El goyano y ultramaratonista, Martín Ariel Céspedes, alcanzó la cumbre más alta de la cordillera de los Andes en la primera semana de enero.
La montaña se yergue 6.982 metros por sobre el nivel del mar, y tras vencerla, Céspedes ya piensa en su próximo desafío, subir al monte Everest (o Chomolungma, como se le denomina en Nepal).
Se encuentra situado a 8.848,43 metros de altura y es el sueño de todo escalador, pero sin duda es el desafío más peligroso y la montaña más mortal de la tierra.
Mientras, saborea la adrenalina de su reciente conquista. «Estoy inmensamente feliz de cumplir este sueño», aseguró el alpinista entrevistado por radio Ciudad.
HACIA LA CIMA
Sobre esta experiencia, Céspedes comentó que es un orgullo representar a su ciudad y a la provincia. «Siempre llevo la bandera de Goya. Estoy sorprendido de la repercusión de la noticia, muy contento por los saludos y es un placer el llevar la bandera de Corrientes hasta la cima, hasta lo más alto», agregó.
El deportista detalló: «Estoy acostumbrado a hacer carreras de montaña, nunca superé una altura de 3.000 metros, este año por causa de la pandemia se me ocurrió buscar más altura, esto es alpinismo, hice unos cerros y me jugué por el sueño que tenemos en América, escalar el Aconcagua, lo más alto. Al ser un cerro con tanta elevación, insume muchos días. Me llevó 11 días llegar a la cumbre».
Sobre su performance, añadió que «el movimiento es lento, el cuerpo debe acostumbrarse. Hubo momentos en que cargábamos 20 kilos en la mochila con todo el equipo personal, alimento, carpa – esa acción se llama portear-, de un campamento se traslada a otro de mayor altura, así se avanza día a día y el cuerpo se acostumbra a la altura, sin sentir síntomas, hidratándose bien y siguiendo la ruta», trazada.
El deportista comentó también cómo fue su preparación para el éxito. «Mi preparación en Goya fue dura, con una altura de nuestra ciudad de 40 metros sobre el nivel de mar. Sebastián Montenegro me ayudó con la carga de mochila con peso (para entrenar) en la Cascadita, en tribunas con movimientos similares a la montaña».
Además, todo esto estuvo acompañado con una buena alimentación y controles médicos previos para garantizar llegar con muy buen estado de salud, y así evitar cualquier tipo de contratiempos.
GOYA, PRESENTE
Claramente, el goyano no estuvo solo en esta iniciativa. «Éramos siete alpinistas y tres guías, uno líder y dos asistentes, esto es porque en el día de cumbre, si uno no se siente bien, baja con uno de esos guías. Me tocaron compañeros extranjeros, llegamos seis y uno solo bajó los brazos. Un grupo fuerte me tocó».
«Nos adelantamos dos días en la planificación para hacer cumbre, el previsto era el 17 y llegamos el 15 de enero. Me parecía lejana la cima, la hice paso a paso y cada uno era un logro. Con el acompañamiento del guía, llegué, saqué la bandera y planté: Goya presente», relató
«Es un desafío al que invito que se sumen, se sufre, pero es gratificante. Los paisajes guardados son impactantes, maravillosos, una experiencia inolvidable».
NUEVA META
En el final contó cuál será su próximo sueño. «Me ponen presión sobre el (monte) Everest, en un futuro no muy lejano veremos qué pasa y asumimos el desafío», comentó.
«En el descanso ahora iré a tomar otra ruta, disfrutaré del buen sol y el buen vino de Mendoza», apuntó.
«Quiero decir que estoy inmensamente feliz del logro y de la recepción de esta aventura, que muchos sin conocerme tomaron como propia y eso me pone contento y agradecido con mi gente de Goya», cerró.
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