Como cada año, el 16 de julio la comunidad católica correntina celebró una de las fechas más importantes de su calendario: el aniversario de la Coronación Pontifica de la Virgen de Itatí. Miles de peregrinos fueron hasta la Basílica para cumplir sus promesas y agradecer, pero antes de llegar, muchos pasaron por un lugar obligado para la religiosidad local. Se trata de El Atajo, un sitio en que hace 276 años ocurrió lo que dicen fue uno de los mayores milagros de la Tupâsy, así llamada en guaraní la Madre de Dios.
Si bien no hay una fecha exacta sobre el prodigio, los registros al respecto coinciden en que tuvo lugar en 1748. El sitio señalado está en un sector del camino de tierra que se extiende entre la Iglesia de San Antonio, en Ramada Paso, hasta la intersección con el camino pavimentado que va hacia la Basílica de Itatí.
En un tramo de ese camino, hoy se levanta una ermita con la imagen de la Virgen Morena y allí, miles de personas a lo largo de todo el año pasan a prenderle velas, dejarle ofrendas y saludar a la Madre. Lo hacen desde hace más de 200 años por el prodigio que ocurrió en ese sitio preciso y una placa colocada hace 80 años, lo recuerda.
«Por el año 1748 se venía una invasión de indios sobre Itatí. El pueblo se encomendó a la Virgen y repentinamente, abriose profunda torrentera que atajó la invasión. Por eso, este paraje se llama El Atajo. Ad Perpetuam Memoriam en el año del Señor 1943», recuerda la inscripción en mármol y, aunque para muchos resulte extraño, todo apunta a que el hecho en cuestión sí ocurrió y no sólo impidió que el grupo de aborígenes rebeldes irrumpiera en el naciente pueblo, sino que marcó a fuego la profunda devoción hacia la Tupâsy.
REGISTROS
HISTÓRICOS
En el lugar donde hoy está la ermita, un cartel de obra detallaba no hace mucho: «Se puede observar una importante erosión de la tierra, un zanjón, lo cual, según algunos historiadores, se produjo en el momento que un grupo de aborígenes querían atacar una reducción que se encontraba allí y se interrumpió de esta manera el avance de los mismos. Este hecho se atribuye como uno de los milagros de la Virgen».
En el libro Devociones Marianas, la doctora en Comunicación Cleopatra Barrios, escribió sobre el prodigio en el capítulo La Virgen de Itatí en el Noreste argentino: «No obstante, el evento más extraordinario asociado a la misión protectora de la Virgen es llamado el ‘milagro del atajo’. El relato, con origen en la tradición oral, cuenta que en 1748 Itatí corría peligro de ser arrasada por los indios libres del Chaco, cuando por la imploración del pueblo reducido en su templo, en la zona hoy conocida como el atajo, la Virgen abrió un cauce profundo y torrentoso que impidió la avanzada de los atacantes. El atajo en la actualidad es un sendero de tierra que transitan las peregrinaciones, un desvío de la ruta».
«La narración del atajo construye el mito fundacional de Itatí como territorio sagrado elegido y protegido por la Virgen en un contexto de enfrentamientos entre conquistadores, indios evangelizados y no evangelizados durante los siglos XVII y XVIII», completa sobre el misterioso episodio.
Con esas referencias y la creciente devoción hacia la Virgen de Itatí, 175 años después del denominado milagro, el 8 de diciembre de 1943, se inauguró el humilladero neocolonial que sigue inamovible hasta hoy en El Atajo.
Los colegas de Noticias Itateñas reflexionaron sobre el valor de este sitio de la provincia. «El foso de El Atajo conserva su sentido histórico en las prácticas populares; los peregrinos que llegan a Itatí, ingresando por Ramada Paso, cruzan el puente del Atajo, realizando así su último esfuerzo de marcha hacia el Santuario».
El ya fallecido poeta, compositor y músico itateño, Gonzalo del Corazón de Jesús «Pocho» Roch, uno de los máximos exponentes de la cultura y la religiosidad mariana en la provincia, inmortalizó el Milagro del Atajo en una estrofa. «La tierra herida se abrió entre el rebelde malón y en torrentera de fe, el odio se convirtió desde entonces, las plegarias junto al borde del barranco y una ermita con la Virgen del Milagro del Atajo».
Un recuerdo del pueblo peregrino, siempre agradecido.
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