El cónclave con el Ministro de Economía quedó en un limbo. En Juntos por el Cambio cuestionaron que el debate sobre la negociación con el FMI no se diera en el Congreso. El Gobernador correntino se instaló entre los más críticos. Se diferenció de su (¿ex?) padrino correligionario, Gerardo Morales. No es el único que ve al jujeño con actitudes permeables a las estrategias de Alberto Fernández y compañía. El lunes quedará en claro cómo pretende actuar el mandatario provincial en lo que es un juego de dos mesas. Por un lado, la puja con el Gobierno central; por el otro, la feroz interna entre macristas y radicales, así como dentro de la propia UCR, donde Morales genera algo más que desconfianza, lo cual comienza a capitalizar el Gobernador correntino que -por ahora- lo dejó junto al de Mendoza que haga el trabajo sucio para obtener ventajas económicas para las provincias de la oposición.
02-TAPA-POLITICA-11a reunión a la que fuimos convocados se asemeja a una reunión política más que a una institucional de trabajo». Así se había expresado semanas atrás el Gobernador respecto a la convocatoria a debatir detalles entre la oposición nacional y el ministro de Economía, Martín Guzmán, en cuanto a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta opinión cobró aún más fuerza cuando, desde Olivos, el propio Alberto Fernández redobló la apuesta fijando como lugar para el cónclave al Palacio de Hacienda y no en el Congreso de la Nación.
Desde entonces, las críticas no dejaron de brotar desde Juntos por el Cambio, donde sostienen que no corresponde trasladar un diálogo que debiera darse en los recintos parlamentarios, con representantes de las provincias, en un marco institucional alejado de lo estrictamente político.
Desde Córdoba, el ex ministro de Defensa, Oscar Aguad se encargó de marcar la cancha al advertir que ninguna negociación podría avanzar sin la presencia de la vicepresidente, Cristina Kirchner, en lo que fue algo más que un tirón de orejas, en la misma línea que Enrique «Coty» Nosiglia, cuya influencia crece desde el control del radicalismo metropolitano y que, vale la pena señalarlo, no descarta al ituzaingueño para un armado superador donde lo imagina como segundo término de la fórmula que hoy disputan con final abierto Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, cuyo crecimiento es un dato insoslayable de la realidad.
El correntino se las ha ingeniado para estar «un rato» bajo el ala de Morales, darle impulso a Facundo Manes, el único radical capaz de posicionar a la UCR en la mesa de negociaciones con los amarillos, y de hacer un juego pendular entre los halcones y las palomas que -a la hora de pensar en un compañero de fórmula- parecen coincidir como Nosiglia con el perfil de quien hoy es la figura que más ha crecido, aunque sin la posibilidad de ir más allá de la candidatura a Vicepresidente, lo cual no es poca cosa en términos de poder.
¿UN CAMBIO
OBLIGADO?
¿Pero qué pasó con el Valdés que se fundía en abrazos frente a todos con Alberto? En su entorno prefieren no dar precisiones, pero el contexto político nacional e interno de Juntos por el Cambio expusieron el nivel de maniobra del correntino.
Por un lado, el Gobernador se vio con la suficiente espalda para subir al ring contra Balcarce 50, lanzando sus jabs contra el primer mandatario. Su fuerte imagen, entre los mejores del país, frente a la desgastada figura del Presidente lo envalentonaron sobremanera.
Los resultados electorales le brindaron un mayor poder de golpeo, puesto que Corrientes quedó como el distrito que más ventajas sacó ante el Frente de Todos en las nacionales de noviembre, en las Primarias de septiembre y, más aún, en las provinciales de agosto.
Así, con el pecho inflado, Valdés se animó a olvidar los elogios y demostraciones públicas de afecto que supo darse junto a Fernández, teniendo al acto de Yapeyú de principios de 2020 como el caso ejemplo. Hoy, es una relación de dientes apretados, alejada de esa «primavera».
A todo esto, se añade una variable ineludible para el Gobernador correntino: la interna de Juntos por el Cambio. Allí, debe mostrar que está comprometido al ciento por ciento con la causa opositora. No puede desaprovechar el sitial que le otorgaron tanto los del PRO como los de la UCR. Estos últimos, a pesar de ser sus correligionarios, fueron los que más recelos tuvieron de subirlo a los escenarios entre las principales figuras.
Siquiera después de resultar reelecto por el 75 por ciento de los votos le había valido el derecho de participar de alguna reunión de la mesa chica radical. Es más, el día después de su triunfo de agosto, los capitostes de la UCR se reunieron sin él. Un detalle que supo «denunciar» el correntino durante una entrevista con la periodista Viviana Canosa. «No me invitaron», dijo con un semblante que entremezcló la picardía y la queja.
En este escenario, Valdés intenta moverse sin dejar resentimientos. Sabe interactuar con delicadeza entre su otrora padrino político de la mesa nacional, Gerardo Morales, así como con el mendocino, Rodolfo Suárez y con el propio Facundo Manes (exponente con el mayor potencial para lo que viene de cara a 2023).
Además, a diferencia de estos radicales, no tiene problemas al interactuar con los del PRO, donde también se libra una batalla puertas adentro que promete dejar varios heridos en el camino hacia las presidenciales del año que viene. El mandatario provincial es bien considerado por el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. También es bien tratado por Patricia Bullrich. Y ni qué decir del mismísimo Mauricio Macri, a quien le lanzó flores días atrás, marcándolo como una pieza clave de la oposición nacional. Algo que ni los de su propio partido se animan a señalar.
En medio de este complejo horizonte de Juntos por el Cambio, así como el tenso diálogo con el Gobierno central, el Gobernador transita un enero caliente. Y lo que pueda suceder el lunes, respecto a la reunión con Guzmán, podrá marcar la impronta que sostendrá el correntino para lo que viene.
Atrás quedó Yapeyú y los flirteos de Alberto a expensas de peronismo correntino
Desde entonces, Valdés se encargó de contarle las costillas al propio Presidente de la Nación. Le aplicó varios «sopapos» discursivos, marcando una actitud alejada de los modales florentinos que supieron ubicar al correntino entre los predilectos de Alberto, dejando al Presidente en una situación más que incómoda, porque se le reprochó falta de apego a sus responsabilidades partidarias y gubernamentales.
El ampliamente anunciado recambio en la EBY, anticipado en exclusiva por EL LIBERTADOR hace varias semanas, podrá salir en los próximos días o quizás para las calendas griegas, siendo más que sabido que el Presidente resuelve tarde y muchas veces mal cuestiones que debieran ser prioritarias en la agenda de la gestión, donde la racionalidad muchas veces está ausente.
En el caso de la EBY, ahora hasta el tucumano Juan Manzur pugna por un lugar en el Consejo de Administración, mientras que Fernández «deshoja la margarita» mirando de reojo a Cristina, quien sigue teniendo el poder real de la coalición gobernante. Prueba de lo cual es el inminente destierro de Juan Pablo Biondi, alter ego del Presidente, a quien la ex Presidente le bajó el pulgar y que, luego de volver a rondar por el entorno presidencial, terminara como un funcionario de segundo rango en la Embajada argentina en el Paraguay, casi un exilio dorado que muestra la relación de fuerzas en la alianza gobernante.
En este marco, el ex vicegobernador, Gustavo Canteros intenta, con el padrinazgo del embajador en Brasil, Daniel Scioli, que el interventor en el PJ de Corrientes, «Juanchi» Zabaleta lo impulse para ocupar el lugar que mantiene, a más de dos años de gestión albertista, el gobernador Valdés a través del ingeniero Gatti. Una movida fuerte para la cual Zabaleta no pareciera tener la espalda suficiente.
Con juego propio, y con el visto bueno de las dos alas del macrismo
Este 2022 lo encontró con aires cambiados. EL LIBERTADOR lo anunció hace varios meses. El Gobernador está dispuesto a hacer bailar su propio trompo. Y lo hizo con el «cuchillo entre los dientes». Y así lo dejó en claro días atrás, cuando lanzó una crítica lapidaria contra el primer mandatario, en cuanto a la Corte Suprema y la reyerta que el kirchnerismo mantiene en pos de frenar la mayoría que conforman Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda, la cual no sólo se afianza con cada uno de los embates, sino que sumará a Ricardo Lorenzetti más veces de las que imaginan, dispuesto a firmar, con sus pares, una nueva decisión de alto impacto que muestra que una cosa son las internas del alto Tribunal hacia afuera, y otra hacia adentro, donde rige el tradicional espíritu de cuerpo propio de este tipo de organizaciones.
El Gobierno hasta ahora ha mostrado una notable mala praxis con la cúpula tribunalicia sin entender cómo funciona la Corte que es lo mas parecido al sistema que rodea al Papa.
Los que promueven el embate parecen ignorar por dónde pasa hoy el poder real. Olvidan que cada uno de los cuatro ministros tiene no sólo mandato por lo que resta del periodo de Fernández, sino también por el del próximo Presidente. Y un par de ellos, por dos periodos más, sin posibilidad alguna de que puedan ser removidos por la imposibilidad de que un sector alcance los dos tercios necesarios, que tampoco lo logrará para la nominación del nuevo Ministro que sustituirá a Elena Highton ni al Procurador que reemplazará a Alejandra Gils Carbó.
Un ejemplo reciente fue el intento de lograr la salida del ex ministro Carlos Fayt que, a pesar de sus 97 años, se encargó de marcar los tiempos. Fue él quien eligió el momento de su salida, anunciando varios meses antes que sería el día siguiente del cambio de Gobierno. En el ínterin, logró el apoyo de sus pares, de toda la estructura tribunalicia, de las organizaciones de abogados y jueces, y de los mas notables académicos del país que pusieron de manifiesto los pergaminos de quien fue el Ministro que más tiempo estuvo en la Corte, y el que con más edad se retiró luego de 32 anos de ejercicio del cargo.
«Resulta inadmisible que haya funcionarios que convoquen a movilizaciones contra uno de los tres poderes del Estado: esto rompe cualquier lógica de país serio, porque la Constitución nacional consagra el rol de cada uno, así como los contrapesos y controles», manifestó a mediados de la semana el Gobernador, apuntando los cañones contra la arenga del Presidente, a favor de las marchas.
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