Ubicada a 432 kilómetros de la Capital correntina se alza la ciudad de La Cruz, sitio histórico por su origen como reducción jesuítica y por ser el escenario de importantes combates y constituirse como un muro de contención a los intentos de invasión charrúa. Entre todos sus atractivos que hay sobresale por el valor espiritual que le da su comunidad. Se trata de la Gruta del Agua Santa, un manantial natural que para muchos es milagroso y cuyo origen explican con la triste leyenda de una madre que lloró por lo que le hizo su hijo.
En la revista digital Reloj de Sol, creada como un proyecto educativo en La Cruz que llegó a tener reconocimiento de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, cuentan que la leyenda del Agua Santa se remonta a cuando las tribus guaraníes habitaban la zona. «Vivía un poderoso cacique de la tribu guaraní, cuya mujer era muy conocida en muchas leguas por su caridad y su piadoso temor a Tupá. Tenían ellos un solo hijo, tan valiente guerrero como sanguinario déspota», relataron.
También contaron que cuando murió el padre, el joven lo sucedió, pero celoso de lo querida que era su madre, no dudó en planificar su asesinato para que nadie tuviera más fama que él. Así, una tarde la invitó a pasear por el monte y ella, sin saber lo que le esperaba, aceptó feliz. Sin embargo, cuando llegaron al lugar, el joven golpeó a su madre hasta dejarla inconsciente, hizo un pozo, la colocó allí de forma vertical y empezó a taparla con tierra. Pero ella despertó y al ver lo que hacía su hijo comenzó a llorar desconsoladamente.
«En tal forma lloró, que las lágrimas al correr llevaban la tierra que su hijo arrojaba pretendiendo sepultarla viva. Furioso al ver que no podía ocultar su crimen, tomó de nuevo el madero y volvió a asestar otro golpe a la cabeza. Allí recibió el castigo de Tupá pues en el acto se convirtió en piedra. Pasó el tiempo y un día, los ancianos de la tribu encontraron en el mismo lugar una vertiente y en el medio de ella, una imagen llorosa. Intentaron extraerla, pero cuando la iban a tocar, esta desaparecía», agregaron al relato y mencionaron que desde entonces, comenzaron a llamarla «El agua santa».
SIN EXPLICACIÓN
Los relatos coinciden en afirmar que para el año 1878, el criado de una pareja de ancianos que vivía cerca del manantial, fue el único que pudo tocar a la imagen y sacarla del agua. Dicen, que en ese entonces, la imagen de madera medía unos 18 centímetros y que el criado y su ama la trasladaron a su casa donde le construyeron un nicho.
Al mismo tiempo, el manantial fue considerado desde entonces como un lugar santo al que comenzaron a acercarse muchas personas para bautizar a los niños y también para curarse. Dicen los creyentes que las aguas que brotan allí alivian las enfermedades.
Pero el misterio no termina ahí. A medida que fueron pasando los años y cuando los guardianes originales de la imagen murieron, la estatuilla de madera que representa a Santa Lucía pasó a otras personas que quedaron a su cargo y que, con muchísima sorpresa notaron que crecía.
«En el año 1931 medía aproximadamente 45 centímetros de altura. Actualmente es poseedora de la Virgen la familia Barcellos y la imagen mide 57 centímetros», completan en el relato. Para los que crean y para los que no, sólo resta visitar La Cruz y verlo por cuenta propia.
.