A cinco meses del brutal crimen de Andrés Bartlett (37), el caso que conmocionó a la ciudad de Goya y a la provincia, se conoció la verdad sobre la causa de su muerte. Las imágenes de un supuesto procedimiento policial, en la madrugada del 17 de noviembre de 2024, sacudieron a la comunidad. Los videos mostraban a un patrullero atropellarlo y arremeter varias veces contra el hombre con un brote psicótico y armado con un cuchillo. Primero se creyó que había muerto camino al hospital, esa fue la versión policial. El informe preliminar de la autopsia diría que el deceso fue un paro cardiorrespiratorio no traumático, pero la Justicia no estaba convencida; la familia tampoco. Tenían razón.
Recientemente una Junta Médica se expidió sobre la muerte que investiga la fiscal de Goya María Eugenia Ballará. Los médicos coincidieron en que Bartlett -padre de cinco varones y con problemas de consumo desde los 14 y que padecía un trastorno bipolar-, murió asfixiado por los policías que lo arrestaron. Por lo que no subió con vida a la ambulancia ni falleció camino al hospital, como se difundió en aquel momento.
Justamente, dos de los que quisieron instalar esa versión fueron el sargento primero Santiago Molina y el cabo Sergio Maciel; quienes salieron de la cárcel en febrero pasado y gozan del beneficio de la prisión domiciliaria, algo criticado por la fiscalía y el abogado de la familia, Federico Sandoval. Les imputan el delito de homicidio agravado de Andrés.
El hecho
Esa madrugada trágica, un llamado al 911 alertó sobre un hombre en estado de excitación y armado con un cuchillo. Policías de la Comisaría Primera, acudieron al lugar. Luego, llegaron más móviles de otras tres dependencias. En el cruce de las calles Ferré y 9 de Julio, tal como lo captaron los videos de una cámara de seguridad, Bartlett fue embestido en varias oportunidades por un patrullero.
En ese móvil de la Comisaría Primera iban el sargento primero Molina y el cabo Maciel. El de mayor rango fue quien se puso al volante. “Luego, por orden de una oficial, un agente le disparó balas de goma y él cayó al piso. Ahí, lo redujeron boca abajo, con los brazos hacia atrás. Él les pedía por favor, les decía que tenía cinco hijos. En esas circunstancias, lo asfixiaron”, le contaron fuentes del caso a Infobae.
Y agregaron: “El que se subió sobre el cuerpo de Andrés, Maciel, pesa más de cien kilos. Lo asfixió por compresión y después fue con el cuerpo en la ambulancia. El sargento fue el que lo atropelló”.
Los dos imputados desde el principio fueron pasados a disponibilidad por el ministro de Seguridad provincial, Alfredo Vallejos. Eso aun cuando el informe preliminar de la autopsia, del que participó la Comisión Provincial de Prevención de la Tortura; determinó que el cuerpo de Bartlett “tiene escoriaciones y lesiones leves, pero que la muerte fue un paro cardiorrespiratorio no traumático”.
Incluso, hubo testigos que dijeron que la víctima estaba con vida cuando subió a la ambulancia, que había dado una bocanada camino a un hospital al que llegó muerto, porque la verdad fue que ya estaba muerto cuando lo sacaron de la vereda en donde el policía le comprimió el pecho hasta asesinarlo.
La fiscal y la familia de Andrés cada vez sospechaban más de lo sucedido esa madrugada. Incluso, el abogado Sandoval había pedido una segunda autopsia. La Junta Médica llegó antes a aclarar cómo había muerto Bartlett. Se hizo el viernes pasado y el resultado fue tan contundente que el particular damnificado desistió de la exhumación del cuerpo y la revictimización de los restos de Andrés y el dolor para sus padres, hermanos e hijos.
¿Quién era Andrés?
Andrés fue el tercero de los cinco hijos del primer matrimonio de Lilia (56) y Carlos Arturo Bartlett (65) y, como fue el primer varón, llevaba como nombre de pila el de su papá, aunque nadie lo llamaba así.
Lo curioso es que todos los policías de Goya conocían a Andrés porque su familia es la proveedora de la comida de los presos de las comisarías de la ciudad y la víctima trabajaba en el emprendimiento familiar.
Además, también los policías sabían que Andrés tenía problemas derivados del consumo de estupefacientes, una problemática que arrastraba desde la adolescencia. Incluso estuvo internado en Buenos Aires y en la ciudad de Corrientes para tratamientos, pero fue en vano.
“Sus problemas con la droga fueron mucho antes de que le diagnosticaran el trastorno bipolar. Siempre fue adicto a todo, a la computadora y los jueguitos, al alcohol, el tabaco y las drogas, al juego… Si era adictivo, él terminaba cayendo”, le contaba a este medio Leandro, uno de los hermanos de Andrés sobre lo que sufrió también la familia.
Sin haber terminado el secundario y con varios fallidos para completarlo en la escuela nocturna, el trabajo en la empresa de eventos y de catering familiar lo mantenía ocupado. Incluso, decidió invertir en una plantación de zapallitos con uno de sus primos, pero no le fue bien.
“El último tiempo estaba bien, durante la semana trabajaba, aunque con diferencias porque era contrero. Y los fines de semana salía y desaparecía. Papá sabía que estaba consumiendo”, se lamentaba Leandro.
Fuente: Infobae