“Amigo, la raptamos a L. y listo. Nos la follamos. La atamos y mientras les pegamos. Le azotamos la cola. Las dejamos a todas rojas. Llevamos cualquier tipo de máquina para torturar”.
Este es un fragmento de la conversación que mantuvieron seis adolescentes de 14 años de del colegio católico Roque González de Posadas, Misiones, en un grupo privado de WhatsApp. Hablaban de sus compañeras de curso. Pero no fue apenas un chat. Las jóvenes denunciaron que fueron manoseadas en clase, abusadas. Menos de un mes después del hecho, la mayoría de los acusados ya volvió a clase mientras que las víctimas están con tratamiento psicológico y piensan en cambiarse de colegio. Las críticas se centran en la actitud del juez que interviene en el caso y en el establecimiento.
“Así de increíble, horrible e injusta es la situación. La fiscal Laura Álvarez había solicitado que los acusados terminen de manera virtual el año pero ese pedido le fue rechazado por el juez. A los padres de las chicas les habían dicho que, igualmente, iban a seguir de manera remota las clases por un tiempo pero en pocos días los varones ya volvieron al aula”, explican desde la Justicia misionera para graficar la situación.
El escándalo en el Roque González se desató el 1 de noviembre cuando un grupo de estudiantes mujeres de 14 años decidieron realizar una sentada en el recreo para visibilizar una situación que las traumaba desde hacía varios meses: sus compañeros de curso, de su misma edad, las acosaban y hasta supuestamente abusaban de ellas permanentemente. “Nos tocan la cola en el aula y nos sacan fotos por debajo de la pollera que después comparten en un grupo”, denunció una de ellas.
Horas más tarde se conocieron una serie de capturas de pantalla de un grupo de WhatsApp integrado por, al menos, seis de los varones del curso donde se leían mensajes de fuerte contenido, siempre en referencia a sus compañeras: se hablaba de abusar, torturar y hasta secuestrar a las chicas.
A raíz de esta situación, y de la llegada del caso a la Justicia mediante una denuncia por parte de una de las madres, la fiscal Álvarez solicitó que, para resguardar a las víctimas, los acusados terminen el año de manera virtual y que no se les renueve la matrícula para el ciclo lectivo 2022. Esta solicitud fue rechazada por el juez Cesar Jiménez que enfrenta un juicio político en su contra por su desempeño en otras causas.
En lugar de esa medida, tendiente a resguardar a las menores, el magistrado optó por que los varones acusados continúen con una enseñanza que combina virtualidad y presencialidad. Las madres de las víctimas se quejaron porque no era lo que les habían prometido en una reunión de padres. Les habían dicho que sus hijas no iban a cruzarse más con los menores acusados de abuso, inimputables por su edad.
“Nos dijeron que los chicos iban a terminar el colegio de manera virtual y que no los iban a sancionar. Nos pareció bien pero después nos enteramos que cambiaron la decisión y que van a ir al colegio antes de que termine el año”, contaba Belén, la madre que hizo la denuncia.
Esa decisión del juez se materializó el jueves pasado. La mitad de los menores acusados regresó a la misma aula donde sus compañeras denunciaron los abusos. Muchas de las menores se enteraron cuando los vieron cruzar la puerta. La única medida que tomó el colegio fue obligarlos a que pidan unas forzadas disculpas.
“Ese día que aparecieron los chicos, hubo varias alumnas que llamaron a sus padres para que las vayan a retirar porque ni siquiera sabían que iban a aparecer”, cuenta una de las madres del colegio.
Mientras tanto, muchas de las víctimas que se animaron a denunciar, y que tuvieron que hacer una sentada en un recreo para que las escuchen, todavía están con tratamiento psicológico y sin poder volver a clases. En mucho de los casos los padres, ante la falta de respuesta de las autoridades escolares y de la justicia, piensan en cambiarlas de colegio para no ser revictimizadas.
Toda esa impotencia se vislumbró en una carta que una madre acercó a la institución luego de comprobar la presencia de los varones acusados en el aula. Se titula “Mi hija no es culpable de nada”.
“Mi hija es una víctima, así como las otras nenas de las cuales muchas mamás no alzan la voz por no tener garantías. Y lo más triste es que estas nenas con este panorama tienen que agachar la cabeza y si nada cambia van a tener que seguir callando situaciones de acoso y hostigamiento”, dice la carta que publicó el medio Misiones Cuatro
El escrito cierra con la indignación por el retorno de los chicos a clases: “No estoy de acuerdo con que nos pidan que como padres colaboremos para que los chicos vuelvan a convivir en el aula lo antes posible como si nada pasó. No estoy de acuerdo que usen a las niñas, las mismas niñas que son víctimas, para arreglar el tema, y que los varones puedan volver tranquilos como si nada”.
FUENTE: INFOBAE