Ayer se viralizó la noticia de un niño de dos años al que un perro rescató de una laguna en la localidad de Berón de Astrada. El hecho no hubiera pasado del instinto protector del animal, pero los detalles de cómo llegó el pequeño hasta ese lugar no tienen una explicación racional. Es ahí, donde aparece el nombre del Pombero, un duende mitológico guarani del que hoy habla todo el país.
Es que el campo donde se encuentra la laguna de la que lo rescataron se encuentra a casi tres kilómetros de su casa. Para más, el niño dijo que intentó salvar al “Capitán América” que le pedía ayuda desde la laguna. No hizo falta mucho más para que los vecinos y los propios padres del niño, se convencieran de que todo fue producto del duende.
¿Qué dice la leyenda?
«El Pombero es uno de los genios de la naturaleza más difundidos en la región guaranítica. Una de las versiones más antiguas, lo describen como un genio protector de los pájaros en la selva, que se presentaba a los niños cazadores como un hombre muy alto y delgado.
«Las versiones modernas, en general, lo dan como a un hombre bajo y retacón que puede perjudicar, pero que puede hacerse amigo de los campesinos que le ofrecen tabaco y algún alimento, y en ese caso les hace grandes servicios», figura en el Diccionario de Mitos y Leyendas del Equipo NAyA.
Por otro lado, en la sociedad paraguaya y guaraní, el Pombero tiene una significación mayor: él es el responsable del nacimiento de los niños extramatrimoniales, visto desde el lado «occidental». El relato de cualquier paraguayo es que el Pombero llega de noche a la casa donde existen mujeres solas, y que, si ellas no les dan un cigarrillo y un poco de vino, con sólo tocarles el vientre las embaraza.
¿Cómo es?
Pombero es un duende antropomorfo, un hombre, feo, más bien bajo, fornido, retacón, moreno, con manos y pies velludos, cuyas pisadas no se sienten, posiblemente un indio Guaikurú. Lo describen también andrajoso, cubierto con sombrero de paja y con una bolsa al hombro (confusión con Kari-Vosá). Habita en el bosque o en casas o rozados abandonados, en taperas. Anda de noche, viajando por todas partes.
Tiene habilidades tales como mimetizarse con facilidad, hacerse invisible cuando quiere y hacerse sentir por un toque, con sus manos velludas, que producen pirî (escalofrío); puede deslizarse por los espacios más estrechos, pasar por el ojo de una cerradura, correr de cuatro patas, imitar el canto de las aves, especialmente las nocturnas, el silbido de los hombres y de las víboras, el grito de animales, aullidos, el piar de los pollitos, etc. Lo describen, también, como ventrílocuo.
Tiene ocurrencias y es travieso; suelta los animales del corral o dispersa tropas o manadas de animales salvajes o domésticos; roba tabaco del perchel, desparrama el maíz amontonado y el popî (mandioca mondada), roba miel, gallinas, huevos, echa del caballo al jinete andante, asusta a la cabalgadura.
Es sensual. Despierta a las mujeres con el suave roce o caricia de sus manos velludas, especialmente a las que duerman afuera en las noches de verano. A veces las posee, y se cuenta de mujeres embarazadas por el Pombero, cuyo hijo nace muy parecido a éste. Se cuenta, también, de jóvenes raptadas por Pombero, que después de saciarse en ellas, las deja sueltas, a veces embarazadas.
Una creencia popular
Para granjearse su amistad o simpatía, su buena voluntad, hay que hacerle regalos. La gente suele dejarle un poco de tabaco, miel u otras ofrendas, como una botella de caña, etc., en lugar accesible, en un sobrado, sobre algún apyka (banco o silleta), en el okupe (atrás de la casa), cerca del rancho, pronunciando una corta oración, rogándole no cometa más fechorías. Ganando su simpatía, el Pombero cuida de la casa del que le regaló, de sus animales, de sus cosas y hasta se dice que retribuye atenciones, apareciendo en la casa frutas, huevos, etc.
Si se habla mal de él o no se le hace regalos puede vengarse persiguiendo a los moradores de la casa; asusta al que habla mal de él o mediante un simple toque le deja con ataques o mudo (ñe’engu) o zonzo (tavy) o tembleque (marachachâ). Nuestra gente [gram: la gente paraguaya] se guarda muy bien de pronunciar el nombre del Pombero, particularmente en las reuniones nocturnas, y a él se refieren como Karai-pyhare, «el señor de la noche», porque puede aparecer cuando se lo nombra, como acudiendo a un llamado.