Por el doctor Marcos A Maidana
Para analizar a Javier Milei, tenemos que partir de observar su origen, de dónde viene este fenómeno. Vemos que viene de un origen genuino, real, que es la frustración de la gente con la política y la necesidad de un cambio en los actores y sus propuestas, porque el sistema político así como está no funciona, y al no hacerlo no funciona el país.
Venimos de una época de profunda decepción de la gente con la política, porque este descreimiento en el sistema político viene de antes, de muchos años. Y es muy peligroso, porque de ahí al descreimiento al sistema democrático hay un paso.
Raúl Alfonsín decía hace 40 años, cuando comenzaba el proceso democrático, que con la democracia se come, se cura y se educa. Ahora bien, como no existen Fuerzas Armadas porque los políticos se encargaron de hacerla desaparecer, no existe peligro de Golpe de Estado, y entonces los políticos tradicionales te dicen que la democracia está asegurada. ¿Asegurada para qué? ¿Para que haya corrupción, inflación, deuda externa, inseguridad, desocupación, hambre y pobreza?
En este contexto desolador aparece Javier Milei. Que promete orden, firmeza y convicción en lo que dice que va hacer, que exhibe conocimiento, que se muestra culto y que no para de subir en las encuestas y sobre todo que arremete contra los políticos del elenco estable del sistema que él llama «la casta política». Que se enriquecieron en los cargos y empobrecieron al pueblo. Los Kirchner serían el ejemplo, pero hay muchísimos más dispersos por todo el país.
Javier Milei es un out-sider de la política, ataca un Estado gigante, enorme, cada vez más grande, pero que no te soluciona ni un problema. Sino que los crea y multiplica; o sino, basta con mirar los millones de planes sociales que se crearon en el los últimos 20 años. De ahí el origen del déficit fiscal ya crónico en el país.
Javier Milei se trasformó en un especie de revolucionario para gran parte de la juventud porteña que lo votó y llevó al Congreso.
Esta actitud contestaría y esta imagen de rebeldía contra el Estado de cosas se esparce por el resto de jóvenes y no tan jóvenes del país, que siguen de cerca su evolución ¿Por qué? Porque plantea terminar con el statu-quo de los políticos prebendarios.
El halo romántico de su figura solitaria, de luchador del bien contra el mal, le da esa épica necesaria para que la simpatía que despierta se extienda peligrosamente como una mancha sobre aquellos que defienden sus privilegios.
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