La enseña albiceleste flameó por primera vez el 27 de febrero de 1812, a orillas del río Paraná. La creó el general Manuel Belgrano con los colores de la escarapela que él mismo había pedido que se instituyera.
La Asociación Cultural Belgraniana de Goya rememoró, hoy a las 8, el histórico gesto con el izamiento del paño celeste y blanco en dos paseos puntos de la ciudad: en el mástil del barrio Belgrano y en la plaza Plácido Martínez. Su arrío será a las 18.
Po su parte el profesor Darío Andrés Núñez, integrante de la Asociación Belgraniana y vicepresidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Goya, hizo un repaso de lo acontecido hace ya más de dos siglos.
“En 1812, cuando el General Manuel Belgrano se hallaba en la ciudad de Rosario organizando la defensa del río Paraná contra las incursiones de los barcos españoles procedentes de Montevideo, solicitó al Triunvirato la creación de una escarapela a fin de diferenciar a los patriotas de los realistas.
El 18 de febrero de ese mismo año, el gobierno abolió el uso de la escarapela roja, instaurando un nuevo símbolo, con los colores blanco y celeste, convirtiéndose así en el primer emblema nacional. Cuando Belgrano se enteró de la existencia tal insignia, determinó que la misma se luciera en el pecho de sus soldados. En ese momento nació la idea de dotar a su ejército de una bandera propia. Es así como el día 27 de febrero, cuando inauguró las baterías ‘Independencia’ y ‘Libertad’, ante las tropas que componían la guarnición a su mando, enarboló, por primera vez, la emblemática Bandera Nacional.
Junto a las barrancas del Paraná, reunidas las tropas, les hizo prestar juramento de fidelidad, pronunciando estas palabras: ‘Soldados de la Patria: en este punto hemos tenido la gloria de vestir escarapela nacional que ha designado nuestro Excelentísimo Gobierno; en aquel, la Batería de la Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas (sus glorias); juremos vencer a nuestros enemigos, interiores y exteriores, y la América del Sur será templo de la independencia, y de la libertad. En fe de que así lo juráis decid conmigo: ¡Viva la Patria!”. Entonces, también, demostró al gobierno del gran paso dado, solicitándole su aprobación en estos términos: ‘siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, mándela hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional’.
Por razones políticas, el gobierno desaprobó la iniciativa y dio orden al general de seguir usando la bandera española. Belgrano no alcanzó a tener noticia de esta desaprobación, y hallándose en Jujuy, el 25 de Mayo de 1812, hizo bendecir la bandera en la iglesia principal, además, por la tarde la presentó ante el pueblo y sus soldados, festejando así el segundo aniversario de la Revolución.
Al respecto, el gobierno reiteró con más determinación la orden anterior, advirtiéndole no insistir con su propósito. Entonces, sin más que hacer, Belgrano acató y guardó la insignia. Pero, después del triunfo de Tucumán, el 13 de febrero de 1813, al prestar sus tropas juramento de fidelidad a la Asamblea del año XIII (en marcha hacia Salta), sin dudarlo, volvió a izarla con más entusiasmo y orgullo ante los suyos.
Pocos días después, la Bandera presidió el triunfo de Salta (20 de febrero de 1813). Desde ese momento, fue la única de la Patria. Además, la misma fue utilizada por el Congreso de Tucumán, en la sesión del 25 de julio de 1816, como el símbolo de la nueva Nación.
A doscientos diez años del primer izamiento, nuestra amada Bandera sigue flameando libre y soberana gracias a todos los patriotas que dieron su vida por la Patria. Su tremolar nos inspira, identifica y representa como argentinos. Por lo tanto, rindámosle nuestro más sincero y respetuoso homenaje”.