La Semana Santa de 1865 marcó para Corrientes un antes y un después en su historia. Es que, entre el 13 y el 15 de abril de ese año un ejército de invasores ingresó a la ciudad y comenzó una ocupación que se extendería hasta finales de octubre, avanzando hacia otras localidades de la provincia. A este hecho se lo conoció precisamente como la Invasión Paraguaya y para algunos historiadores, fue determinante para que Argentina ingresara oficialmente en conflicto con ese país y completara, con Brasil y Uruguay, el frente de la Triple Alianza. A 160 años de ese acontecimiento, este es un repaso de lo que ocurrió durante esos meses en que la Capital fue un bastión de extranjeros.
Si bien la tensión entre Paraguay y Argentina venía en crecimiento desde hacía varios meses, en medio de una lucha entre el primero contra el imperio de Brasil, todo llegó a su límite la mañana del 13 de abril de 1865. Ese día una flota paraguaya conformada por cinco barcos llegó hasta el puerto de Corrientes y capturó los navíos 25 de Mayo y Gualeguay que estaban anclados allí. Al día siguiente, 3.000 soldados al mando del general Wenceslao Robles, que habían llegado también por el Paraná, ingresaron y ocuparon la ciudad.
Según los registros, salvo excepciones como el caso de Desiderio Sosa, los invasores casi no tuvieron resistencia por parte de los vecinos de la ciudad de Corrientes. Hubo muchos que optaron por huir hacia los campos de las afueras y otros que cruzaron el río para refugiarse en el Chaco. Pero, de los que decidieron quedarse, pocos se mostraron reacios a la ocupación. Para algunos historiadores esto se debió, por un lado a la existencia de un fuerte grupo que era contrario a la alianza con Buenos Aires y Brasil; y, por el otro, a la incapacidad que tenían de hacerle frente al avance del numeroso ejército paraguayo.
TRATO
En su canal de Youtube, respecto de la invasión paraguaya a Corrientes, el docente e investigador, doctor Dardo Ramírez Braschi explicó cómo se fue dando el trato de los extranjeros con los vecinos de la ciudad con el correr de los meses. El historiador mencionó que, en un primer momento los paraguayos tuvieron un buen trato con la sociedad civil. Esto, debido a que era la orden expresa del presidente Francisco Solano López ya que pretendía convencer a la población correntina de que se uniera a la causa paraguaya.
Sin embargo, con el correr de las semanas, la actitud del Presidente paraguayo cambió y se volvió más hostil hacia los invadidos. Ramírez Braschi explicó que esto quedó registrado en diferentes cartas en las que El Mariscal, da cuenta de su decepción con la población correntina y su accionar en la guerra. «A partir de entonces ya no los trata como aliados, sino que comienza a verlos como enemigos. Y fue entonces que comenzaron a invadir y saquear más ciudades de la provincia», detalló el historiador y recordó el titular de un diario de la época en el que se mencionaba que los invasores «se habían llevado hasta los marcos de las ventanas».
Fue por entonces también cuando comenzaron a librarse batallas en la ciudad con el objetivo de expulsar a los invasores. Una de las más significativas había tenido lugar el 25 de mayo, con un resultado de muchas pérdidas y el repliegue hacia Empedrado de las fuerzas paraguayas. Esto duró poco y la contraofensiva fue brutal para los vecinos de la Capital correntina ya que los extranjeros comenzaron a desconfiar de que colaboraban con las tropas enviadas por Mitre.
Luego, otro golpe a la tropa invasora se dio con la Batalla de Riachuelo, frente a la costa correntina y la cual dejó a Paraguay en un encierro, sin posibilidad de salida por vía fluvial.
TERROR
La consecuencia de estas derrotas para los invasores derivó en una escalada de violencia hacia la población de Corrientes que, a los saqueos se sumaron los incendios, asesinatos y secuestros. De hecho, el 11 de julio, partidas paraguayas se llevaron de sus domicilios a Toribia de los Santos, Jacoba Plaza y su pequeño hijo Manuel, Encarnación Atienza, Carmen Ferré Atienza con su hija Carmen, y Victoria Bart, esposas de algunos de los principales líderes de la resistencia correntina y que pasarían a ser inmortalizadas como Las Cautivas.
En Historia Ilustrada de la provincia de Corrientes, Antonio Emilio Atiello describió esa época: «La ciudad de Corrientes arrastró una miserable existencia sumida en el temor de las delaciones, de los atropellos y del cautiverio en las cárceles paraguayas. Un día los invasores llevaron a cabo una feroz matanza de indios chaqueños en las calles. Los pobres indígenas vendían desde hacía años leña y pasto, de casa en casa, y como algunos de ellos se negaron a recibir papel moneda paraguayo, fueron exterminados a sablazos y balazos en pleno día».
GOLPE FINAL
La firma del Tratado de la Triple Alianza se había hecho ya el 1 de mayo de ese año. Con ese acuerdo y el ingreso formal de la Argentina al conflicto, Paraguay se vio militarmente muy reducido frente a sus enemigos y pese a las numerosas batallas en el territorio correntino, no había otra salida que el repliegue. El golpe final para la ocupación se dio el 22 de octubre cuando las tropas de Solano López abandonaron Corrientes y, días después, San Cosme.
El 3 de noviembre, el gobierno correntino volvió a la Capital y comenzó entonces la lenta recuperación de una población que había quedado diezmada, pero que supo sostener su espíritu de supervivencia.