Cada 24 de noviembre, la ciudad de Goya espera el regreso de las golondrinas que migran hasta San Juan de Capistrano, en California (Estados Unidos). Todos los años, estas aves viajan 12 mil kilómetros buscando el calor de la primavera y un lugar donde anidar.
Según TN Goya, se les espera con una serie de festividades en su honor, junto al “Monumento de las Golondrinas”, ubicado en Plaza San Martín, lugar preferido por estas avecillas para anidar. También lo hacen en el campanario de la Iglesia Catedral “Nuestra Señora del Rosario”, en plaza Italia y en Isla Las Damas que se encuentra frente a la costanera de Goya.
Por este hecho, se firmó una declaración que hermana a ambas ciudades. Al finalizar el verano en el hemisferio Sur, migran nuevamente hacia el hemisferio Norte, donde una multitud las espera para agasajarlas en la Misión de San Juan de Capistrano.
Casi todas buscan la compañía del hombre conviviendo con él en las grandes ciudades y poblados. Vuelan exclusivamente de día y pueden desarrollar velocidades de hasta ciento veinte kilómetros por hora.
Generalmente, vuelan siempre al lugar que han hecho el nido en la temporada anterior, por lo menos un componente de la pareja. Las hembras cuidan los huevos durante la incubación que dura entre 12 a 17 días, y pone de 4 a 6 huevos color blanco con puntos grises y marrones. A fines de febrero vuelan hacia el norte, junto a sus pichones ya listos para alimentarse solos.
A VOLAR
Durante el vuelo, es decir, durante los treinta días que el viaje dura, ellas no comen ni beben, puesto que vuelan desde el amanecer a la puesta del sol para no perder tiempo. Vuelan en una altitud de más de 2 km de la superficie terrestre para aprovecharse de las corrientes rápidas y favorables y, además, porque en esa altitud evitan encontrarse con otros pájaros.
Su plan de vuelo dura quince horas diarias, en tramos de 450 km, con una velocidad de 30 km por hora, aprovechándose siempre de los vientos. El vuelo que comienza en Goya sigue por los valles de los ríos Paraná y Paraguay, hasta alcanzar el lago Mirin (entre el límite de Brasil y Bolivia), siguiendo las corrientes dinámicas que producen las masas grandes del aire del Sur que se mueven hacia el Ecuador.
Después de Mirin, de sus cambios de la ruta al Oeste, en busca de los valles de los Andes y, una última travesía más, el Ecuador, van a una altitud más alta del vuelo para aprovecharse de las corrientes dinámicas que producen las masas grandes del aire que se mueven hacia el Polo Norte. No cruzan los Andes hasta que han alcanzado el Golfo de México, y por el Yucatán buscan el Oeste y el Pacífico, para volar a lo largo de la orilla de Baja California y entrar en el valle de la orilla próximo a San Juan de Capistrano, su destino final.