En la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que instituyó en 2020 el Papa Francisco para cada 1 de septiembre, el obispo de la Diócesis de Goya, Adolfo Canecín presidió la misa en el atardecer de este miércoles a la vera del riacho Goya, un brazo del río Paraná, y la mesa del altar se ubicó donde es el habitual cauce del río que actualmente registra una histórica bajante en su caudal, hoy sin agua, como espacio de la oración, de valorización y visibilización de los recursos naturales afectados, desde donde hizo un fuerte llamado a la «conversión ecológica» porque «nuestra Casa Común está enferma».
Por iniciativa de monseñor Canecín, se ofició la misa en ese lugar, junto al río, elevando la súplica a Dios por la intención del Papa Francisco, quien el año pasado instituyó esa jornada para el cuidado de la Creación para todos los 1 de septiembre.
La celebración eucarística se transmitió por las redes sociales del Obispado y de la parroquia La Rotonda y contó con escasa participación de feligreses, al aire y libre con el debido distanciamiento por la pandemia del Covid-19.
El Obispo comenzó su homilía dando gracias a Dios por «la creación, la vida y el universo entero», porque «Dios vio todo lo que había hecho y era muy bueno», como dice el libro bíblico del Génesis en el capítulo 1 versículo 31 (Gn 1, 31).
Recordó que la Biblia enseña que cada ser humano es creado por amor, hecho «a imagen y semejanza de Dios» (Gn 1, 26) señalando que «todo salió bueno de las manos de Dios» y que «a medida que iba creando todo lo visible y no visible, cuando hizo al hombre, varón y mujer, Dios dijo ‘hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza’, y vio Dios que era muy bueno».
Sostuvo entonces que «la mirada de Dios», que se indica al comienzo de la Biblia, se fijó suavemente en la creación y la ofrece al hombre como un «precioso regalo para custodiar».
«El ser humano, que es la cumbre de la Creación, era ‘muy bueno’, por lo tanto tenemos que alabar, bendecir y glorificar dando gracias. Ahora bien, para que la acción de gracias sea sincera y honesta, tenemos que pasar a un propósito y compromiso», enfatizó el Pastor mayor de la Iglesia diocesana.
Puso de relieve que «toda la familia humana está enferma por el pecado», por eso, queremos «ponernos delante del Señor Jesús, que es el mismo de ayer, hoy y para siempre, para que nos sane. Hoy, como familia humana, queremos poner la Creación delante del Señor».
OPRIMIDA Y
DEVASTADA
«Entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que ‘gime y sufre dolores de parto'», parafraseó de la Carta a los Romanos 8, 22, y en referencia a la encíclica Laudato sí’, del actual Sumo Pontífice sobre el cuidado de la «casa común», el planeta.
Al advertir que “la Creación está gimiendo con gemidos inenarrables buscando ser liberada de la esclavitud a la cual fue sometida por el pecado”, el Obispo elevó una súplica e invitó a los asistentes a extender las manos para imponerlas hacia el río, para que “en manos del Señor» estén la realidad humana y la realidad del universo entero, de este planeta tierra”, que estén «en presencia del Señor, porque «está enferma nuestra Casa común, está enfermo nuestro planeta”, subrayó.
Agregó que “nuestra Ñanderoga Guazú (casa grande en guaraní) está enferma y no tenemos otra casa; por eso, mientras la habitamos, tenemos que cuidarla, sanarla, curarla”, arengó.
EL LLAMADO A
CONVERTIRSE
Monseñor Adolfo Canecín hizo un llamado a «una conversión en la mente y el corazón», tal como señala el Papa: «Hace falta entonces una conversión ecológica», que implica «vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios».
Uniéndose a las expresiones del Sucesor de San Pedro, también hizo referencia al «calentamiento global» de las últimas décadas. Por eso «la falta de agua de nuestros ríos y esta sequía histórica del río Paraná», consideró, para remarcar que «los seres humanos no sólo hemos enfermado la Tierra, sino que hemos enfermado el espacio que la rodea, donde está la chatarra espacial».
POR PROPIO BIEN Y
LOS DEL FUTURO
«Tenemos que hacer esa conversión ecológica por nuestro propio bien y por las propias generaciones, por nuestros mitaí y cuñataí (niños y niñas en guaraní), nuestros pequeñitos; tenemos que pensar en ellos y las generaciones que vendrán hasta el fin de los tiempos».
PLEGARIA PARA REZAR TODOS
GOYA. Al finalizar la misa, invitó a los participantes a extender las manos hacia el río para orar juntos y dijo: «Señor, aquí estamos tus hijos, nos declaramos y nos reconocemos enfermos y pecadores. Hemos pecado mucho Señor y como familia humana te hemos defraudado, nos hemos defraudado entre nosotros, a tus proyectos, tus sueños y tus planes. Hoy, aquí estamos Señor de nuevo, pidiendo que nos perdones para que haya fiesta en tu casa y tu perdón nos reivindique, sane y nos cure.
Levanta Señor a la familia humana, somos tu familia… Mira Señor lo que nosotros los seres humanos estamos generando en nuestra casa grande… Señor, ten compasión de nosotros y regálanos una nueva oportunidad, regálanos una verdadera conversión ecológica para que seamos auténticos guardianes, custodios de la Casa Común y de la vida humana.
Señor regálanos una lluvia generosa, para que los ríos, las lagunas, los esteros, los aljibes, los pozos de agua, el río Paraná y todos los ríos vuelvan al cauce normal».
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