Con la vuelta a la presencialidad, el acoso escolar se generalizó en los establecimientos educativos de la provincia. Inclusive, las redes sociales se convirtieron en el principal canal de propagación de los ataques más visibles.
En este sentido, el martes pasado bajo el lema «La escuela, el segundo hogar; el hogar, la primera escuela», EL LIBERTADOR lanzó una primera nota especial Alerta Bullying: escuchar y prevenir. En ella, la directora de Servicios Educativos de Prevención y Apoyo (Disepa), Julia Sáez comentó sobre las inconductas que se incorporaron en las instituciones y también lamentó que en algunas circunstancias, padres, docentes o directores minimicen el drama que tanto daño provoca a las víctimas.
Para este segundo informe, se entrevistó al especialista, el médico psiquiatra Emilio Hidalgo, quien explicó el perfil que suelen tener los protagonistas; la importancia de mantener una comunicación entre padres e hijos; y sobre la naturalización de los actos de violencia.
¿Cómo detectar los síntomas de bullying?
-En general, los chicos tienen cambios en su conducta, empiezan a querer faltar a la escuela, les va mal, no prestan atención. Ellos no se manifiestan tanto con llantos, con tristeza, sino que se manifiestan más con problemas; por ejemplo, no hacen caso o están como rebeldes. Problemas de conductas sobre todo, más que la tristeza. Si vemos que nuestro hijo empezó a andar mal en la escuela, que no quiere ir, que se queja, probablemente haya algo que esté relacionado con esto.
Para los papás: ¿Cuál es la mejor herramienta?
-Siempre es clave la comunicación. Hay padres que tienen buena comunicación con los hijos, que hablan, se preguntan, que se cuentan de todo y en ese caso es mucho más fácil y probable que el hijo cuente lo que le está pasando. Entonces, si se tiene una buena comunicación en general, si se es un padre o madre cercano, que siempre están preguntando, que siempre el hijo siente que puede contarles todo… Y sí, así es mucho más fácil que se enteren que esto pasa; sino es más difícil que se lo cuenten.
¿Y en el ambiente educativo?
-Tiene que haber alguna intervención en la escuela cuando notan que hay algún tipo de acto de violencia. Se debería hacer intervenciones con los alumnos tipo psicoeducativas. Hay un montón de cosas que tendrían que pasar, y que en algunas escuelas pasa y en otras no. Pero, la verdad, que parte de tratar ese problema, justamente es la educación de los docentes y los alumnos.
Se observa con claridad en los establecimientos…
-Debería haber un gabinete psicoeducativo, con psicológico y psicopedagógico que se encarguen de esos casos. Y un organismo que se encargue de recorrer también las escuelas y que haga algo en todas estas situaciones donde hay un tipo de denuncia. Sí o sí tiene que haber una intervención externa, sino es muy difícil de erradicar el problema.
La escuela, como el segundo hogar de los chicos...
-Se debería volver a eso, que la escuela sea la segunda casa. Coincido que eso estaría buenísimo, sino es difícil; pero estaría buenísimo que sea de esa manera.
¿Cómo ve la problemática en la provincia?
-Cada vez se ve más. Y no es que haya más porque antes estaba muy naturalizado, como que no era un motivo de consultas, y ahora sí es un motivo de consulta. Creo que sale más a la luz; sabemos de qué se trata. Cambió muchísimo la forma de tratar porque antes era como «bueno, andá y defendete, andá peleáte, no dejes que te hagan eso». Eso eran los consejos de los padres, y ahora sin embargo hay como una mirada diferente y creo que eso permite que se diagnostique más los casos.
¿Repercutieron los casos en pos pandemia?
-Esta pos pandemia explotó lo que es el problema de salud mental. Y sí; se venía acumulando muchísimos casos de Bullying, de violencia intrafamiliar, de adicciones. Coincido que explotaron los casos y que es mucho más frecuente la consulta en salud mental ahora que antes.
¿Cuáles son las consecuencias extremas?
-Induce a actos de violencia, que van hacia afuera; en este caso el chico enfrenta a la persona que le hizo Bullying, hasta hubo homicidios por parte de las víctimas que terminaron matando a quien le hacía Bullying. O la violencia puede ir hacia adentro y aparecen los suicidios.
Tanto un suicidio como una agresión, hacen otra persona: es violencia hacia afuera o adentro y son las consecuencias más grave que se tiene. Además de esto, obviamente, trae consecuencias en el estilo de vida, ansiedad, depresión, faltas en las escuelas, problemas para tener buenas notas en el rendimiento académico. Se tiene un montón de consecuencias, por lo que es importante tratar de evitar.
¿Se minimizan los conflictos por los adultos?
-Un poco se minimizan porque esto lo vivieron ellos en el pasado, y cuando lo viviste, parece que lo naturalizás. Es algo así como la violencia entre padres e hijos. Si tu papá te pegaba con el cinto, con la chancleta, si te dicen que es violencia, vos te matás de risa. «Pero si a mí me pegaban con la chancleta y salí bien», se dice. Allí se está naturalizado, porque esa persona también fue víctima de eso y le parece como normal, pero hoy en día sabemos que esto provoca daños en los chicos, provoca consecuencias a largo plazo y que conviene evitar.
También incide en la víctima como en el agresor.
-Muchas veces, quien hace Bullying viene de una familia violenta, entonces lo que hace un poco, es manifestar lo que aprendió en su casa. En general, se ve a largo plazo, el agresor termina mal. Esto no sólo trae consecuencia para el chico que es víctima, sino también el acosador termina mal, tiene un mal recorrido, cae más en adicciones, tiene más problemas en el control de conductas. No es un buen pronóstico para ese chico, que es el agresor.
¿Cómo es la mirada del grupo ante un caso?
-La mirada del grupo… Muchas veces el grupo no actúa porque tiene miedo, entonces tiene miedo de sufrir también el acoso. Muchas veces se ve que el compañero está siendo acosado y los otros chicos no hacen nada porque tienen miedo de ser los próximos acosados. Eso es algo que se da frecuentemente.
Por eso es importante educar a los chicos, para que no se permita que haya un acosador, que se lo denuncie, que se hable «fulanito es un acosador».
Yo creo que ahora está habiendo mucho de eso; que se habla de quién es un acosador, de quién hizo tal cosa, eso sí es un gran cambio que se está viendo.
El próximo martes, EL LIBERTADOR, que inició esta campaña de concientización con notas especiales durante los martes de julio, volverá a realizar otra entrega con la intensión de ayudar en la lucha contra el gravísimo flagelo.