Por NOELIA BARRIOS
EL LIBERTADOR
«De hacer entre 20 y 30 testeos por día, de golpe pasamos a 700 sólo en este puesto». La coordinadora del Centro de Testeos de la plaza Cabral, Ivana de León, explicó así el impacto de la tercera ola de Covid-19 en la provincia. Los números parecen vacíos y, sin embargo, detrás de cada uno está el trabajo de un grupo de personas que hace casi dos años le hace frente a la pandemia. Son los hisopadores, cuya labor no sólo carece de mayor reconocimiento, sino que además carga con la incomprensión de la gente.
«Son trabajadores vitales en la lucha contra la pandemia: sin un hisopador que esté realizando un test, no hay un diagnóstico, por ende, no hay una persona positiva o negativa. Es fundamental el trabajo que hacen a lo largo y ancho de toda la provincia», remarcó De León a EL LIBERTADOR y, a través de su experiencia relató cómo fue y es estar en el frente de combate.
«Al principio éramos muy optimistas, pensábamos que la pandemia se iba a terminar pronto. Nunca se nos ocurrió que iba a durar tanto. Con nuestro equipo comenzamos a trabajar entre marzo y abril del 2020 y lo hacíamos con nuestra otra tarea que en ese entonces era el dengue», dijo.
«Era algo nuevo y se sabía muy poco. Me acuerdo, por ejemplo, que yo miré muchos videos para aprender a usar los trajes porque tenía miedo de hacer algo mal y contagiarme. En esos primeros meses, íbamos a domicilio con todo el traje limpio y afuera, nos lo teníamos que sacar y poner uno nuevo para ir a otra casa. Era un esfuerzo enorme, pero de todo fuimos aprendiendo», agregó.
De León recordó que, desde los primeros casos en la Capital hasta los brotes en las localidades del Interior, tanto ella como sus compañeros de equipo pasaron por muchas cosas. «Desde salir a hisopar en las heladas en plena madrugada, hasta tener que ir a cerrar un barrio con los policías porque se detectaba un contagio. Cosas que ahora parecen tan lejanas».
SACRIFICIOS
Mientras relataba su experiencia, la especialista también mencionó situaciones que la marcaron, como cuando le tocó a ir a su ciudad natal. «Yo soy de Curuzú Cuatiá y también tuve que ir a trabajar ahí. Fue feo porque, por un lado, estaba en mi casa y, al mismo tiempo, no me podía acercar a mi casa. Yo iba y a mi mamá la veía y la saludaba de lejos, pero no me podía acercar y quedar con ella».
Así habló también de los sacrificios personales por la responsabilidad que su trabajo le demanda. «Soy responsable, trabajo en Covid y nunca fue ni es mi intención contagiar a mi familia, ni a nadie. Durante estos casi dos años, fui muy cuidadosa, me alejé de mucha gente para cuidarlos. Familia, amigos a mis propios compañeros. Dejamos de hacer un montón de cosas, porque siento la obligación de cuidar al que está conmigo todos los días. Es una presión psicológica muy grande, es una carga que tenemos todos», resumió.
GOLPES
Sobre la relación con la gente, De León reconoció que algunas veces deben hacer frente a los reclamos. «Estas semanas, sobre todo, porque tiene que esperar mucho tiempo, por la gran demanda que tenemos. Algunos no tienen paciencia y hacen sus quejas, pero se los entiende, y siempre se los recibe con la mejor predisposición, a pesar de su enojo».
Dijo también que, afortunadamente, hasta ahora no tuvieron problemas graves y recordó los primeros tiempos cuando había gente que rechazaba al personal de salud. Eso lo siguen notando hoy día en las redes sociales. «Los comentarios en general son negativos de muchas personas y yo a veces pienso que es tanto el esfuerzo que hacemos por ellos para que después digan esas cosas. Leer eso es un golpe anímico. Pero después nos animamos y le ponemos la mejor energía».
Para hacer frente a eso, está la otra cara, la de las personas solidarias que les agradecen todo el tiempo. «Eso es gratificante, más ahora, que emocional y psicológicamente estamos agotados. Pero aún así, seguimos dando todo y desde el primero al último día va a ser así», finalizó.
UN EQUIPO EN EL QUE TODOS SOMOS VALIOSOS
En todo momento, la Coordinadora de Centro de Testeos de la Plaza Cabral aprovecha la oportunidad para destacar el trabajo de todo el equipo de Epidemiología. «Es un grupo humano enorme, que tiene a la cabeza a la doctora Angelina Bobadilla. De ahí para abajo, somos todos iguales. Todos hacemos todo; todos nos ayudamos. Cuando hay algún problema estamos todos al pendiente en los grupos de Whatsapp a ver quién puede ir y al instante, siempre aparece alguien para ayudar, colaborar. Todo este equipo se merece todo el reconocimiento y más», remarcó.
Hizo un párrafo aparte para los profesionales del Interior. «Tienen que saber que lo que hacen es muy importante aunque casi no se los mencione», dijo.
DESAFIOS PERMANENTES
De atender las 24 horas, el Cetep de la Plaza Cabral, pasó a tener nuevamente horario comercial, de lunes a sábados. De León explicó que se trató de una decisión operativa debido al desafío de la nueva ola de casos.
«La mayoría de nuestro personal está ahora en el Albergue Deportivo del barrio Ferré. Es un mejor espacio para que hagan la espera. En la plaza debían estar muchas paradas en el sol. Los dos centros de testeo pertenecen a la dirección de epidemiología, acá quedaron alrededor de 30 personas que se distribuyen en dos turnos. Allá hay más de 50 que trabajan en cuatro de seis horas cada uno. El recurso humano se distribuyó para que la atención sea lo más ágil, rápida y con más calidad», detalló.
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