Por María José Alcaráz Meza
EL LIBERTADOR
La paciencia es una virtud que comparten quienes tienen fe y quienes tallan una pieza de arte.
De la misma manera que las cuentas de un rosario pasan entre los dedos de quien reza sus misterios, los golpes del cincel en un trozo de madera van dando forma a lo que será una obra, solamente apreciable en su culminación.
El tiempo acompaña a los hacedores pacientes a moldearla. Los mismos deben confiar que, al persistir en cada uno de esos mínimos actos, verán algún día revelarse ante sus ojos el valor de sus esfuerzos y entrega.
La Virgen de Itatí, tallada en madera de algarrobo por el artesano Sergio Cabrera, que le fue obsequiada al Papa Francisco durante una audiencia con el gobernador Gustavo Valdés en abril de este año, puede ser considerada la obra cúspide de su labor.
No obstante, el marco como tal se lo dan los Museos Vaticanos, donde entre reliquias invaluables se guarda una imagen similar tallada por su padre, el maestro Gregorio Cabrera, entregada a San Juan Pablo II durante su visita a Corrientes en 1987.
El arte, muchas veces, está en todo lo que rodea a la pieza en sí.
La Virgen de Itatí es imagen representativa de la fe católica de los correntinos y, en este caso, al volver a posarse en manos de un Sucesor de Pedro para orgullo de su creador, también porta consigo el mensaje de un hijo a su padre en una conmovedora historia de amor filial.
Proteger y trascender
En diálogo con EL LIBERTADOR, Sergio Cabrera contó que su oficio era el de técnico mecánico. Los conocimientos en tallado de madera los aprendió de su padre a través de la transmisión de técnica y decidió hacer uso de éstos, cuando notó algo en él.
«Al ver que iba entrando en años y cada vez le costaba más trabajar en sus obras por su visión, comencé a ayudarlo. Me fui acercando a él, aprendiendo todo lo que podía y arrimándome al Museo del cual fue fundador. Y me fui quedando en el oficio de imaginero», relató.
El gran maestro Cabrera, debido a un glaucoma en el ojo, pasó sus últimos años sin poder tallar, pero acompañado por su hijo Sergio en la misión de defensa del trabajo de los artesanos correntinos.
Es el actual director del Museo de Artesanías Tradicionales, de quien su padre fue fundador bajo el nombre de Manos Correntinas. En este espacio se preserva su legado en técnica y obras, así como antiguos saberes que se buscan rescatar, proteger y seguir transmitiendo.
Generaciones de imagineros
Sergio dice, con orgullo, ser la cuarta generación de imagineros en su familia que se inició con Francisco Caracciolo Cabrera. «Mi hijo mayor tiene conocimientos, nació con el don, pero no se dedica a esto. Es profesor de Historia y está ejerciendo. Pero si el día de mañana le gusta y se quiere dedicar, tiene conocimientos y puede», añadió.
Así, con cada cincelada dada desde el día que decidió ser imaginero para apoyar a su padre, Sergio fue dando forma a la obra completa que se admira a la luz de los años y a partir de ambas piezas de la Virgen Morena, que hoy residen juntas en el Vaticano.
Cultores de un oficio
En el Museo de Artesanías Tradicionales, ubicado en la esquina de las calles 25 de Mayo y Salta de la Capital correntina, un cartel detalla vida y obra de su fundador Ramón Gregorio Cabrera.
Nació el 28 de noviembre de 1937 en Derqui, departamento Empedrado, provincia de Corrientes.
El oficio de ebanista y artesano de imaginería, lo aprendió de su abuelo. «Lo mío es herencia genética», decía él, agregando que formaba parte de la tercera generación de artesanos. Tallaba en madera imágenes de vírgenes, de Jesucristo, de pomberos y de santos populares, venerados en la región.
Se crió entre las maderas. Su hábitat cotidiano fue un aserradero precario y una herrería. Allí nutrió su espíritu y sus manos sabias.
Se casó con Gladis Beatriz Laureana con quien tuvo dos hijos, Sergio y Ramón Alberto.
A fines del año 1970, se creó Manos Correntinas, hoy Museo de Artesanías, del que es fundador.
En su larga trayectoria, obtuvo premios provinciales y nacionales. En el año 1985, la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires lo distinguió como el Mejor Artesano de Argentina y del año. En el año 2006, el Fondo Nacional de las Artes lo distinguió con el Premio a la Trayectoria. Cabe destacar, además, que su talla de la Virgen de Itatí se halla en el museo de Arte Sacro del Vaticano.
Altruismo y devoción por su arte y la cultura de su pueblo, encarnan su prestigio. Hizo docencia, con esmero y paciencia. Su idea era que el arte del tallado trascendiera. El querido maestro Gregorio Cabrera fallece el 24 de junio del año 2022 dejado huellas indelebles de marcas distintivas.
.