Hoy es la Solemnidad de Todos los Santos y mañana el día de los Fieles Difuntos, celebraciones religiosas católicas que calaron hondo no sólo en creyentes sino en muchas personas por su significación trascendental.
Y es en este día, 1 de noviembre, cuando se realiza la tradicional fiesta de Ángeles Somos, costumbre en la que niños ataviados de ángeles, precisamente, o vestidos de blanco según la distinción de la inocencia y la bondad, recorren con cánticos las calles para visitar a los vecinos y pedirles una colación, llámese caramelos o dulces, y corresponderles con una bendición. Acto que cuenta con recitados específicos.
«Ángeles somos, del cielo venimos…», primeras palabras de un conocido cántico al conmemorar la tradicional celebración que no sólo tiene lugar en suelo correntino, sino que se lleva a cabo además en otros países latinoamericanos, como Colombia.
EN CAÁ CATÍ,
PASIÓN
Sin embargo, los correntinos lo realizan con sus características propias. Así, entre tantas de sus localidades, en Caá Catí las actividades comenzarán a las 7 al momento de la recorrida de la legión de niños y adolescentes, ocasión que la Municipalidad acompañará como lo hace en estos últimos años con un stand temático frente al edificio municipal. A las 19 se brindará una charla abierta a todo público en el salón municipal sobre Ángeles somos, una fiesta ritual, a cargo de la profesora Susana Piñeiro. Al finalizar, a las 20 comenzará la partida de los serenateros para el Ángel Loro y actuarán el ballet del Municipio Raíces Vivas y se instalará un stand temático sobre Serenatas, también frente al edificio municipal.
Pero como se informó en la edición de ayer, son muchas otras las comunidades que disfrutan de tan arraigada y querible fecha, como Mburucuyá, Saladas, San Cosme, Itatí, San Luis del Palmar, Mercedes, San Antonio de Itatí, Concepción del Yaguareté Corá, Ituzaingó, Curuzú Cuatiá, Monte Caseros, incluso la Capital provincial con visitas a la Municipalidad y la Casa de Gobierno de la Provincia, entre otras.
ACERVO, ES FUTURO
«Ángeles somos, del cielo venimos, trayendo regalos. Colación, colación, su bendición», «Ángeles somos, ángeles somos, venimos a pedir colación y rogamos tu bendición», «Ángeles somos, del cielo bajamos, pan queremos, ¿hay por quién rezar en la casa?», Son los distintos versos que los niños entonaban al tocar a las puertas de las casas. Los versos que se recitaban al visitar cada uno de los hogares varían de acuerdo con las costumbres del lugar, pero tenían en común dos elementos: las bendiciones y las golosinas o «colaciones» recibidas.
Dice también la tradición que algunas veces los bulliciosos chicos ofrecían serenatas de cánticos de distinto tipo, y que las primeras casas en ser visitadas eran aquellas en las que había fallecido un bebé o algún niño pequeño. La idea era que la presencia de angelitos podrían recordar a la familia que el infante que había fallecido hoy formaba parte de las huestes de ángeles del cielo, ayudándolos así a mitigar su dolor.
La tradicional fiesta para los niños, quienes recogen golosinas y las intercambian por bendiciones tiene muchísimos años. Si bien en localidades pequeñas todavía se conserva, en las ciudades más grandes apenas los abuelos recuerdan la emoción que les producía la llegada del 1 de noviembre. Hasta aquí una nota de hace varios años de solocorrientes.blogspot, un rico relato, pero que últimamente también en las grandes ciudades ya no es sólo nostalgia de los adultos mayores sino una realidad que se acrecienta con entusiasmo, como se indicó.
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