La sesión para tratar el proyecto del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en la Cámara de Diputados de la Nación tuvo varios cimbronazos. Más allá de saberse que será aprobado, esmerilaron al oficialismo.
16-CONTRATAPA-10El que más llamó la atención fue el de afuera, donde agrupaciones identificadas solamente como «de izquierda» se enfrentaron a los policías, dejando como saldo destrozos (los de siempre) en la Plaza de Mayo y un efectivo herido por quemaduras, luego de prenderse fuego por una molotov lanzada por un joven que curiosamente no pudieron identificar.
El otro sacudón se dio dentro del recinto parlamentario. Fue a través de una polémica tesitura asumida por los legisladores de La Cámpora, quienes se retiraron tras la orden dada por Máximo Kirchner, quien se «refugió» en la oficina del titular del cuerpo, Sergio Massa.
Esta maniobra envalentonó a la oposición, que ya había logrado modificaciones del proyecto original pergeñado en Olivos y observó este desplante como otro condimento para cuestionar la performance del Frente de Todos. Fue así que, en diferentes discursos, (por Corrientes habló el radical Manuel Aguirre) de la parte más dura de Juntos por el Cambio, aprovecharon para manifestar lapidarias críticas a los del Frente de Todos.
López Murphy, por ejemplo, anticipó su rechazo al proyecto, sumándose a los libertarios Milei y Espert.
Estas fueron algunas estocadas, que llamaron la atención por el no acompañamiento de un proyecto tenido como aprobado antes de la sesión. Es que Juntos por el Cambio había asegurado su acompañamiento, no sin antes lanzar una catarata de críticas. Y con lo ocurrido con La Cámpora, sumaron a su discurso una exhortación, para que desde el propio oficialismo «no debilite» al Presidente.
Conforme avanzaba el debate en la Cámara, los representantes de la principal coalición opositora, ratificaban su apoyo al acuerdo entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional so pretexto de «evitar que el país caiga en default». El legislador radical Facundo Manes advirtió, en ese marco, que «no es momento para oportunismos y la oposición debe facilitarle al Poder Ejecutivo la posibilidad de reestructurar la deuda». A su vez, Silvia Lospennato (PRO) reclamó al kirchnerismo que «no debilite» al presidente Alberto Fernández. Mientras que María Eugenia Vidal dijo que «el Gobierno nos obliga a votar a los empujones y a las apuradas». Y agregó: «Lo que discutimos es cómo aguantar y evitar un desastre».
Para la madrugada, se esperaban los discursos de cierre de los jefes de bloque Mario Negri (UCR), Luciano Laspina (PRO), Juan Manuel López (Coalición Cívica) y Rodrigo de Loredo (Evolución radical).
¿Y en el Senado?
Todas las miradas, desde ayer ya estaban posadas en la Cámara alta nacional, que este lunes abrirá el debate. Más allá de los acompañamientos oficialistas y opositores, la propia titular del Senado lanzó munición gruesa anoche a través de Twitter.
Cristina Kirchner hizo hincapié en la situación de afuera del recinto, advirtiendo: «Si el Congreso tiene que sesionar de esta manera, vallado y militarizado, es porque lo que se está debatiendo adentro va en contra de los intereses de las mayorías».
Una especie de postura cantada de la mismísima Vicepresidenta de la Nación, en contra de la iniciativa elaborada por Alberto Fernández y Martín Guzmán, entre otros alfiles en la Quinta de Olivos.
Todo un escenario que terminará dejando como resultado lo que anoche, desde JxC advirtieron, el debilitamiento del Presidente en su último tramo de gestión.
Dos hechos clave
La fractura registrada en el bloque oficialista de la Cámara de Diputados de la Nación deja, además de una lectura política confusa de cara al último tramo de la gestión presidencial, y a la suerte electoral del oficialismo en 2023, dos hechos sobresalientes:
El primero, que la falta de unidad de criterio y de acción de la coalición gobernante terminó por facilitar el reordenamiento dentro de Juntos por el Cambio, que no encontraba la forma de zanjar sus diferencias internas. A la postre, fue la desincronización del propio oficialismo la que terminó tendiéndole una mano al espectro opositor.
El segundo que, al perder poder de fuego, la bancada gubernamental, aun en clara mayoría, debió aceptar las modificaciones impuestas por Juntos por el Cambio, con el agravante sustantivo de que el Gobierno asume en soledad el costo de las medidas que sean consecuencia de la implementación del acuerdo, en la medida en que las mismas, contrariamente a la redacción original, no son asumidas por la oposición.
Como corolario, queda de manifiesto que la demora incomprensible del Gobierno en cerrar el acuerdo lo dejó sobre el límite de los plazos sin margen de maniobra.
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