Desde una distribuidora local de lácteos y fiambres expresaron el impacto que tuvieron en el sector, pos elecciones con la suba del dólar, y reveló que el lunes recibieron listas con aumentos de entre 15 y 17 por ciento a lo que expresó: «En la calle se siente una paranoia».
En diálogo con EL LIBERTADOR, el titular de uno de los locales ubicados por avenida Independencia, explicó el impacto que perciben en estos días y sostuvo que hay mucha incertidumbre.
«Hemos tenido movimiento de precios. En algunos casos un 10 por ciento, en otros casos un poco más, rondando los 20. Hay bastante incertidumbre de no saber si va a seguir la corrida de precios», indicó.
A lo que agregó que al recibir la mercadería, los proveedores advierten que «las listas están sujetas a modificaciones».
Ante esta situación expresó: «En la calle se siente cierta paranoia tanto para el comprador como para nosotros que estamos en la calle haciendo las distribuciones. La gente tiene por un lado de no saber qué hacer, está habiendo mucha incertidumbre».
Sostuvo que si bien hay lugares donde no se está vendiendo productos, en su caso trabajan de manera normal: «nuestra distribuidora es pequeña y lo que nos toca es estar al día con la lista de precios e ir avisándole a los clientes», dijo.
Continuó: «Nosotros, al trabajar con mercadería perecedera no podemos dejar estacionado en las cámaras porque tienen fecha de vencimiento y si se funde la mercadería es peor la pérdida, Entonces, en nuestro rubro, lo que nos toca es ajustarnos y salir a la calle con lo que tenemos en la mano».
A esto se sinceró: «Vamos con los ajustes que nos pasan de fábrica, se los trasladamos a nuestros clientes y tratamos de mantenernos en esa línea porque, si no, también somos parte nosotros del conflicto y creamos nosotros también una paranoia que no tiene sentido».
Es así que se refirió a la actitud que advierten en algunos clientes: «Por ahí algunos dicen, no, bueno, esta semana vamos a ver si se acomoda, si se estaciona, si largan ofertas, si vemos qué comprar, porque tampoco sabemos qué precio vender. El comerciante, el kiosco ventana o el almacén del barrio se encuentran con esa disyuntiva».
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