Un nuevo caso bullying, o acoso escolar, ocurrió el martes en la Capital. La víctima, de doce años, recibió una brutal golpiza por un grupo de compañeros del colegio Eloy Ortega. A causa de esto, sus familiares debieron llevarlo hasta el hospital pediátrico Juan Pablo II donde quedó en observación por las lesiones en un ojo y en las costillas. La familia denunció el hecho, pero la respuesta fue la misma: los agresores son menores y no hay mucho por hacer.
Situaciones de este tipo, se volvieron peligrosamente comunes tras el regreso a la presencialidad plena en algunos establecimientos educativos de la provincia. Semanas atrás, otro caso, en la localidad de Gobernador Virasoro, donde unos estudiantes golpeaban a su compañero «por ser pobre», causó indignación. El caso llegó incluso a los medios de alcance nacional. Pero, pese a la repercusión y la permanente insistencia respecto de la problemática, estos hechos de violencia que involucran a los alumnos (como víctimas o agresores) no parecen disminuir.
Los tutores reclaman y las autoridades educativas hacen lo que pueden, pero el problema sigue presente. Y la solución no es la expulsión del alumno o alumna que agrede a sus pares. En eso insistió en reiteradas oportunidades la directora de Servicios Educativos de Prevención y Apoyo de la provincia, Julia Sáez. Porque, según explicó, con esto sólo se lleva el problema a otro establecimiento, pero no se lo trata.
Bajo este punto de vista, la propuesta del área, es la capacitación y el acompañamiento. La primera, para generar alumnos y docentes que sepan actuar como mediadores en los conflictos; la segunda, para prevenir estos casos de violencia desde la familia y el aula.
PALABRA DE
UNA ESPECIALISTA
En una edición de EL LIBERTADOR, referida a la conducta violenta de los adolescentes, la directora de la Licenciatura en Psicopedagogía en la Cuenca del Plata, Melisa Losekann habló desde su experiencia.
«En estos casos hay que trabajar sobre qué pasa en ese chico que intenta expresarse a través de una conducta violenta, es una respuesta a algo que está procesando», indicó.
En ese mismo sentido, agregó: «Es ahí que hay que ver qué está pasando, hay que tener cuidado de no etiquetarlo porque en ese momento tuvo una conducta violenta, pero hay que ver qué disparó esa conducta. Nadie es violento las 24 horas del día, siempre es respuesta a algo», enfatizó.
La profesional también habló de una cuestión que se plantean los profesionales de la educación y de la salud mental: «Hoy en día el adolescente está invadido por una cantidad de estímulos. Y no deja de ser un ser humano que se va formando con todos esos estímulos».
«Hoy no se puede negar que consciente e inconscientemente, directa e indirectamente, está estimulado todo el tiempo por las redes sociales, es lo primero que los estimula, Whatsapp, TikTok, e Instagram. Vos abrís esas redes sociales y está invadido por gente que hace muchas cosas o que comparte todo el tiempo, entonces se estimula cosas que a lo mejor no puede manejarlo», remarcó la especialista.
Una problemática sin distinción de género
Sólo durante la jornada del martes, los videos de dos peleas en aulas de dos establecimientos educativos de la Capital, se difundieron a través de las redes sociales. Y salvo el hecho de que una la protagonizan dos mujeres y la otra, dos varones, los hechos no son muy diferentes.
En el primer caso, se trató de una situación en el colegio Eloy Ortega, el mismo en donde esa tarde se produjo un grave caso de bullying (ver nota principal). Dos alumnas se golpean, tiran del cabello y caen al piso mientras el resto de sus compañeros hace una ronda y las alienta en lugar de separarlas, hasta que llega una persona mayor a interceder.
El segundo video se habría grabado en una escuela del barrio Ponce. Pero en este caso, una jovencita y otro compañero actúan a tiempo y evitan que la pelea llegue a mayores.
Otra vez, el peligro
de las redes sociales
Una cuestión que llama la atención es que, en el momento en que ocurren hechos, ya sea de bullying o peleas, siempre hay alguna persona que decide grabar todo y compartirlo en las redes sociales, antes que actuar y ayudar a resolver el problema. Hay muchas aristas para tratar este tema, pero la contención y la enseñanza son siempre la base desde la cual partir.
«Hay muchas cosas que empiezan a experimentar y no están preparados. Más aún, si no hay un contexto donde puedan expresarse; si no tienen una familia en la que puedan hablar, o si no tienen una escuela que pueda contenerlos. En las escuelas no venimos a ser como sus terapeutas, pero somos educadores», dijo sobre este tema, la directora de la Licenciatura en Psicopedagogía de la Universidad de la Cuenca del Plata.
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