El pasado viernes 22 se celebró el Día Internacional de la Música, en recuerdo de Santa Cecilia, proclamada patrona de los músicos en 1594. En Corrientes, tierra de grandes artistas y compositores, la jornada no pasa desapercibida. El chamamé, que desde 2020 es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, está profundamente ligado a las raíces de la comunidad y forma parte de la impronta tradicional regional. Sin embargo, hace 93 años una controversia se ciñe sobre lo que algunos consideran que fue el primer registro fonográfico en el que se nombra oficialmente este género folclórico. Se llamó Corrientes Poty y esta es la historia.
Sobre los orígenes de este género musical también hay discusiones entre quienes dicen que es herencia de los guaraníes y los que apuntan a que es una mezcla entre las melodías de los ancestros con la influencia de los europeos que llegaron durante los tiempos de la conquista. Sin que eso esté saldado, la otra gran controversia data del 11 de febrero de 1931, cuando salió a la venta el primer disco de vinilo grabado en estudio en cuyo sello aparece la denominación «chamamé correntino», ya que hasta entonces, además del tango, lo que refería a la región litoraleña eran las polcas y chamarritas.
VISIONARIO
Sin embargo, el camino para esta grabación que inició el camino del chamamé como un género folclórico particular, hay que mencionar a un empresario que supo aprovechar al máximo su capacidad para explotar el mercado. En una nota del periodista e investigador Walter Raymond, este explicaba que hacia el año 1930 «Juan Carlos Casas, director artístico de RCA-Victor Company (fusión de Radio Corporation of America y la Victor Talking Machine Company) comprobaba que las ventas de discos de vinilo en Argentina tenían altos niveles en la provincia de Corrientes, incluso superando a Buenos Aires, tanto que pensó en fidelizar a tan prometedora clientela».
En definitiva, fue este hombre quien decidió reunir a un grupo conformado por un letrista de tango, un pianista y al músico paraguayo Samuel Aguayo y su conjunto y les encomendó la tarea de grabar una melodía que mezclaría distintos ritmos acentuando el aire del Litoral y que sería impreso bajo el nombre de «chamamé correntino» o simplemente «chamamé». Así nació Corrientes Poty o Flor de Corrientes, primer registro oficial de la música con el nombre del género.
Pero con esa primera grabación se inició también la controversia. Ocurre que para muchos, Corrientes Poty no es precisamente un chamamé y más bien lo definen como una polca, un tango o una simple mezcla de ambos. Y el tema, al día de hoy no está saldado.
UNA PUERTA
Aun con esta discusión de por medio, lo que no se puede negar es que esa primera grabación le abrió las puertas al chamamé para que se convierta en un género con nombre propio incluso en Corrientes. Así lo explican Juan Pedro Zubieta y Carlos Lezcano en el libro Industria Chamamé. Los autores mencionan que hasta entonces y aún durante un par de décadas después de esa grabación, los artistas correntinos tenían escasa posibilidad de encontrar espacios en los que tocar su música, ya que en las tertulias o eventos locales lo que sonaba era el tango que se escuchaba también en las grandes emisiones de las primeras radios de alcance nacional.
De esta forma, que el chamamé, así con ese nombre comenzara a difundirse en las radios porteñas, les permitió a los músicos locales llegar primero a Buenos Aires y desde ahí cantar y tocar las melodías que luego llegarían a la provincia. Una historia hoy impensada para uno de los emblemas culturales más importantes de Corrientes.
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