Por Horacio Da Silva*
Asesor de Medios de
Comunicación del Arzobispado.
Como dicen las sagradas escrituras de la Biblia:
«Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios, los que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente» (Mateo: 10-8).
«Sáname, Señor, y seré salvado, porque tú eres mi alabanza» (Jeremías: 17-17).
«Restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas» (Salmo: 147-3).
Hermanos:
Hoy, el pueblo católico de San Roque celebra la Festividad de su Santo Patrono, San Roque de Montpellier. El nombre de Roque significa «fuerte como roca». Santo protector ante la peste y toda clase de epidemias; su intervención era solicitada por los habitantes de muchos pueblos y, ante la desaparición de las mismas, reconocían la intervención del Santo, por lo que se le nombraba Santo Patrón de la localidad. Es además protector de peregrinos, enfermeros, cirujanos o cánidos, entre otros. Nació en Montpellier (actual Francia).
Roque era hijo del gobernador de Montpellier, Jean Roch de La Croix. Quedó huérfano a los 20 años; entonces decidió vender todas sus posesiones, repartir el dinero entre los pobres y hacer una peregrinación a Roma con la intención de visitar los santuarios. En esa época se desató una epidemia de peste que provocó gran mortandad en toda Europa.
Roque recorrió Italia y se dedicó a curar y atender a todos los enfermos de la peste. Cuidó enfermos en Acquapendente, Cesena, Roma, Rímini y Novara.
La tradición popular decía que curaba a muchos enfermos con solo hacer sobre ellos la señal de la Cruz. A los que morían, él mismo les hacía la sepultura, pues nadie más se atrevía a acercarse a los cadáveres por miedo a contagiarse de la peste.
En Piacenza contrajo la enfermedad; su cuerpo quedó lleno de manchas negras y úlceras. Como no quería ser una carga para nadie, se arrastró hasta las afueras de la ciudad para morir solo y se refugió en un bosque; allí nació un aljibe de agua que le calmaba la sed.
Poco después, un perro llamado Melampo llegó con un pan y se lo dio a Roque para alimentarlo; esto ocurrió por varios días, pues el perro sacaba el pan de la cocina de su amo, hasta que un día el amo decidió seguir a su perro y descubrió lo que ocurría. Entonces el amo del perro se encargó de cuidar a Roque y curarle sus llagas.
Cuando se recuperó, regresó a la ciudad, donde siguió curando no solo a personas, sino también a animales. Falleció tras un largo período en prisión, pues en una guerra que hubo en Montpellier lo confundieron con un espía y lo tomaron prisionero. Murió en Montpellier encerrado por su tío. (Datos históricos).
¡Cuánta espiritualidad y veracidad terrenal se comparte con este gran Santo! Se demuestra la característica cíclica de la historia en la humanidad: «la peste que azota a los humanos», una peste que arrasó el planeta Tierra. Pero… ¿Qué aprendimos de la pandemia? ¿Tal vez salud? ¿Cuidado e higiene? ¿A tener miedo o precaución? ¿A ser especialistas en medicina?
Aún, lo más importante … ¿Se entendió el sentido verdadero de la vida, con la mortandad de millones de personas alrededor del mundo y con una ley maléfica aprobada, como lo es la del aborto en la Argentina, en plena pandemia, siendo los Herodes de la historia?
«No señores… La peste está en los corazones, en la razón, en el creerse omnipotentes ante la ira de Dios».
Se debe empezar, nunca es tarde, siempre hay un principio; se tiene que releer la historia humana y religiosa. Retroceder en los años y siglos, adquirir conocimientos, nutrirse de saberes, tomar la iniciativa de cambiar.
Errores habrá siempre; pero que no sean por ignorancia ni maldad.
Que se renueve la fe en el Espíritu a través de la oración:
¡Oh! Glorioso San Roque,
que en las públicas
y privadas calamidades
siempre manifestaste
tu eficaz protección
sobre tu pueblo devoto,
que te ha proclamado
su especial Patrono,
te rogamos que dirijas
tu mirada benigna
sobre nosotros,
nuestras familias
y nuestra ciudad,
para que seamos siempre
libres de todo flagelo,
y especialmente del pecado.
Protege, con tu intercesión,
a nuestros animales
y a quienes cuidan
y defienden la naturaleza
y para que, después
de habernos consagrado
en esta vida a amar
y servir a Dios y al prójimo,
merezcamos, por tu intercesión,
conseguir el premio celestial.
Amén.
Que en este peregrinar digan: «Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños. No he dicho sino lo que los Profetas y Moisés ya dijeron que sucedería: que el Cristo padecería y que, siendo el primero en resucitar, proclamaría la luz a su propio pueblo y a los gentiles» (Hechos: 26-22-23).
- Párroco de la localidad
de San Roque.
.