Por María José Alcaráz Meza
Enviada especial de EL LIBERTADOR
Uno de los primeros detalles del paisaje de Alvear que llama la atención es la ausencia de un monumento en el centro de su plaza principal, frente a la que están asentadas las oficinas municipales y el templo parroquial. En su lugar, hay un reloj de sol que en nada se parece a la histórica pieza jesuítica de la cercana La Cruz que se suele presentar como única en la región y en Sudamérica.
Con una cercanía menor a 20 kilómetros entre las ciudades, la explicación de la razón de la existencia de esta segunda pieza está en los nombres escritos en su base: los primeros masones que se establecieron con sus familias en la orilla del río Aguapey y diseñaron la arquitectura de la ciudad. Así como los jesuitas descubrieron en la tierra roja del río Uruguay un suelo próspero para sus impresionantes reducciones, los masones -también constructores- hallaron en éste, la oportunidad de fundar una ciudad que hasta el día se distingue del resto de las del Corredor Jesuítico Guaraní en su impronta arquitectónica y los símbolos dispersos que aluden a esta identidad, no tan secreta como se cree, sino a un viaje de distancia para descubrir.
En el recorrido turístico organizado por el Ministerio de Turismo de la Provincia para periodistas de medios correntinos, Alvear fue una de las paradas más curiosas o, mejor dicho, hecha para curiosos.
La historiadora Marina Cuña acompañó el paseo por la plaza 9 de Julio y reveló a EL LIBERTADOR dónde se puede ver la presencia de símbolos masónicos. Por ejemplo, en el escudo y la bandera de Alvear se puede apreciar el «Ojo de la Providencia», o el «Ojo que todo lo ve»; las ramas de laurel y roble que representan fuerza y gloria; y el ombú, el árbol de la vida y del conocimiento.
ORÍGENES
«Acercamiento al legado Masón en la arquitectura de Alvear», es un trabajo de investigación realizado por Cuña con la colaboración de Ana María Guglielmi y Carlos Montiel, con Fernando Argañaráz como entrevistado. Allí, se hace un inventario de los símbolos masónicos del casco histórico de la urbe y también se reconstruye la historia de su fundación.
«La Logia San Martín N° 68, que existió en Alvear, perteneciente a la Gran Logia Argentina, funcionó en nuestro pueblo desde 1880 a 1883 con José Carmelo Belmont como miembro, cuyo grado dieciocho da cuenta de su jerarquía. Esta Logia estaba integrada en su momento por las cabezas de familias que forjaron los inicios del pueblo en ascenso», reseñó Guglielmi. «Si bien las construcciones son posteriores a la presencia de la Logia en Alvear, todo indica la impronta que permaneció aún hasta la segunda década del siglo XX», se aclara en el trabajo.
AUTOCONSTRUIRSE
El reloj de sol, ubicado en el centro de la plaza 9 de Julio, está hecho en una sola pieza de piedra. «Se trata de una columna de orden lógico, que al ser de piedra y modelada representa la misión del hombre en desbastar la piedra bruta», explican.
Las veredas así como los senderos diagonales de la plaza representan la autoconstrucción del hombre, al asemejarse a las herramientas que usaban los masones.
Los nombres que se leen en la base del reloj son los de José Carmelo Belmont y Melchor Cancelo, presidente municipal de ese entonces.
OTROS SÍMBOLOS
En las fachadas de las casas, conservadas en su mayoría, se ven otros símbolos masones como el punto dentro del círculo que aparece en el primer grado del aprendiz; es donde se apoya el compás y está delimitado en su tránsito.
También, el rombo que simboliza la matriz cósmica de la Creación y el camino entre los dos mundos, el espiritual y el material.
El triángulo que representa a Dios, el hombre y el alma. En esta figura geométrica también vemos los elementos aire, tierra y agua.
El cuadrado representa la segunda perfección, luego del triángulo. Es la imagen del templo perfecto.
Los leones representan la fuerza y el valor, y se relacionan con los altos grados de la masonería. Los que tienen una bola se vinculan con la soberanía española.
Las columnas dóricas simbolizan la estabilidad y fuerza, en cuanto que las jónicas al conocimiento. Y las corintias, la armonía y la belleza, la elevación completa, significa que se vencieron cuestiones materiales y está en el plano espiritual.
Las rejas que culminan en puntas que representan llamas, tal como las espadas que se utilizan en los rituales masones. El gran Maestre es quien sostiene la espada con una punta similar.
Los escalones de ingresos en algunas casas simbolizan los ideales que sostiene la masonería: Libertad, Igualdad y Fraternidad, y también representan el Grado 1 dentro de la orden masón.
Los mascarones tienen una función protectora, sus miradas pueden dirigirse en varias direcciones: hacia arriba, al centro o hacia abajo; o sea al cielo, al aire o a la tierra.
El movimiento masónico podría haber aparecido en 1598 en Escocia (Estatutos Schaw), luego en Inglaterra a finales del siglo XVII, donde fue contemporáneo del desarrollo de las sociedades de ayuda mutua.
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