que fue la derrota ante Instituto en la semifinal del Súper 20, donde se quedó con un sabor amargo. Porque claro, así como ahora, las expectativas estaban altas, después de una gran fase regular donde cosechó 7 triunfos y 2 derrotas.
Pero el poder hacer borrón y cuenta nueva también fue parte de su esencia, y lo plasmó desde el debut: comenzó con su visita a Buenos Aires, donde le ganó a Platense en un partidazo por 79-75, y luego viajó a Río Gallegos, donde derrotó a domicilio a Hispano por un categórico 74-60. Ya en tierra santa, se despachó ante Comunicaciones por 85-76 y ante Obras, el pasado sábado, por 74-63.
EL SISTEMA
DEFENSIVO
ES CLAVE
Puede llamar la atención que el goleo a favor no sea tan alto, promediando 78 tantos por juego. En ese rubro, no ingresa en el top 10 de la competencia: está en la colocación 15, junto con Boca (otro invicto). Pero en este deporte, lo que importa también es la cantidad de goles que recibe, y en ese lugar, está último. O primero, como quieras llamarlo: es el elenco menos goleado, con un promedio de 68,5 puntos por partido, con una distancia de casi dos puntos del xeneize (70,3).
Eso es una clave para entender este gran momento del plantel, que incluso se traslada al rubro de los rebotes defensivos, donde es el equipo que más pelotas baja de su propio aro, con 32,5 por encuentro, aunque del otro lado, en el aro ajeno, es el que menos consigue, con 5,2 ofensivos por partido.
Siempre se remarca la gran tarea defensiva que intenta imponer Vadell en sus equipos, que le suele permitir el correr la cancha con ataques rápidos clásicos del básquet moderno, pero este San Martín además tiene un juego vistoso de pases. Gran parte de sus puntos llegan como producto de que todos los jugadores toquen el balón, y encuentren al mejor ubicado para tomar el lanzamiento, sea desde atrás del arco, o desde la zona pintada. Y eso se puede ver en que es el quinto equipo en la tabla de asistencias, con 18,5 por encuentro.
Con 44 triples en 4 encuentros (11 por duelo), es el segundo equipo con más tiros desde los 6,75 anotados, aunque el porcentaje es de 36,7 por ciento de efectividad. En cambio, en el rubro de los dos puntos, es el segundo que menos lanzamientos encesta desde adentro del arco, con 17,5, pero en efectividad, tiene la segunda más alta: 63,6 por ciento, por detrás del 65 por ciento de Instituto.
UN RETORNO
QUE DA CUOTA
DE JERARQUÍA
El reciente arribo de Jonathan Machuca desde México le trajo conducción, jerarquía y experiencia a la base correntina. Llega para ser el escudero de Fabián Ramírez Barrios, que volvió a la entidad rojinegra después de 9 años, y hoy lidera ofensivamente a San Martín, con 12,8 puntos por juego y una valoración de 17 de promedio. Además, aparece Matute Solanas, quien con una media de 12,7 unidades y 11 de valoración por partido, se vuelve, temporada a temporada, cada vez más indispensable para el funcionamiento del equipo, de acuerdo al análisis que ofrece del elenco rojinegro el sitio oficial de la Liga Nacional de Básquetbol.
UN MIX PERFECTO
Como si fuera poco, cuenta con la experiencia de Coco Mainoldi, el corazón de Basabe, la frescura de Ferreyra, la fuerza de Saiz, la inteligencia de García, y la garra de Méndez, con la dirección técnica de Diego Vadell, lo que termina por conformar un plantel envidiable para cualquier organización.
Y San Martín siempre va. Por su gente, por su juego, por sí mismo. Porque tiene con qué, y lo viene demostrando en los últimos años, quedándose a las puertas de los títulos, pero siempre manteniendo la esencia del buen juego, y del buen básquet, que puede ser incluso más difícil que levantar el trofeo.
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