Corrientes padece una sequía histórica, la peor de los últimos 70 años. Con ello se sucedieron los feroces incendios, pero aún se padecen efectos directos de la seca en la fauna, flora y en diferentes actividades productivas. Aun así, hay algunos emprendimientos agropecuarios que colaborarían para empeorar el contexto.
Tal es el caso de una arrocera, ubicada en la zona de La Cruz que explota entre 6 mil y 7 mil hectáreas con el consecuente uso del agua que demanda este tipo de actividad. Ello se tradujo en un evidente cambio medioambiental advertido por vecinos de los alrededores.
«Nos sorprende que se haya extraído toda el agua de la represa del Guaviraví a través de canalización y no se mantuvo un reservorio para preservar parte del ecosistema de la misma, provocándose sobre todo la muerte de los peces», lamentó una de las fuentes consultadas de la zona.
En las gráficas facilitadas a este medio, se puede observar el estado actual de la represa y las últimas fotos de cómo estaba cuando el caudal era óptimo.
La gente advierte que los daños que ocasiona este tipo de avanzada empresarial, descuidando la sostenibilidad del emprendimiento, son muchos, pero el más importante y evidente es el ecológico. Mortandad de peces, yacarés, carpinchos, cada una de las especies autóctonas que siempre se nutrieron del lago artificial generado hace décadas.
16-CONTRATAPA-6La concesionaria apuntada es Arroz Guaviraví SA, que contaría con un contrato de concesión del año 1991, mediante el cual usufructúa la explotación de más de 6 mil hectáreas.
Los productores linderos también se reconocen afectados y lamentan que el ente de control no tome cartas en el asunto. Uno de los consultados advirtió que el Ente de Control de la Represa del Guaviraví «estaba inactivo y a partir de este año se comenzó a regularizar».
Se debe mencionar que se trata de un instituto creado por ley en 1994, que está integrado por el Intendente como presidente, un representante del Ministerio de Producción y uno de los propietarios cuyos campos fueron inundados para establecer el lago artificial. Entre sus funciones está la de controlar la operación del embalse y el sistema de riego efectuado por el concesionario y dictar las reglamentaciones complementarias previstas.
Las imágenes son más que elocuentes. Donde antes había agua, sólo queda -en el mejor de los casos- lodo.
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