Hechos con ladrillos de adobe asentado con barro, los «tatakuás» son hornos que siguen construyéndose en los patios de las casas. Todos los años, en días anteriores a la celebración católica de Semana Santa, se inicia un ritual de reparación vigente hasta el presente.
Con engobe de tierra de takurú, sus portadores reparan las fisuras que las lluvias pudieron haber causado a tan solemnes guardianes de tradición, y se enciende el fuego que perdura por varios días, antes de apagarse el jueves al mediodía.
«Las prácticas asociadas a las celebraciones de Semana Santa y Pascua Católica se fueron modificando en el tiempo y algunas tienden a desaparecer», explicó el gestor cultural, Damián Encinas a EL LIBERTADOR, ya que «el patrimonio cultural inmaterial es móvil, dinámico y cambiante, depende también de las comunidades portadoras si lo celebran o no, si lo mantienen o no».
Sobre este ritual con los tatakuás, comentó que las prácticas referidas «a la gastronomía, por estar vinculada al acto vital de comer, son las que más se mantienen en el tiempo, con variantes propias de cada época».
Hay quienes desde el miércoles, a base de almidón de mandioca, harina de maíz, quesos y huevos caseros, elaboran platos como las chipas, las sopas -en su versión paraguaya y correntina-, y los pastelitos. Los chipas con formas de torcacitas o yacarés, sobre hojas de banana, son servidos a los niños de los hogares. «El menú frío se consume el jueves y el viernes para quienes están exentos del ayudo, incluso el sábado», contó.
«Los portadores de estos hornos cuentan que los fuegos se apagan el jueves, permanecen sin encenderse el viernes por el luto y vuelven a prenderse el sábado. Antes, solo se prendían para el mate y, hoy por hoy, para encender la pava eléctrica. En algunas casas todavía se cumple al pie de la letra este ritual», continuó Encinas.
Asimismo, relató que en las entrevistas que se realizaron como parte del trabajo de registro del patrimonio inmaterial cultural de la comunidad, algunos contaron que «sus madres y sus abuelas todavía se sueltan sus cabellos como velos en señal de luto, para acompañar a la Dolorosa en los días de la Pasión de Cristo, y lo volvían a recoger o trenzas los Sábados de Gloria».
PROMOCIÓN Y SOCIALIZACIÓN
Al hablar sobre el trabajo que se realiza desde la Dirección de Cultura y el recientemente inaugurado Centro de Interpretación Mainumby, explicó: «Cuando trabajamos las cuestiones de salvaguarda del patrimonio inmaterial cultural no podemos forzar a que las prácticas se vuelvan a escenificar si ya no se realizan, solamente podemos reforzar lo que existe y darle un marco de promoción, socialización y registro».
Entre estas acciones destinadas a la promoción del patrimonio y su socialización, se enmarcan las propuestas del Centro de Interpretación. «Este año, tenemos varias actividades de registro y actualización de los datos de estas prácticas, pero trabajamos también con la transmisión generacional de estos contenidos», subrayó.
Y sobre esto, comentó que expertos locales y portadores de la comunidad darían talleres para niños o jóvenes adultos alusivos a las celebraciones de Semana Santa, como la elaboración de chipas de palomitas con estudiantes de la Escuela N° 419, un taller de dibujos sobre la Dolorosa, otro de arcilla para hacer representaciones esquemáticas de Cristo Crucificado para recuperar la tradición cerámica de la región, y uno más sobre la técnica de trenzar palmas para el Domingo de Ramos.
Todo lo que resulte de los talleres estará expuesto durante Semana Santa y la siguiente, en el Centro Interpretación Mainumby, «para que la gente pueda entrar en contacto con su patrimonio y ver fotos de los registros que se realizaron estos años».
ARTESANOS LOCALES, GUARDIANES DE SABERES
En el marco del programa Artesanos del Iberá del Instituto de Cultura de Corrientes, coordinado por Hada Irastorza, se hizo un relevamiento para identificar a los artesanos locales y sus técnicas, si están en activos y si es su actividad principal en términos económicos, tal como se compartió en una edición pasada de EL LIBERTADOR.
En esa oportunidad, Damián Encinas contó: «Para la gran mayoría no lo es, lo que es un problema a la hora de transmitir los saberes a las nuevas generaciones, porque no resulta interesante desde el punto de vista económico y prefieren trabajar en otras actividades, entonces se va perdiendo», explicó.
Según el relevamiento, varios artesanos se encuentra en actividad y, entre estos, se cuentan los hilanderos hombres, las tejedoras de cestería en espartillo, quienes trabajan con astas y otros que se dedican a la talla en madera. «Hay cuestión de sustentabilidad muy interesante, porque los trabajos que realizan tienen como base la madera recolectada, que sería volver a usar lo que está tirado y de alguna manera es honrar la vida del monte», explicó.